Por Carlos Werner
12 Enero 2016
El vuelco protagonizada por Loeb ayer recuerda al que sufrió Sainz cuando iba camino a Fiambalá en 2009, amo y señor de la vanguardia. En la presente edición, el francés no era un dominador demoledor, pero se las había ingeniado para, en su carrera debut, ganar especiales y ocupar la punta. Y justo el día en que se cae uno de los soldados de Peugeot, uno de Mini, Al Attiyah, gana y deja bien sentado que tanto él como la marca que defiende deben ser tenidos en cuenta hasta el final. No es que haya que menospreciar que el múltiple campeón Peterhansel sea el puntero, y que Sainz, su insigne compañero en el “león”, lo siga. Sucede que la carrera entró en campo minado, donde la navegación va unida a la destreza del piloto y a las características del vehículo. Con la última condición Mini parece estar más maduro, a lomo de varias cabalgatas exitosas en este duro desafío. Pero Peugeot se mantiene adelante y esa sí es una ventaja psicológica. En un mano a mano con semejantes contendientes, el que gana es el Dakar.
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Rally Dakar 2016
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