20 Diciembre 2015
Jodi Rudoren / The New York Times
VALLE DE HEFER, Israel.- El nuevo vino blanco fresco, ácido y mineral de una bodega israelí de calidad superior fue añejado por ocho meses; o, dependiendo de cómo se mire, al menos 1.800 años.
El vino, llamado marawi y lanzado a la venta en octubre por Recanati Winery, es el primero producido comercialmente por la creciente industria moderna de uvas nativas de Israel. Surgió de un proyecto de la Universidad de Ariel, en la ocupada Cisjordania, que pretende usar pruebas de ADN para recrear vinos antiguos bebidos por gente como el rey David y Jesucristo.
Eliyashiv Drori, el enólogo de Ariel, remonta las uvas marawi -o hamdani- y las jandali al 220 después de Cristo, con base en una referencia en el Talmud babilónico.
“Todas nuestras escrituras están llenas de vino y de uvas; antes de que los franceses siquiera pensaran en producir vino, nosotros estábamos exportando vino”, dijo. “Tenemos una identidad muy antigua y, para mí, reconstruir esta identidad es muy importante. Es una cuestión de orgullo nacional”.
Pero el desarrollo de las variedades locales no está libre de fricción política en este territorio disputado. Se da junto con nuevos lineamientos de la Unión Europea, que requieren que los vinos de Cisjordania y las Colinas del Golán lleven una etiqueta que diga que fueron producidos en asentamientos israelíes. Y los palestinos reclaman propiedad sobre estas uvas.
Arqueólogos y genetistas prueban análisis de las semillas antiguas carbonizadas. En la incesante lucha entre israelíes y palestinos, es una búsqueda por subrayar las raíces judías en Tierra Santa.
Pero Recanati no es el primero en vender vino de estas uvas. Cremisan, una pequeña bodega cerca de Belén donde los palestinos se asociaron con monjes italianos, ha estado usando hamdani, jandali y otros frutos locales desde 2008.
“Declaran que el falafel, la tehina, el tabouleh, el hummus y ahora las uvas jandali son un producto israelí”, criticó Amer Kardosh, director de exportaciones de Cremisan. “Estos tipos de uvas son totalmente uvas palestinas cultivadas en viñedos palestinos”.
Sí, pero las granjas palestinas que vendieron las uvas al Recanati han insistido en el anonimato, por temor a reacciones negativas por trabajar con israelíes, o simplemente por ayudar a producir vino, lo cual generalmente está prohibido en el islamismo.
El viticultor, Ido Lewinsohn, dijo que su producto es “limpio y puro de cualquier influencia política”, y añadió de las uvas: “No son israelíes; ni son palestinas. Pertenecen a la región; esto es algo hermoso”.
Las 350 bodegas de Israel dan 65 millones de botellas al año.
Dada la dificultad para adquirir las uvas con granjeros palestinos, Recanati produjo solo 2.480 botellas del marawi 2014, disponibles en sólo 10 restaurantes de Tel Aviv. La bodega tiene 4.000 botellas de marawi 2015 añejándose.
El siguiente es el dabouki, también blanco, el cual planea lanzar el viticultor israelí Avi Feldstein. La uva dabouki podría ser la más antigua de las variedades locales, una buena candidata para lo que llenaba la copa de Jesús. Feldstein tiene 800 botellas de dabouki 2014 y otras 800 de la cosecha 2015.
“Si uno es un verdadero vinicultor, quiere expresar un lugar”, dijo Feldstein. “Sin localidad y la diversificación que esta da, el vino se reduce a una Coca Cola alcohólica”.
VALLE DE HEFER, Israel.- El nuevo vino blanco fresco, ácido y mineral de una bodega israelí de calidad superior fue añejado por ocho meses; o, dependiendo de cómo se mire, al menos 1.800 años.
El vino, llamado marawi y lanzado a la venta en octubre por Recanati Winery, es el primero producido comercialmente por la creciente industria moderna de uvas nativas de Israel. Surgió de un proyecto de la Universidad de Ariel, en la ocupada Cisjordania, que pretende usar pruebas de ADN para recrear vinos antiguos bebidos por gente como el rey David y Jesucristo.
Eliyashiv Drori, el enólogo de Ariel, remonta las uvas marawi -o hamdani- y las jandali al 220 después de Cristo, con base en una referencia en el Talmud babilónico.
“Todas nuestras escrituras están llenas de vino y de uvas; antes de que los franceses siquiera pensaran en producir vino, nosotros estábamos exportando vino”, dijo. “Tenemos una identidad muy antigua y, para mí, reconstruir esta identidad es muy importante. Es una cuestión de orgullo nacional”.
Pero el desarrollo de las variedades locales no está libre de fricción política en este territorio disputado. Se da junto con nuevos lineamientos de la Unión Europea, que requieren que los vinos de Cisjordania y las Colinas del Golán lleven una etiqueta que diga que fueron producidos en asentamientos israelíes. Y los palestinos reclaman propiedad sobre estas uvas.
Arqueólogos y genetistas prueban análisis de las semillas antiguas carbonizadas. En la incesante lucha entre israelíes y palestinos, es una búsqueda por subrayar las raíces judías en Tierra Santa.
Pero Recanati no es el primero en vender vino de estas uvas. Cremisan, una pequeña bodega cerca de Belén donde los palestinos se asociaron con monjes italianos, ha estado usando hamdani, jandali y otros frutos locales desde 2008.
“Declaran que el falafel, la tehina, el tabouleh, el hummus y ahora las uvas jandali son un producto israelí”, criticó Amer Kardosh, director de exportaciones de Cremisan. “Estos tipos de uvas son totalmente uvas palestinas cultivadas en viñedos palestinos”.
Sí, pero las granjas palestinas que vendieron las uvas al Recanati han insistido en el anonimato, por temor a reacciones negativas por trabajar con israelíes, o simplemente por ayudar a producir vino, lo cual generalmente está prohibido en el islamismo.
El viticultor, Ido Lewinsohn, dijo que su producto es “limpio y puro de cualquier influencia política”, y añadió de las uvas: “No son israelíes; ni son palestinas. Pertenecen a la región; esto es algo hermoso”.
Las 350 bodegas de Israel dan 65 millones de botellas al año.
Dada la dificultad para adquirir las uvas con granjeros palestinos, Recanati produjo solo 2.480 botellas del marawi 2014, disponibles en sólo 10 restaurantes de Tel Aviv. La bodega tiene 4.000 botellas de marawi 2015 añejándose.
El siguiente es el dabouki, también blanco, el cual planea lanzar el viticultor israelí Avi Feldstein. La uva dabouki podría ser la más antigua de las variedades locales, una buena candidata para lo que llenaba la copa de Jesús. Feldstein tiene 800 botellas de dabouki 2014 y otras 800 de la cosecha 2015.
“Si uno es un verdadero vinicultor, quiere expresar un lugar”, dijo Feldstein. “Sin localidad y la diversificación que esta da, el vino se reduce a una Coca Cola alcohólica”.
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