Fotografiarse desnudas: una tendencia que crece entre las tucumanas
Retratar personas con poca o nada de ropa es un trabajo complejo, donde las miradas del artista, el modelo y el público se cruzan, creando significados nuevos en cada oportunidad. Tucumanos que se dedican a esto nos cuentan que hay detrás, y delante, de las cámaras.
A veces los defectos se esconden, poniendo énfasis en lo más bello de una modelo y disimulando lo menos agraciado. A veces se dan vuelta esos conceptos y el foco es lo grotesco o un nuevo concepto de belleza. A veces no se puede ser más explícito y otras se esconde mucho más de lo que se muestra. Puede ser erótico, sensual o ninguno de los dos. El mundo de la fotografía de desnudo es amplio y heterogéneo; es cuestión de pasearse por su historia para darse cuenta de que hay un gran espectro de posibilidades y el límite es la creatividad de quien está detrás del lente.
"El cuerpo en si encierra un sin fin de significaciones en la fotografía. El cuerpo desnudo aún más, porque no solo habla el cuerpo fotografiado, sino el fotógrafo en su expresión y el espectador. Según quien mire esa fotografía, la colocará en el ámbito de lo artístico, lo erótico, lo pornográfico o solo a nivel crítica. La realidad es que una fotografía de desnudo es tan 'pervertida' como quien la observa", opina Ger Riarte, que hace cinco años se dedica, entre otras cosas, a fotografiar a mujeres con poca o nada de ropa.
Así, están quienes buscan realzar la belleza de la mujer, enfocándose en sus atributos y dejando detrás de bambalinas lo que ellas no quieren mostrar. "Hago fotos boudoir (en francés significa "tocador"), que sería la mujer en un lugar íntimo, la habitación, frente al espejo. Ella se ve sexy. No se expone al público. Se ve y se reconoce. Intento mostrar la esencia de la mujer", describe Franco Villalobo, que suele dedicarle un buen tiempo a entrar en confianza con sus modelos, en busca de la imagen más sincera.
"Hago fotografías pensando sobre todo en lo escénico. Por un lado trabajo un estilo fetichista, por otro, y sobre todo, trato de investigar distintos estilos humanos desde una visión antropológica, que es desde donde me formé. Me atrae reflejar marcadamente los distintos estilos urbanos y lograr una sensualidad que exceda a los estereotipos de belleza. Como una cuestión de horizontalizar ese empoderamiento que sucede cuando la mujer se toma fotos", aporta desde otra vereda Andrés Herrera.
Y en eso coinciden todos. Al momento de tomarle una foto a un cuerpo, aparecen muchas miradas y muchas formas de mirar.
"Hay toda una serie de procesos mentales con los cuales se puede jugar. Lo que le produce mentalmente a esa mujer el experimentar su desnudez, el hecho de dejarse ver y explorar visualmente, verse ella misma desnuda, pero como la ve otra persona. Como la ve el fotógrafo y cómo la ve la gente. En definitiva me atrae lo que provoca y puedo decir desde el desnudo", suma Riarte, que publicó un libro sobre sus trabajos.
Los fotógrafos coinciden con que en los últimos años en la provincia este tipo de imágenes creció bastante. Cada vez son más las mujeres que se animan a mostrarse sin tapujos ante las cámaras, y cada vez son más los fotógrafos que están dispuestos a retratarlas.
"Hoy la mujer tiene más claro que puede y quiere ser más libre con su cuerpo, quiere gustarse, inmortalizarse en su mejor momento, enfrentar los prejuicios y dejar claro que ellas toman sus decisiones sobre sí mismas. Me parece una hermosa forma de protesta contra el machismo y la opresión a la mujer: dejar en claro que hace fotos desnudas o sensuales porque es libre y gusta de sí misma, no que lo hace para gustar a un hombre o una pareja", opina Riarte sobre el fenómeno que se siente de manera local.
En cuanto a la recepción, Herrera considera que a veces la gente se cierra en primeras impresiones. Por eso, apuesta a ir ampliando su espectro de trabajo y de esa manera hacer crecer el estereotipo de belleza, logrando así que más gente se sienta incluido en el. "Tucumán es heterogéneo, por eso a las fotos las reciben de distintas maneras. Mucho público de redes sociales lo estigmatiza, es más difícil ser mujer en Tucumán que hombre. Por otro lado creo que hay gente que se pone en posición de fan, de la modelo, de la artista o el fotógrafo. También hay un tema de que es muy amateur, sacan fotos y las suben a las redes sociales, sin fines comerciales, para mostrarlas, y eso está bueno", opina el fotógrafo, que actualmente trabaja con un grupo de danza, que tiene un estilo similar al dark cabaret.
