El silencio y el calor parecen competir en la ruta 34 por ver cuál de los dos es más agobiante. En la zona de Balboa, donde se produjo el accidente que se cobró la vida de 43 gendarmes, el sol pega con mucha fuerza. Pero el silencio también golpea. Si bien hay muchísima gente en la zona, pocos hablan. De fondo sólo se escucha alguna sirena eventual y el sonido de la grúa que intenta retirar el ómnibus en el que viajaban las víctimas.
El lugar en el que se produjo el accidente es una recta de unos seis kilómetros de extensión que pasa por encima del río Balboa, que es justo el lugar en el que cayó el ómnibus. En general, se encuentra en buen estado. "No hay baches ni parches", confirma César Castillo Reyes, el encargado de la empresa que le hace el mantenimiento al tramo de la 34 que va desde el límite entre Salta y Santiago del Estero hasta Rosario de la Frontera.
Debido a las tareas de rescate, el tránsito está cortado en ambas manos. Hacia Santiago del Estero, la cola de vehículos se extiende unos cuatro kilómetros.
En los alrededores no hay viviendas, sólo monte y fincas cultivadas. La zona está llena de gendarmes, bomberos y policías. Se ven ambulancias y vehículos forenses a la espera de las víctimas. El dolor y el espanto se refleja en el rostro de los rescatistas.