11 Enero 2016
EXPUESTAS. El Centro de Convenciones parecía un museo dakariano. El techo era el cielo celeste acompañado por el sol. la gaceta salta / fotos de ernesto vater
SALTA.- Brindó todo y le brindaron todo también. Salta recibió a las 289 máquinas que siguen en carrera con una fiesta. Como sucede en cada edición del rally más duro del planeta la ciudad, que es sede del único día de descanso, intenta lucirse. Con la muy acogedora celebración que ofrecieron los salteños lo lograron.
“Esto es una fiesta”, fue la sentencia de Alejandro Patronelli cuando llegó al Village Dakar. El inmenso campamento montado en el Centro de Convenciones salteño se adornó por los cientos de vehículos dakarianos y las miles de personas que, apostadas en la recta de ingreso, hicieron que el líder en Cuatriciclos retribuyera tanta adoración. “¿Cómo te podés negar?”, decía también Marcos, hermano y escolta de Alejandro a la par del alambrado.
La odisea que viven los pilotos en los caminos de tierra se trasladó a las calles salteñas. Sin tanto calor, sólo circulando por el asfalto y con más vehículos alrededor, a diferencia de los competidores, los conductores salteños tuvieron que armarse de paciencia para transitar entre los fanáticos, fácilmente identificables porque llevaban la indumentaria del Dakar.
Y si no llegaron con identificación dakariana, podían irse bien identificados si disponían de algo de efectivo en sus billeteras. La otra caravana que moviliza el Dakar es la de vendedores que ofrecen una gama variada de merchandising. “Parece que al salteño le gusta mucho el mate”, comentó a LA GACETA Salta Javier, un cordobés que sigue la carrera con su negocio itinerante.
Entre los posibles recuerdos había, por ejemplo, naipes a $50; llaveros con el emblema del Dakar a $100, mismo valor para las gorras; sombreros desde los $150; pañuelos a $80.; buzos y polares desde los $500 y pilotines de $1.800. Estos fueron los precios que se manejaron en el campamento.
Fuera del vivac
La avenida Bolivia fue uno de los puntos que tuvo un efecto colateral. Alejada del vivac, una estación de servicio recibió a uno de los Mini All4Racing, marca que hasta el momento no puede frenar el avance de los Peugeot. Junto a él, tres de los pilotos de la marca alemana mezclaron el desánimo que les produce el desarrollo de la carrera con la buena disposición que demandaba el público que se llegó a conocerlos.
“Estoy amargado. La primera semana tuvimos muchas complicaciones. En las primeras etapas quedamos enterrados y eso nos costó perder muchos minutos y ceder ubicaciones en la general”, comentó Orlando Terranova. Estuvo compañado por el español “Nani” Roma, campeón vigente retrasado en el puesto 12° de la general, y por el finlandés Mikko Hirvonen. Este último perdió numerosas batallas en el rally mundial con Sébastien Loeb; en este Dakar, la historia sigue siendo parecida; “Orly” esbozó algo de optimismo. “Hay que ponerle buena cara y seguir para adelante”, dijo el mendocino, que quizás se contagió de la buena onda que generó “La Linda” fiesta salteña.
“Esto es una fiesta”, fue la sentencia de Alejandro Patronelli cuando llegó al Village Dakar. El inmenso campamento montado en el Centro de Convenciones salteño se adornó por los cientos de vehículos dakarianos y las miles de personas que, apostadas en la recta de ingreso, hicieron que el líder en Cuatriciclos retribuyera tanta adoración. “¿Cómo te podés negar?”, decía también Marcos, hermano y escolta de Alejandro a la par del alambrado.
La odisea que viven los pilotos en los caminos de tierra se trasladó a las calles salteñas. Sin tanto calor, sólo circulando por el asfalto y con más vehículos alrededor, a diferencia de los competidores, los conductores salteños tuvieron que armarse de paciencia para transitar entre los fanáticos, fácilmente identificables porque llevaban la indumentaria del Dakar.
Y si no llegaron con identificación dakariana, podían irse bien identificados si disponían de algo de efectivo en sus billeteras. La otra caravana que moviliza el Dakar es la de vendedores que ofrecen una gama variada de merchandising. “Parece que al salteño le gusta mucho el mate”, comentó a LA GACETA Salta Javier, un cordobés que sigue la carrera con su negocio itinerante.
Entre los posibles recuerdos había, por ejemplo, naipes a $50; llaveros con el emblema del Dakar a $100, mismo valor para las gorras; sombreros desde los $150; pañuelos a $80.; buzos y polares desde los $500 y pilotines de $1.800. Estos fueron los precios que se manejaron en el campamento.
Fuera del vivac
La avenida Bolivia fue uno de los puntos que tuvo un efecto colateral. Alejada del vivac, una estación de servicio recibió a uno de los Mini All4Racing, marca que hasta el momento no puede frenar el avance de los Peugeot. Junto a él, tres de los pilotos de la marca alemana mezclaron el desánimo que les produce el desarrollo de la carrera con la buena disposición que demandaba el público que se llegó a conocerlos.
“Estoy amargado. La primera semana tuvimos muchas complicaciones. En las primeras etapas quedamos enterrados y eso nos costó perder muchos minutos y ceder ubicaciones en la general”, comentó Orlando Terranova. Estuvo compañado por el español “Nani” Roma, campeón vigente retrasado en el puesto 12° de la general, y por el finlandés Mikko Hirvonen. Este último perdió numerosas batallas en el rally mundial con Sébastien Loeb; en este Dakar, la historia sigue siendo parecida; “Orly” esbozó algo de optimismo. “Hay que ponerle buena cara y seguir para adelante”, dijo el mendocino, que quizás se contagió de la buena onda que generó “La Linda” fiesta salteña.
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Rally Dakar 2016
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