Por Indalecio Francisco Sanchez
11 Diciembre 2015
SALUDO PRESIDENCIAL. Desde el balcón de la Casa Rosada, Mauricio Macri extiende la mano derecha ante la multitud que estaba en la plaza de Mayo. telam
Si Tucumán es el Jardín de la República, los representantes de nuestra provincia hicieron gala de ese mote: se movieron como girasoles buscando el calor del poder.
Los gestos se impusieron en la Asamblea Legislativa en la que Mauricio Macri juró como presidente de la Nación. La antesala de un día que marca un antes y un después en la política de la Argentina estuvo cargada de idas y vueltas entre el kirchnerismo en despedida y el macrismo en ascenso.
La agonía que significó dejar el mando tras 12 años de liderazgo se coló en el Congreso, donde estuvieron ausentes en el recinto la mayoría de los representantes del Frente para la Victoria (FpV). Sin embargo, en este punto, los tucumanos jugaron su propia partida y marcaron que su posición, de aquí en más, no será necesariamente alineada a los mandatos de los seguidores de Cristina Fernández.
Un gesto claro de ello fue la presencia en las butacas, ante un Macri a punto de jurar en el cargo, del ex gobernador y actual senador José Alperovich, que junto a su par Beatriz Mirkin y al diputado José Orellana, desafiaron sin ruborizarse el mandato de los ultraK. Alperovich y Mirkin optaron así por hacer uso de la “libertad de acción” que había dado a los senadores del FpV Miguel Ángel Pichetto, ante la falta de acuerdo en el bloque de la Cámara Alta sobre si debían o no presenciar la asunción del nuevo jefe de Estado. Pero, más allá de ello, la presencia en el recinto marca que los senadores justicialistas por Tucumán podrían tener una postura más conciliadora y menos confrontativa con el nuevo Gobierno. Estarán, de ese modo, más cerca de la idea del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey (también en el recinto) que de la de quien supo ser su jefa política, Cristina.
El argumento
Orellana explicó con mayor claridad por qué decidió sentarse en su banca ayer al mediodía. “Es mi deber, mi responsabilidad, estar aquí por respeto al ganador. No hay que marcar diferencia con esta actitud. Hay que ver si la actitud del Presidente es positiva y favorece a los más humildes. A mí me votaron para estar aquí y ejercí mi rol, sin perder el sentido de pertenencia partidaria. Estoy aquí en representación de todos los tucumanos”, sostuvo.
Ratificó que el mandato del bloque era que no asistieran a la sesión. “Creo que faltó humildad de parte de Cristina; tuvo muchas actitudes desacertadas y llegamos a un lugar incómodo. Nuestra presencia o ausencia no es una votación; es parte del respeto por las instituciones. No quiere decir que con mi actitud no trabaje en equipo ni que deje el bloque; simplemente actué según creí que correspondía. Los tiempos son otros y la política es otra. Hubo un cambio, se lo pidió y hay que pensar en ello”, dijo el diputado del FpV, para luego ponderar el discurso de Macri.
Con sus palabras, Orellana también marcó que los rumores que corrieron ayer en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso tienen algo de cierto: el bloque del FpV estaría caminando hacia un quiebre desde el primer día de cambio de autoridades. Habrá que ver qué tan profunda es esa grieta y si finalmente se concreta.
Por lo pronto, los diputados tucumanos del peronismo que sí cumplieron con el mandato K fueron los camporistas Marcelo Santillán y Mabel Carrizo, la representante de Kolina, Alicia Soraire; y la luleña Miriam Gallardo. En cambio, los integrantes del interbloque Cambiemos por Tucumán tuvieron asistencia perfecta: la senadora Silvia Elías de Pérez y los diputados José Cano, Facundo Garretón, Juan Casañas y Teresita Villavicencio ratificaron su apoyo al macrismo.
En la ronda de gestos, la presencia de Elías de Pérez en la mesa de conducción de la bancada oficialista y entre los integrantes de la comitiva que recibió a Macri en el recinto fue un guiño para la tucumana. Garretón tampoco estuvo solo. Laura Alonso y Sergio Bergman, entre otros referentes del PRO, estuvieron cerca del parlamentario nacional tucumano. Los trascendidos de que el joven emprendedor podría ocupar un cargo en el Gobierno nacional finalmente no se concretarían. La coyuntura del nuevo oficialismo parlamentario obliga a preservar cada banca “pura” del PRO en el Congreso y eso terminaría dejando a Garretón en la Cámara de Diputados.
