El valioso paso jesuita por Tafí del Valle

El valioso paso jesuita por Tafí del Valle

Por Sebastián Rosso.

LA ESTANCIA JESUITA DE LA BANDA. Los dos lados que se ven son los más viejos de la construcción. El techo de teja que se aprecia atrás, a la izquierda, corresponde a la capilla. Es un museo que vale la pena visitar durante las vacaciones. LA ESTANCIA JESUITA DE LA BANDA. Los dos lados que se ven son los más viejos de la construcción. El techo de teja que se aprecia atrás, a la izquierda, corresponde a la capilla. Es un museo que vale la pena visitar durante las vacaciones.
09 Enero 2016
La Compañía de Jesús tuvo varias propiedades en territorio tucumano. En la misma ciudad, frente a la plaza principal, tenían lo que hoy es la iglesia San Francisco; y también eran propietarios en Lules, en La Cocha, y en el valle de Tafí, entre otros puntos. Sus miembros -los jesuitas- organizaron un entramado evangelizador, intelectual y productivo que la tipificó como una de las órdenes católicas más respetadas y controvertidas. Se había convertido en un verdadero “Estado dentro del Estado”. Molestaban ya al Vaticano y a los monarcas, por lo que el Papa resolvió suprimir la Orden en 1773. Años antes, varios reinos la habían despojado de sus posesiones. Carlos III los expulsó, en 1767, de la América española. Fue uno de los golpes políticos más resonantes en la historia de la Iglesia.

La Estancia de La Banda


Vamos a concentrarnos en las tierras que tuvieron en Tafí del Valle. En 1716, los jesuitas habían comprado el “Potrero del Rincón”, tierras que habían sido merced de varias familias españolas hasta entonces. Pronto los curas construyeron una capilla y organizaron “casas y oficinas” en lo que lo que luego pasó a llamarse estancia.

Para el arquitecto Ricardo Viola, la construcción primitiva estaba constituida por dos alas que cerraban en ángulo los lados desfavorables del valle: sur y oeste, posibilitando la conformación de un patio protegido de los vientos, que probablemente estuvo cerrado también por una tapia en los costados norte y este. El conjunto era sencillo: la constituían habitaciones, oficinas y la capilla. Las paredes de piedra, adobe y cal, los techos de madera y teja. Hacían su propio jabón, criaban animales y elaboraban quesos.

Temporalidades

Casi 50 años después de haber llegado, la orden real de expulsión los obligó a abandonar todo. Sus bienes quedaron en manos de lo que se llamó Junta de Temporalidades, una comisión que, de apuro, debía tasar los bienes y venderlos, cuando no malvender y hasta destruirlos. La incautación tenía por finalidad desarmar la Orden y reutilizar sus bienes. Alentando también el oculto deseo de recuperar los “tesoros” que, se creía, ocultaban los jesuitas. Una práctica no muy distinta de esa que, hasta hoy, cuando cambia un gobierno, se dedica a echar por tierra todo lo construido por el anterior. Esa pésima costumbre de destruir lo que representa a “los otros”: todo lo que ya no queremos ver.

En La Banda, unas pocas cosas quedaron de esa purga. Los terrenos fueron vendidos a Julián Ruiz de Huidobro. Comprendían lo que conocemos como La Banda, El Mollar y Las Carreras. En el siglo XIX pasaron a manos del político y comerciante José Manuel Silva, cuya familia finalmente dividió las tierras en tres estancias.

Objetos

De los pocos objetos jesuitas sobrevivientes tenemos tres pinturas, tal vez del siglo XVIII. Las pinturas, como gran parte del material visual colonial, están fechadas “a ojo”. Representan a “La Divina Pastora”, a “San Cristóbal” y a “San José con el niño”. Todavía se conservan; pero el listado de las Temporalidades describía también una cuarta pintura de la Virgen, y unos pocos objetos más: “un San José pequeño, un crucifijo de metal pequeño, dos candelabros de metal. Un atril muy chico, unas vinajeras de plata y una campanilla”. Ninguna riqueza, ningún oropel.

La Orden fue restituida en 1814, pero su nombre quedó siempre ligado a la sospecha, y fuera de los círculos del poder vaticano. Varios literatos se hicieron una fiesta inventando historias secretas y conjuras que los incluían. Volvieron a ser noticia hace poco, cuando en 2013 se eligió por primera vez un Papa jesuita. Ya habían regresado a Buenos Aires y a Córdoba, pero, a pesar de que en la década de 1850 el gobernador José María del Campo inició las correspondientes gestiones, a Tucumán no volvieron nunca.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios