16 Diciembre 2015
LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
“Casi todos mis compañeros fueron aplastados por el colectivo. Se los escuchaba gritar. Pedían ayuda. Pero pasaba el tiempo... y se iban callando, porque se iban cortando (morían). Yo también sentía que no iba a poder salir”. La cruda descripción fue hecha por el gendarme Iván Fernández, al recordar el infausto accidente del lunes en la ruta 34, en Rosario de la Frontera.
Fernández es oriundo de Alderetes y está internado en una clínica privada Salta capital. En un diálogo telefónico con LA GACETA, dijo que los médicos le explicaron que deberá continuar internado al menos 10 días más para recuperarse de las heridas y de los golpes que sufrió. En el accidente perdieron la vida 42 de sus compañeros del Destacamento Móvil 5 de Gendarmería. Iban rumbo a Jujuy cuando ocurrió la tragedia.
“Estaba despierto cuando ocurrió. Se sintió que el colectivo dio un golpe. Era como si hubiera caído en un pozo, y ahí se reventó la rueda. Después, el ómnibus comenzó a ir de un lado al otro del camino hasta que se puso a dar vueltas y cayó al precipicio”, detalló Fernández. Y comentó: “lo que pasa es que esa ruta está medio fea”. “Después de la caída sólo recuerdo los gritos de mis compañeros. Y que yo estaba atrapado entre dos asientos”, agregó el gendarme, de 27 años y padre de una beba de siete meses.
El vehículo cayó dado vuelta sobre el cauce seco del arroyo Balboa.
Fernández contó que cuando el colectivo comenzó a dar vueltas, él intentó aferrarse al respaldo de los asientos delanteros. Pero en la caída, la cadera y las piernas le quedaron atenazadas entre las butacas. “Junto conmigo iba Franco Corbalán, que por suerte también se salvó. Él no quedó atrapado porque a causa de los tumbos del coche salió despedido del asiento. Intentó sacarme, pero las butacas son muy pesadas. Así que se fue a buscar ayuda. Como era de noche, veíamos poco y nada. No sé cuánto tiempo pasó hasta que me rescataron; tal vez por la desesperación, para mí fue muchísimo. Ya estaba empezando a amanecer”, siguió relatando.
“Creo que sólo siete nos salvamos; el resto lamentablemente murió”, agregó ya con un hilo de voz.
Misión de rutina
El ómnibus en el que viajaban Fernández y Corbalán encabezaba una caravana de tres colectivos de Gendarmería Nacional que viajaba a Jujuy para reforzar el operativo de seguridad durante una marcha de protesta organizada por la agrupación Tupac Amaru.
“Como prestamos servicio en el destacamento móvil vamos a cualquier lugar adonde nos llaman. Era un trabajo más, y siempre viajamos en estos colectivos. Pero la calle (por la ruta 34) tenía muchos baches; se escuchó con claridad el choque y se sintió el golpe cuando el colectivo se metió en una especie de agujero donde se reventó la goma”, subrayó el gendarme al retomar, más calmado, su relato.
Fernández sufrió cortes en ambos brazos y en la cara. “Es que me cubrí para protegerme de los vidrios rotos de las ventanas”, explicó.
Su madre, Marta Bustos de Fernández, viajó a Salta el mismo lunes para estar al lado de su hijo, y contó que el domingo a la tarde, cuando estaba saliendo de Santiago del Estero, Iván le había escrito un mensaje. “Dentro de todo él está bien. En terapia intensiva pero estable, y por suerte en ningún momento perdió el conocimiento. Pude hablar con él en el hospital San Bernardo ayer (por el lunes) a la tarde cuando llegué, y eso nos dejó a todos más tranquilos. Por lo que me contó, pienso que sobrevivió porque los asientos impidieron que el colectivo lo aplaste. No sé; lo que importa es que vive”, enfatizó.
Eliana Fernández apuntó que el padre y los hermanos de Iván también son miembros de la fuerza. “La familia tiene miembros de varias generaciones dentro de Gendarmería. Fue muy desesperante lo que pasó. Por suerte él está vivo, pero la pasamos muy mal hasta que mis tíos llegaron a Salta y nos dijeron que estaba bien”, dijo.
