11 Diciembre 2015
John Koblin y Ravi Somaiya / The New York Times
Brooke Baldwin, presentadora de CNN, estaba al aire el 2 de diciembre cuando su productor le avisó que había otro tiroteo, esta vez, en San Bernardino, California. Baldwin no podía creerlo. “Y ahora vamos a esto”, dijo. “Otra vez”. Por segunda vez en seis días, estaba informando sobre un tiroteo en EEUU.
En una entrevista, describió la dificultad de equilibrar una apariencia profesional tranquila con su frustración acerca de informar sobre otra matanza. “Lo he hecho bastante. Estoy harta de hacerlo. Sé qué preguntas plantear. Me duele el alma por estas personas”, afirmó.
El de San Bernardino es un hecho que se ha vuelto demasiado conocido: dos atacantes habían matado a 14 personas y herido a 21. Apenas cinco días después de que un hombre había matado a tres y herido a nueve en un tiroteo en una clínica de planificación familiar en Colorado. Lo que otrora pareció un trágico acontecimiento único, se ha convertido en una práctica frecuente para editores y corresponsales.
“Hay personas a las que recurrimos, fuentes con las que hablamos, ángulos que revisamos”, explicó Rashida Jones, el editor de MSNBC.
Alison Mitchell, la editora nacional de The New York Times, había terminado de publicar en un perfil de Robert L. Dear, Jr., el sospechoso en el ataque contra la clínica de planificación familiar. “Horas después estamos haciendo esto”, contó, refiriéndose al tiroteo en California.
Ahora, hay una especie de manual de estrategias, afirmó Mitchell: envías más reporteros de los que originalmente pensabas, para identificar a las víctimas y “averiguar por qué lo hizo el gatillero, si es que alguna vez hay una respuesta”.
“Es nuestra obligación cubrirlos”, añadió. “No creo que deberíamos estarnos tomando a la ligera la pérdida de vidas en nuestro país”.
“Solía ser la excepción”, asevera Jay Wallace, vicepresidente de noticias en Fox News. Pero advierte que las redes sociales han impactado en la cobertura al aire que hace Fox.
“Ha cambiado el juego”, dijo. “Las últimas noticias se han vuelto ahora parte de nuestra vida. Vemos los tremendos picos de audiencia”.
También los editores deben decidir ahora cuáles tiroteos en masa son de mayor interés noticioso. El miércoles del ataque a San Bernardino hubo un tiroteo que dejó un muerto y tres heridos en Savannah, Georgia, pero tuvo poca cobertura.
“Parte de ello es cuestión de recursos”, argumentó Shani Hilton, el editor ejecutivo para noticias en BuzzFeed. “Vemos que está borboteando y se toman decisiones en el momento: ¿Son múltiples los sospechosos? ¿Hay muchos heridos?”.
Cameron Barr, director editorial de The Washington Post, dijo que también ve “lo que es relevante para el debate público, cone resonancia social, política o geopolítica”.
Los canales locales de noticas han aprendido cómo responder a los acontecimientos trágicos. KUSA-TV, la afiliada de la NBC en Denver, ha tenido que cubrir tres tiroteos en masa en los últimos 16 años: Columbine, en 1999; uno en un cine en Aurora, en 2012; y el ataque contra la clínica de Colorado Springs la semana pasada. Cuando ocurrió el tiroteo en la escuela de Columbine, “no teníamos un plan real para cubrir un acontecimiento como éste”, confesó Patti Dennis, vicepresidenta de noticias en Tegna Media, la propietaria de KUSA-TV. Pero después del tiroteo de la semana pasada, lamentó decir que ya tienen experiencia. “Me preocupa que como sociedad estamos viendo mucho de esto, nos vamos desensibilizar”.
Pero un manual de estrategias no necesariamente ayuda a una situación de “caso por caso”. Aunque hay hilos comunes en estos tiroteos en masa, cada historia es distinta, alerta David Rhodes, presidente de CBS News. “Nuestro trabajo es encontrar lo que es distintivo y revelarlo”.
