07 Diciembre 2015
TODOS CON ÉL. Nicolás Sánchez es el primero en festejar el gol de Lollo, a quien le toma la cara. También se sumó Noir. DYN
El fútbol es un mercado cruel, un circo temático que funciona si el resultado es favorable, sin importar si el juego fue bueno. Lo único que mueve el negocio es la victoria. Por eso, a veces este arte premia al que menos hace pero que mejor trabaja en pos de un resultado.
Eso hizo Racing en esta serie clásica con Independiente. Fue amarrete y a su vez, efectivo. Hizo negocio en el mismísimo infierno, cuando regresó al edén con un 2-0 positivo. Ayer, en su propio hábitat, cuidó la ventaja de los primeros 90 minutos. Aguantó gracias a las manos de su arquero y capitán Sebastián Saja, cuando parecía que su estrategia de pararse de contra tropezaba con la fuerza de voluntad de su visitante.
Perdió 2-1 Racing, pero ganó. Independiente perdió y no tendrá consuelo. No lo tendrá ni aún sabiendo que fue el que propuso en los dos partidos, que fue el que buscó desnivelar, el que atacó por los costados, por el centro; el que obligó a Saja a volar arriba, a los ángulos, a zambullirse en el piso. Su propuesta atractiva no funcionó, y todo por dos descuidos defensivos en el primer round, en el “Libertadores de América”, su hogar.
En fin, el fútbol es prueba y error y Racing, el amarrete, se ganó el derecho a participar de la Libertadores 2016 porque siempre encontró una respuesta en los momentos de mayor tensión, caso el 1-0 parcial de “Cebolla” Rodríguez, a los 67’. No terminaba de festejar Independiente que estaba vivo en la serie hasta que Luciano Lollo le apagó las llamas, a los 71’. Para colmo, Jesús Méndez veía la tarjeta roja injustamente y al rato Jorge Ortiz también se iba a las duchas antes del cierre regular, con justicia.
¿Estaba todo dicho? No. Lucero puso el 2-1 a los 91’ e Independiente creyó en el milagro. Casi lo consigue. Cuesta tuvo la suya a los 93’, pero su remate surcó el ángulo derecho de Saja. Respiró Racing.
Eso hizo Racing en esta serie clásica con Independiente. Fue amarrete y a su vez, efectivo. Hizo negocio en el mismísimo infierno, cuando regresó al edén con un 2-0 positivo. Ayer, en su propio hábitat, cuidó la ventaja de los primeros 90 minutos. Aguantó gracias a las manos de su arquero y capitán Sebastián Saja, cuando parecía que su estrategia de pararse de contra tropezaba con la fuerza de voluntad de su visitante.
Perdió 2-1 Racing, pero ganó. Independiente perdió y no tendrá consuelo. No lo tendrá ni aún sabiendo que fue el que propuso en los dos partidos, que fue el que buscó desnivelar, el que atacó por los costados, por el centro; el que obligó a Saja a volar arriba, a los ángulos, a zambullirse en el piso. Su propuesta atractiva no funcionó, y todo por dos descuidos defensivos en el primer round, en el “Libertadores de América”, su hogar.
En fin, el fútbol es prueba y error y Racing, el amarrete, se ganó el derecho a participar de la Libertadores 2016 porque siempre encontró una respuesta en los momentos de mayor tensión, caso el 1-0 parcial de “Cebolla” Rodríguez, a los 67’. No terminaba de festejar Independiente que estaba vivo en la serie hasta que Luciano Lollo le apagó las llamas, a los 71’. Para colmo, Jesús Méndez veía la tarjeta roja injustamente y al rato Jorge Ortiz también se iba a las duchas antes del cierre regular, con justicia.
¿Estaba todo dicho? No. Lucero puso el 2-1 a los 91’ e Independiente creyó en el milagro. Casi lo consigue. Cuesta tuvo la suya a los 93’, pero su remate surcó el ángulo derecho de Saja. Respiró Racing.