Según fuentes de Gendarmería esta fue la tragedia más grave de la historia de la fuerza en esta región del país. Pero, además, dejó al descubierto la falta de mantenimiento que -de acuerdo con el testimonio de Fernández- presenta la ruta 34, y que podría haber sido la causa del nefasto accidente.
Fernández es oriundo de Alderetes y está internado en una clínica privada Salta capital. En un diálogo telefónico con LA GACETA, dijo que los médicos le explicaron que deberá continuar internado al menos 10 días más para recuperarse de las heridas y de los golpes que sufrió. En el accidente perdieron la vida 42 de sus compañeros del Destacamento Móvil 5 de Gendarmería. Iban rumbo a Jujuy cuando ocurrió la tragedia.
“Estaba despierto cuando ocurrió. Se sintió que el colectivo dio un golpe. Era como si hubiera caído en un pozo, y ahí se reventó la rueda. Después, el ómnibus comenzó a ir de un lado al otro del camino hasta que se puso a dar vueltas y cayó al precipicio”, detalló Fernández. Y comentó: “lo que pasa es que esa ruta está medio fea”. “Después de la caída sólo recuerdo los gritos de mis compañeros. Y que yo estaba atrapado entre dos asientos”, agregó el gendarme, de 27 años y padre de una beba de siete meses.
El vehículo cayó dado vuelta sobre el cauce seco del arroyo Balboa.
Fernández contó que cuando el colectivo comenzó a dar vueltas, él intentó aferrarse al respaldo de los asientos delanteros. Pero en la caída, la cadera y las piernas le quedaron atenazadas entre las butacas. “Junto conmigo iba Franco Corbalán, que por suerte también se salvó. Él no quedó atrapado porque a causa de los tumbos del coche salió despedido del asiento. Intentó sacarme, pero las butacas son muy pesadas. Así que se fue a buscar ayuda. Como era de noche, veíamos poco y nada. No sé cuánto tiempo pasó hasta que me rescataron; tal vez por la desesperación, para mí fue muchísimo. Ya estaba empezando a amanecer”, siguió relatando.
“Creo que sólo siete nos salvamos; el resto lamentablemente murió”, agregó ya con un hilo de voz.
Misión de rutina
El ómnibus en el que viajaban Fernández y Corbalán encabezaba una caravana de tres colectivos de Gendarmería Nacional que viajaba a Jujuy para reforzar el operativo de seguridad durante una marcha de protesta organizada por la agrupación Tupac Amaru.
“Como prestamos servicio en el destacamento móvil vamos a cualquier lugar adonde nos llaman. Era un trabajo más, y siempre viajamos en estos colectivos. Pero la calle (por la ruta 34) tenía muchos baches; se escuchó con claridad el choque y se sintió el golpe cuando el colectivo se metió en una especie de agujero donde se reventó la goma”, subrayó el gendarme al retomar, más calmado, su relato.
Fernández sufrió cortes en ambos brazos y en la cara. “Es que me cubrí para protegerme de los vidrios rotos de las ventanas”, explicó.
Su madre, Marta Bustos de Fernández, viajó a Salta el mismo lunes para estar al lado de su hijo, y contó que el domingo a la tarde, cuando estaba saliendo de Santiago del Estero, Iván le había escrito un mensaje. “Dentro de todo él está bien. En terapia intensiva pero estable, y por suerte en ningún momento perdió el conocimiento. Pude hablar con él en el hospital San Bernardo ayer (por el lunes) a la tarde cuando llegué, y eso nos dejó a todos más tranquilos. Por lo que me contó, pienso que sobrevivió porque los asientos impidieron que el colectivo lo aplaste. No sé; lo que importa es que vive”, enfatizó.
Eliana Fernández apuntó que el padre y los hermanos de Iván también son miembros de la fuerza. “La familia tiene miembros de varias generaciones dentro de Gendarmería. Fue muy desesperante lo que pasó. Por suerte él está vivo, pero la pasamos muy mal hasta que mis tíos llegaron a Salta y nos dijeron que estaba bien”, dijo.
Según fuentes de Gendarmería esta fue la tragedia más grave de la historia de la fuerza en esta región del país. Pero, además, dejó al descubierto la falta de mantenimiento que -de acuerdo con el testimonio de Fernández- presenta la ruta 34, y que podría haber sido la causa del nefasto accidente.