En el Congreso también quedó en claro que Cano se codea con la cúpula del poder macrista. Ocupó un espacio privilegiado entre los invitados y concentró la atención de funcionarios y periodistas nacionales. Cano prometió avanzar con el plan Belgrano cuanto antes y pelear por las economías regionales, en especial por los productores y por obras sanitarias para la región. Cano no aclaró, sin embargo, si finalmente renunciará como diputado y le dejará el puesto a su aliado de Libres del Sur, Federico Masso. La intención del radical es mantener su postura de no tomar licencia de un cargo para ocupar otro, pero negociaba con Cambiemos si “soltaba” o no ese voto a una fuerza política que podría terminar elevando la mano en contra de leyes que impulse el Presidente.
Otros dos gestos a leer de cara al futuro fueron los que dieron el gobernador, Juan Manzur, y el ex intendente de San Miguel de Tucumán, Domingo Amaya.
Manzur estuvo en el recinto y escuchó atentamente al nuevo Presidente. Al final de la asamblea, elogió su discurso. “Fueron palabras llenas de esperanza. Esperamos tener una buena relación con el nuevo Gobierno”, dijo, para luego confirmar su presencia en la reunión que Macri convocó para mañana a todos los gobernadores del país.
El mandatario tucumano mostró que está dispuesto a mostrarse dialoguista y poco confrontativo. Sabe que necesitará de la Nación, de sus recursos y de una relación cordial con el jefe de Estado nacional que contrarresten lo que puede ser una verdadera guerra con su ex rival electoral Cano.
Respecto de Amaya, asomó por el Congreso con timidez y sin hacer ruido. Acompañado por el intendente radical de Concepción, Roberto Sánchez, afirmó que estaba en Buenos Aires por cuestiones laborales. “No sé si llego a ver la asunción; tengo una reunión a las 12”, se excusó el peronista disidente. Pese a ello, y a que en los comicios nacionales se mostró siempre cercano a Daniel Scioli, es casi un hecho que el ex intendente ocupará un cargo de fuste en el Gobierno nacional: sería nombrado secretario de Vivienda de la Nación, algo que entre los opositores a Manzur en Tucumán esperan que se concrete la próxima semana.
Si finalmente Amaya ocupa ese cargo, el gobernador deberá lidiar con la dupla que lo enfrentó en las urnas en Tucumán en puestos clave y de manejo millonario de obras a nivel nacional.
Hasta aquí, son todos gestos que dejó la jura, con “santos y señas” de unos y otros. Todos intentan acomodarse a un nuevo e inesperado escenario, que requerirá de alianzas y de consensos.
El desafío y las nuevas posturas quedaron en evidencia entre las poltronas y los pasillos del histórico edificio del Congreso.
Los gestos se impusieron en la Asamblea Legislativa en la que Mauricio Macri juró como presidente de la Nación. La antesala de un día que marca un antes y un después en la política de la Argentina estuvo cargada de idas y vueltas entre el kirchnerismo en despedida y el macrismo en ascenso.
La agonía que significó dejar el mando tras 12 años de liderazgo se coló en el Congreso, donde estuvieron ausentes en el recinto la mayoría de los representantes del Frente para la Victoria (FpV). Sin embargo, en este punto, los tucumanos jugaron su propia partida y marcaron que su posición, de aquí en más, no será necesariamente alineada a los mandatos de los seguidores de Cristina Fernández.
Un gesto claro de ello fue la presencia en las butacas, ante un Macri a punto de jurar en el cargo, del ex gobernador y actual senador José Alperovich, que junto a su par Beatriz Mirkin y al diputado José Orellana, desafiaron sin ruborizarse el mandato de los ultraK. Alperovich y Mirkin optaron así por hacer uso de la “libertad de acción” que había dado a los senadores del FpV Miguel Ángel Pichetto, ante la falta de acuerdo en el bloque de la Cámara Alta sobre si debían o no presenciar la asunción del nuevo jefe de Estado. Pero, más allá de ello, la presencia en el recinto marca que los senadores justicialistas por Tucumán podrían tener una postura más conciliadora y menos confrontativa con el nuevo Gobierno. Estarán, de ese modo, más cerca de la idea del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey (también en el recinto) que de la de quien supo ser su jefa política, Cristina.
El argumento
Orellana explicó con mayor claridad por qué decidió sentarse en su banca ayer al mediodía. “Es mi deber, mi responsabilidad, estar aquí por respeto al ganador. No hay que marcar diferencia con esta actitud. Hay que ver si la actitud del Presidente es positiva y favorece a los más humildes. A mí me votaron para estar aquí y ejercí mi rol, sin perder el sentido de pertenencia partidaria. Estoy aquí en representación de todos los tucumanos”, sostuvo.