"Mis fotos las reciben bien porque no es nada erótico ni explicito, yo prefiero mostrar curvas y piel. La gente después me dice que se queda con ganas de ver más, pero eso ya lo dejo a la imaginación. A mí no me gusta exponer a la persona, el objetivo de mis fotografías, que perduren con el tiempo, que no les de vergüenza en el futuro", se explica Villalobo, quien además hace films para bodas.
Aunque las fotos de mujeres, desnudas o no tanto, sean algunos de sus trabajos favoritos, en todos los casos no es su principal fuente de ingreso. Cada uno, a su manera, combina sus pasiones con trabajos más comerciales. Aun así, concluye Riarte, "aunque no se pueda vivir de esto, sí que es hermoso y muy satisfactorio vivir con esto".
ANÁLISIS
El cuerpo atravesado por el lenguaje
Bruno Ternavasio - Fotógrafo
La fotografía de desnudo es casi tan vieja como la fotografía misma. Se conocen daguerrotipos con este tema, y con los negativos en vidrio y las copias de albúmina el desnudo circuló en sus orígenes por dos canales, como fotografía erótica muy explícita en los burdeles y como fotografía “decente” con fines científicos o como estudios de la figura humana para servir de manera indirecta y complementaria para pintores y artistas.
A fines del siglo XIX y principios del XX, el pictorialismo impulsó la fotografía artística anhelando liberarla del servilismo a la pintura y el desnudo fotográfico se vio envuelto en un maravilloso torbellino de imágenes de todo tipo; pero debía seguir cumpliendo con ciertos cánones de “belleza y decencia”.
Las dos grandes guerras del siglo XX afectaron y transformaron irreversiblemente la imagen del cuerpo y su representación. Ahora los cuerpos son sólidos, nítidos y despojados de la idealización y alegoría de unos cuantos años atrás.
La regla se cumple en toda época, el cuerpo, el puro cuerpo, sólido y carnal; es cede de las inscripciones simbólicas que lo arman. El cuerpo atravesado por el lenguaje, el deseo, la ideología, la ciencia, la religión, el arte, la historia y el tiempo.
La representación del cuerpo está siendo cuestionada, desmantelada y reconstruida por el arte, la política, la ciencia y la ingeniería. Se puede esculpir y modelar permanentemente mediante cirugías acorde a cánones estéticos efímeros. Hay transfusiones, injertos y transplantes; gestarlo fuera del útero o mantenerlo vivo a pesar de la muerte cerebral; replantearse la identidad y diversidad de género demandando nuevas leyes; la moda y la publicidad alimentan expectativas ilusorias sobre su imagen.
Ciertas formas de arte denuncian estas ilusiones y muestran el desgarro. El arte, o exhibe la angustia crudamente, o la tapa con ornamentos, o lo que es mejor, da consuelo pero interpelando al espectador para confrontar alguna verdad oculta detrás de las formas de representación. Es así como, partiendo del desnudo, a veces se habla de otra cosa.
ANÁLISIS
Cuerpos desnudos y políticos
Julio Pantoja - Fotógrafo, docente-investigador de la UNT.
El desnudo fotográfico es tan viejo como la Fotografía misma. Los abordajes y modos de análisis a lo largo de su historia fueron y son muchísimos y, aunque en su enorme mayoría esta producción se redujo a mostrar mujeres jóvenes y bonitas desde un lugar misógino y machista, siempre hubo otras posibles miradas que fueron madurando con el correr del tiempo y que hoy tienen un espacio central en el universo fotográfico.
En lo personal me interesan especialmente esas otras miradas en las que, tomando cualquiera de las propuestas estéticas y técnicas disponibles, trabajan el cuerpo desnudo como una herramienta de expresión. Crudas o sutiles; frontales o elaboradas; pornos, sensuales o anodinas, estas fotografías tienen un potencial discursivo muy potente y directo que casi automáticamente puede convertirlas en un hecho político importante por su capacidad de interpelación.
La importancia y lo político de estas imágenes tal vez radique en la capacidad de provocación que todavía mantiene la desnudez en nuestras sociedades. Su despojamiento, en los muchos sentidos del término, lleva muy rápidamente la confrontación que provoca a espacios simbólicos recargados.
Su uso en la contemporaneidad es muy frecuente para transitar los espacios dinámicos de la percepción del género, permitiendo correrse de la mirada binaria que durante décadas no lograba escapar de antinomias básicas tales como hombre-mujer, lindo-feo o desnudo-vestido.
Corporalidad y conflicto, tensión y pasión, son tal vez las palabras clave que nos permiten problematizar la mirada sobre la desnudez; y la Fotografía es una herramienta privilegiada para resignificarlos y trabajar estos conceptos de un modo creativo y expresivo de gran valor para esa nueva historia de las artes que se reescribe día a día.