Por Tobías Fernández
30 Diciembre 2015
OPORTUNIDAD. Las industrias exportadoras son la llave para que el país recupere terreno en el comercio exterior. fyo.com
“El que quiera comprar dólares podrá hacerlo sin pasar por la AFIP”. Así, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, anunciaba, a mediados de diciembre -poco después de la asunción del presidente Mauricio Macri- el final del cepo cambiario y la devaluación de la moneda, que llevó el dólar a $ 13. Las restricciones para acceder a divisas, instauradas en 2011 por la ex presidenta, Cristina Fernández, pretendían evitar una corrida cambiaria y contener la fuga de dólares financieros.
Hasta 2011, el Banco Central había perdido U$S 4.300 millones de reservas. Al final de ese año, la entidad terminó con U$S 47.800 millones en sus arcas y con un dólar a $ 4,32. Pero el efecto buscado por Cristina le resultó esquivo: en los años siguientes, las reservas siguieron cayendo y el dólar continuó en alza mediante microdevaluaciones, hasta el reajuste cambiario ocurrido en enero de 2014, que elevó al dólar de $ 6 a $ 8.
El cepo paralizó la economía, ya que las industrias, sin acceso a dólares para adquirir insumos, no podían producir ni exportar. Esto interrumpió el ingreso de dólares a la economía e impulsó la inflación. El turismo y los consumos en el exterior preocupaban al Gobierno a la hora de evitar la fuga de dólares. En diciembre de 2013, la AFIP elevó del 20% al 35% el recargo por compras de servicios turísticos al exterior y por consumos con plástico fuera del país. Aunque en enero de 2014 nació el “dólar ahorro”, cuando el Gobierno abrió la compra de divisas para personas físicas con autorización de la AFIP, las pérdidas de reservas no pararon: en 2015, el Central se desprendió de entre U$S 100 y U$S 150 millones diarios para sostener el dólar a $ 9,50. Sin ingreso de dólares, el modelo se agotó. Ahora, sin cepo, el desafío de Macri será atraer divisas a la economía y controlar que la devaluación no acelere más los precios.
CÓMO LO VIVÍ
Osvaldo Meloni - docente de economía de la UNT
Las primeras medidas económicas son positivas. Era necesario liberar el cepo porque la economía lleva cuatro años sin crecer. Ahora se necesita un plan que baje la inflación. Para conseguirlo, hay que controlar el déficit fiscal y aumentar el Producto Bruto Interno. Reducir el déficit implica revisar el nivel de gasto público, en especial, los subsidios al transporte y a la energía. Esta tarea no será fácil porque puede afectar a los habitantes de bajos recursos.
Hasta 2011, el Banco Central había perdido U$S 4.300 millones de reservas. Al final de ese año, la entidad terminó con U$S 47.800 millones en sus arcas y con un dólar a $ 4,32. Pero el efecto buscado por Cristina le resultó esquivo: en los años siguientes, las reservas siguieron cayendo y el dólar continuó en alza mediante microdevaluaciones, hasta el reajuste cambiario ocurrido en enero de 2014, que elevó al dólar de $ 6 a $ 8.
El cepo paralizó la economía, ya que las industrias, sin acceso a dólares para adquirir insumos, no podían producir ni exportar. Esto interrumpió el ingreso de dólares a la economía e impulsó la inflación. El turismo y los consumos en el exterior preocupaban al Gobierno a la hora de evitar la fuga de dólares. En diciembre de 2013, la AFIP elevó del 20% al 35% el recargo por compras de servicios turísticos al exterior y por consumos con plástico fuera del país. Aunque en enero de 2014 nació el “dólar ahorro”, cuando el Gobierno abrió la compra de divisas para personas físicas con autorización de la AFIP, las pérdidas de reservas no pararon: en 2015, el Central se desprendió de entre U$S 100 y U$S 150 millones diarios para sostener el dólar a $ 9,50. Sin ingreso de dólares, el modelo se agotó. Ahora, sin cepo, el desafío de Macri será atraer divisas a la economía y controlar que la devaluación no acelere más los precios.
CÓMO LO VIVÍ
Osvaldo Meloni - docente de economía de la UNT
Las primeras medidas económicas son positivas. Era necesario liberar el cepo porque la economía lleva cuatro años sin crecer. Ahora se necesita un plan que baje la inflación. Para conseguirlo, hay que controlar el déficit fiscal y aumentar el Producto Bruto Interno. Reducir el déficit implica revisar el nivel de gasto público, en especial, los subsidios al transporte y a la energía. Esta tarea no será fácil porque puede afectar a los habitantes de bajos recursos.
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