Los barras siempre están

Los barras siempre están

“Es sorprendente que un club de fútbol te lleve a la presidencia”. Lo dijo el viernes Juan Román Riquelme, con esa mezcla de sencillez, profundidad y también malicia que tiene cuando declara. “Boca -siguió Riquelme- lo ha ayudado mucho. Y nosotros también lo hemos ayudado bastante. Así que lo mínimo que puede hacer es pagarse un asado, ja”. Hablaba, claro, de Mauricio Macri. El nuevo presidente argentino que, cuando mandaba en Boca, siempre tuvo como favorito a Martín Palermo, especialmente después de que Riquelme, a quien no quería, le dedicó un Topo Gigio célebre. No resulta fácil hablar de Boca en estas horas, cuando es River el que busca la hazaña en Japón. Los hinchas de Boca recordaron al “enemigo” al celebrar su día ayer en La Bombonera. El 12/12 es el día del “jugador número 12”. Pero una cosa es “el jugador número 12”. Y otra, bien distinta, es “La 12”. “La 12”, y sus similares, siguen siendo problema central del fútbol argentino que disputa poder en la AFA. Que habla de candidatos, TV y dinero. Pero que sigue sin hablar de las barras.

“El jugador número 12” es un homenaje del periodista Pablo Rojas Paz al hincha Victoriano Caffarena, que acompañó a Boca en una gira histórica de 1925. Pero pagando de su propio bolsillo. ¿De qué bolsillo habrá salido el dinero que pagó el viaje de cientos y cientos de barras de River ahora a Japón? ¿De bolsillos similares a los que pagaron el año pasado el viaje de los barras de San Lorenzo? Son dos de los clubes líderes de lo que se anuncia como la “nueva AFA”. Quejosos porque, según denunciaron, había barras en la polémica asamblea de Ezeiza que no pudo elegir presidente. Están en todos lados. En el ascenso, en un clásico de Avellaneda, en Ezeiza, en Japón y también en las últimas elecciones de Boca. Allí estaban el domingo pasado en la Boca el “Rafa” Di Zeo y Mauro Martín, socios, hoy otra vez amigos, barra oficial. Hasta les pedían autógrafos. Pero no tienen nada que ver con el Toto Caffarena, con el jugador número 12.

“La 12” fue el apodo del que se apoderó en los ’60 Enrique Ocampo, Quique el Carnicero, barra oficial del entonces presidente Alberto J. Armando y del entrenador Juan Carlos “Toto” Lorenzo. Lo reemplazó, en 1981 a punta de pistola, José Barritta, el “Abuelo”, que tuvo hasta Fundación propia. El Abuelo fue “desprolijo” en la repartija y lo echó Di Zeo, también a balazos. “La 12” de Di Zeo tuvo de todo. Aviones pagos a Chile y hasta a Japón. Hoteles con el plantel. Molinetes libres en la Bombonera. Entradas para reventa. Visitas a las filiales con jugadores. Y hasta la Casa Amarilla para jugar picados que, una tarde, terminaron dirimidos a balazos, con los socios escapando asustados de la piscina. Eran años del exitoso Boca de Carlos Bianchi. Era, también, el Boca de Mauricio Macri.

La sorpresa

Sucedió hace 20 años casi exactos. 3 de diciembre de 1995. El Boca de Silvio Marzolini, que peleaba el campeonato con Vélez, sufría una dolorosa derrota 6-4 contra Racing, en la Bombonera. En las urnas, Macri, con la ayuda clave del conocido dirigente radical Enrique “Coti” Nosiglia, sorprendía a la dupla oficialista Antonio Alegre-Carlos Heller, que había saneado a un club en ruinas, pero ganado pocos títulos en una década de gestión. Macri triunfaba con 4.415 de los 7.058 votos totales. “En Boca -tituló al día siguiente el diario Ambito Financiero- ganó Macri y será trascendente a la política”. Todo un acierto. “¿El Berlusconi argentino?”, se preguntó una revista, por Silvio Berlusconi, que subió a la política gracias a sus triunfos con el Milan. El Boca de Macri, dirigido por Miguel Ángel Russo, perdió ante el Milan de Berlusconi, que ya era premier en Italia, 4 a 2 en Tokio. 16 de diciembre de 2007. Una semana antes, Macri había asumido su primer mandato como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Un político iniciaba su ocaso. Otro comenzaba el ascenso a la cima.