Brooke Baldwin, presentadora de CNN, estaba al aire el 2 de diciembre cuando su productor le avisó que había otro tiroteo, esta vez, en San Bernardino, California. Baldwin no podía creerlo. “Y ahora vamos a esto”, dijo. “Otra vez”. Por segunda vez en seis días, estaba informando sobre un tiroteo en EEUU.
En una entrevista, describió la dificultad de equilibrar una apariencia profesional tranquila con su frustración acerca de informar sobre otra matanza. “Lo he hecho bastante. Estoy harta de hacerlo. Sé qué preguntas plantear. Me duele el alma por estas personas”, afirmó.
El de San Bernardino es un hecho que se ha vuelto demasiado conocido: dos atacantes habían matado a 14 personas y herido a 21. Apenas cinco días después de que un hombre había matado a tres y herido a nueve en un tiroteo en una clínica de planificación familiar en Colorado. Lo que otrora pareció un trágico acontecimiento único, se ha convertido en una práctica frecuente para editores y corresponsales.
“Hay personas a las que recurrimos, fuentes con las que hablamos, ángulos que revisamos”, explicó Rashida Jones, el editor de MSNBC.
Alison Mitchell, la editora nacional de The New York Times, había terminado de publicar en un perfil de Robert L. Dear, Jr., el sospechoso en el ataque contra la clínica de planificación familiar. “Horas después estamos haciendo esto”, contó, refiriéndose al tiroteo en California.
Ahora, hay una especie de manual de estrategias, afirmó Mitchell: envías más reporteros de los que originalmente pensabas, para identificar a las víctimas y “averiguar por qué lo hizo el gatillero, si es que alguna vez hay una respuesta”.
“Es nuestra obligación cubrirlos”, añadió. “No creo que deberíamos estarnos tomando a la ligera la pérdida de vidas en nuestro país”.
“Solía ser la excepción”, asevera Jay Wallace, vicepresidente de noticias en Fox News. Pero advierte que las redes sociales han impactado en la cobertura al aire que hace Fox.
“Ha cambiado el juego”, dijo. “Las últimas noticias se han vuelto ahora parte de nuestra vida. Vemos los tremendos picos de audiencia”.
También los editores deben decidir ahora cuáles tiroteos en masa son de mayor interés noticioso. El miércoles del ataque a San Bernardino hubo un tiroteo que dejó un muerto y tres heridos en Savannah, Georgia, pero tuvo poca cobertura.
“Parte de ello es cuestión de recursos”, argumentó Shani Hilton, el editor ejecutivo para noticias en BuzzFeed. “Vemos que está borboteando y se toman decisiones en el momento: ¿Son múltiples los sospechosos? ¿Hay muchos heridos?”.
Cameron Barr, director editorial de The Washington Post, dijo que también ve “lo que es relevante para el debate público, cone resonancia social, política o geopolítica”.
Los canales locales de noticas han aprendido cómo responder a los acontecimientos trágicos. KUSA-TV, la afiliada de la NBC en Denver, ha tenido que cubrir tres tiroteos en masa en los últimos 16 años: Columbine, en 1999; uno en un cine en Aurora, en 2012; y el ataque contra la clínica de Colorado Springs la semana pasada. Cuando ocurrió el tiroteo en la escuela de Columbine, “no teníamos un plan real para cubrir un acontecimiento como éste”, confesó Patti Dennis, vicepresidenta de noticias en Tegna Media, la propietaria de KUSA-TV. Pero después del tiroteo de la semana pasada, lamentó decir que ya tienen experiencia. “Me preocupa que como sociedad estamos viendo mucho de esto, nos vamos desensibilizar”.
Pero un manual de estrategias no necesariamente ayuda a una situación de “caso por caso”. Aunque hay hilos comunes en estos tiroteos en masa, cada historia es distinta, alerta David Rhodes, presidente de CBS News. “Nuestro trabajo es encontrar lo que es distintivo y revelarlo”.
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