Ratificó que el mandato del bloque era que no asistieran a la sesión. “Creo que faltó humildad de parte de Cristina; tuvo muchas actitudes desacertadas y llegamos a un lugar incómodo. Nuestra presencia o ausencia no es una votación; es parte del respeto por las instituciones. No quiere decir que con mi actitud no trabaje en equipo ni que deje el bloque; simplemente actué según creí que correspondía. Los tiempos son otros y la política es otra. Hubo un cambio, se lo pidió y hay que pensar en ello”, dijo el diputado del FpV, para luego ponderar el discurso de Macri.
Con sus palabras, Orellana también marcó que los rumores que corrieron ayer en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso tienen algo de cierto: el bloque del FpV estaría caminando hacia un quiebre desde el primer día de cambio de autoridades. Habrá que ver qué tan profunda es esa grieta y si finalmente se concreta.
Por lo pronto, los diputados tucumanos del peronismo que sí cumplieron con el mandato K fueron los camporistas Marcelo Santillán y Mabel Carrizo, la representante de Kolina, Alicia Soraire; y la luleña Miriam Gallardo. En cambio, los integrantes del interbloque Cambiemos por Tucumán tuvieron asistencia perfecta: la senadora Silvia Elías de Pérez y los diputados José Cano, Facundo Garretón, Juan Casañas y Teresita Villavicencio ratificaron su apoyo al macrismo.
En la ronda de gestos, la presencia de Elías de Pérez en la mesa de conducción de la bancada oficialista y entre los integrantes de la comitiva que recibió a Macri en el recinto fue un guiño para la tucumana. Garretón tampoco estuvo solo. Laura Alonso y Sergio Bergman, entre otros referentes del PRO, estuvieron cerca del parlamentario nacional tucumano. Los trascendidos de que el joven emprendedor podría ocupar un cargo en el Gobierno nacional finalmente no se concretarían. La coyuntura del nuevo oficialismo parlamentario obliga a preservar cada banca “pura” del PRO en el Congreso y eso terminaría dejando a Garretón en la Cámara de Diputados.
En el Congreso también quedó en claro que Cano se codea con la cúpula del poder macrista. Ocupó un espacio privilegiado entre los invitados y concentró la atención de funcionarios y periodistas nacionales. Cano prometió avanzar con el plan Belgrano cuanto antes y pelear por las economías regionales, en especial por los productores y por obras sanitarias para la región. Cano no aclaró, sin embargo, si finalmente renunciará como diputado y le dejará el puesto a su aliado de Libres del Sur, Federico Masso. La intención del radical es mantener su postura de no tomar licencia de un cargo para ocupar otro, pero negociaba con Cambiemos si “soltaba” o no ese voto a una fuerza política que podría terminar elevando la mano en contra de leyes que impulse el Presidente.
Otros dos gestos a leer de cara al futuro fueron los que dieron el gobernador, Juan Manzur, y el ex intendente de San Miguel de Tucumán, Domingo Amaya.
Manzur estuvo en el recinto y escuchó atentamente al nuevo Presidente. Al final de la asamblea, elogió su discurso. “Fueron palabras llenas de esperanza. Esperamos tener una buena relación con el nuevo Gobierno”, dijo, para luego confirmar su presencia en la reunión que Macri convocó para mañana a todos los gobernadores del país.
El mandatario tucumano mostró que está dispuesto a mostrarse dialoguista y poco confrontativo. Sabe que necesitará de la Nación, de sus recursos y de una relación cordial con el jefe de Estado nacional que contrarresten lo que puede ser una verdadera guerra con su ex rival electoral Cano.
Respecto de Amaya, asomó por el Congreso con timidez y sin hacer ruido. Acompañado por el intendente radical de Concepción, Roberto Sánchez, afirmó que estaba en Buenos Aires por cuestiones laborales. “No sé si llego a ver la asunción; tengo una reunión a las 12”, se excusó el peronista disidente. Pese a ello, y a que en los comicios nacionales se mostró siempre cercano a Daniel Scioli, es casi un hecho que el ex intendente ocupará un cargo de fuste en el Gobierno nacional: sería nombrado secretario de Vivienda de la Nación, algo que entre los opositores a Manzur en Tucumán esperan que se concrete la próxima semana.
Si finalmente Amaya ocupa ese cargo, el gobernador deberá lidiar con la dupla que lo enfrentó en las urnas en Tucumán en puestos clave y de manejo millonario de obras a nivel nacional.
Hasta aquí, son todos gestos que dejó la jura, con “santos y señas” de unos y otros. Todos intentan acomodarse a un nuevo e inesperado escenario, que requerirá de alianzas y de consensos.
El desafío y las nuevas posturas quedaron en evidencia entre las poltronas y los pasillos del histórico edificio del Congreso.
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