Unas semanas atrás, típico de campaña electoral, algunos foros boquenses reflotaron aspectos poco conocidos de los 12 años de gestión de Macri en Boca. Las obras en la Bombonera para construir Palcos VIP adjudicadas a una empresa amiga, la obligatoriedad de presentar avales económicos para los futuros candidatos, los 45 millones de pesos-dólares (tiempos de uno-uno) gastados para comprar a casi 40 jugadores, triplicar el pasivo del club y pagando un festival de comisiones a intermediarios, uno de ellos Gustavo Arribas, flamante jefe de la SIDE del nuevo gobierno nacional, clave en la venta de Carlos Tevez a Brasil. Hubo intermediarios (los uruguayos Luis Aguerre y Milton Viera) hasta en la compra de un entonces juvenil Riquelme, que llegaba de Argentinos Juniors con otros jugadores. Los títulos abrieron el boom marquetinero de Boca en camisetas, llaveros, frazadas y vinos, pero sin aclarar que el negocio había sido tercerizado al Grupo Clarín. Y que a Boca, de los 50 millones de dólares que citaban los diarios, le terminaban quedando entre 400.000 y 700.000 pesos. Pero el Boca de Macri fue el Boca más campeón de la historia. Gano 17 títulos en 12 años. Macri llegó a Boca para quedarse. Ahí está ahora otra vez ganador su delfín. Daniel Angelici fue el más votado pese a que una semana antes hasta Lilita Carrió lo denunció como operador judicial del macrismo. Y pese también a que tiene en manos el proyecto polémico de crear un nuevo estadio. Una afrenta para miles de hinchas que fueron ayer a la Bombonera por su día. Y para defender al viejo y mítico templo. El domingo pasado, día de la elección, el diario Página 12 citó la inclusión del radical Darío Richarte, ex 2 de la SIDE, como uno de los nombres más polémicos en la lista de Angelici. “Telaraña de espías, dirigentes políticos y operadores judiciales”, describió la lista Página 12, diario que, según trascendió, pasará a manos de Víctor Santa María, líder del sindicato de los porteros (Suterh), presidente del Partido Justicialista porteño, derrotado candidato opositor en las elecciones de Boca y votante de la asamblea de la AFA como titular de Sportivo Barracas. Las elecciones del fútbol -en la AFA o en un club-, está cada vez más claro, discuten hoy un poder que excede al mundo de la pelota. Riquelme dijo el viernes pasado que Angelici ganó bien las elecciones y que fue clave el apoyo de Tevez, algo que él (apoyar a un candidato) jamás haría, según dijo. Conocedores de la interna boquense no descartan una futura elección en la que compitan por la presidencia Tevez y Riquelme. Ahí sí que se quebraría el record de 25.000 socios que votaron el domingo pasado en Boca.

Otro conocedor

Macri designó como Secretario de Seguridad de su nuevo gobierno a Eugenio Burzaco. Es el hermano de Alejandro Burzaco, el exCEO de Torneos arrestado en Nueva York por el escándalo de coimas en el fútbol mundial que investigó el FBI. Más importante aún para explicar su designación, Burzaco, además de primer jefe civil de la Policía Metropolitana, fue jefe de Seguridad de River apenas comenzó la gestión del actual presidente Rodolfo D’Onofrio. Una gestión a la que el conocido fiscal José María Campagnoli imputó por vínculos con la barra oficial. Una barra que había sido emboscada por la barra disidente en plena confitería del club. Una barra muchos de cuyos integrantes alentarán ahora a River en Japón. Burzaco sabe del tema. Ojalá su gestión pueda ayudar a un fútbol menos violento.

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