06 Diciembre 2015
Roberto Sánchez (ApB) no se había acomodado en el sillón de la intendencia de Concepción cuando tuvo que afrontar su primer conflicto político-gremial, que incluyó amenazas y manifestaciones.
“Después del 23 de agosto, enviamos una serie de consultas al municipio para ver el estado de situación. No nos contestaron ninguna. Al contrario, me mandaron una carta documento diciendo que nos enteraríamos cuando asumiéramos. Entramos sin la más mínima información. Cuando llegamos nos dimos con los 430 nombramientos (el cese de las efectivizaciones derivó en las protestas). La pasamos muy mal, cuando me pusieron las bombas en mi casa antes de asumir y a noche que sitiaron la intendencia”, renegó.
A más de un mes de reemplazar al oficialista Osvaldo Morelli (FpV), Sánchez está más tranquilo y pudo comenzar a ordenar la gestión, según expresó. Afirmó, sin embargo, que aún no habló ni se cruzó con su antecesor.
“No tan sólo no estaba saneado el municipio, como decía el ex intendente por todas las radios, sino que hay una deuda de $ 65 millones con la Provincia. Hasta julio era de $ 46 millones. En ese período también habían cobrado ‘fondos soja’ para obras. El último día que estuvieron fue el 30 de octubre y encontramos $ 35.000 de recaudación en caja. No se los llevaron porque no tuvieron tiempo”, consignó ofuscado el jefe municipal.
Aseguró que la Provincia lo está asistiendo económicamente para afrontar los salarios, incluidos los de los contratados por Morelli. Afirmó que hay descontento de muchos de los trabajadores porque fueron “engañados y usados”. Expresó no tener dudas de que las últimas acciones de Morelli fueron para entorpecer el inicio de su gestión y que lo logró puesto que vivió dos semanas de tensión, hasta que se solucionó el problema político.
Recuerda que en los primeros días en el edificio municipal no había papel, toner, palas ni combustibles. Que las paredes quedaron “peladas” y los veladores del despacho, sin focos. “Se llevaron maquetas y cuadros que había. Se llevaron todo. No hay computadoras”, lamentó. “Comenzamos a sacar fiado el combustible y los elementos que los empleados necesitaban para trabajar. El obrador es un cementerio de hierros, muchos vehículos están muy maltratados y se nota el mantenimiento cero. Muchos no tenían baterías, alternador ni cubiertas. Muy pocos están bien. Tuvimos que salir a alquilar camiones a terceros para la recolección y tractores. Estamos tratando de recomponerlos y ponerlos en servicio para los vecinos. De a poco vamos normalizando”, relató.
Sánchez añadió que están “mirando para adelante” y tratando de encontrar soluciones día a día para los problemas heredados.
“Después del 23 de agosto, enviamos una serie de consultas al municipio para ver el estado de situación. No nos contestaron ninguna. Al contrario, me mandaron una carta documento diciendo que nos enteraríamos cuando asumiéramos. Entramos sin la más mínima información. Cuando llegamos nos dimos con los 430 nombramientos (el cese de las efectivizaciones derivó en las protestas). La pasamos muy mal, cuando me pusieron las bombas en mi casa antes de asumir y a noche que sitiaron la intendencia”, renegó.
A más de un mes de reemplazar al oficialista Osvaldo Morelli (FpV), Sánchez está más tranquilo y pudo comenzar a ordenar la gestión, según expresó. Afirmó, sin embargo, que aún no habló ni se cruzó con su antecesor.
“No tan sólo no estaba saneado el municipio, como decía el ex intendente por todas las radios, sino que hay una deuda de $ 65 millones con la Provincia. Hasta julio era de $ 46 millones. En ese período también habían cobrado ‘fondos soja’ para obras. El último día que estuvieron fue el 30 de octubre y encontramos $ 35.000 de recaudación en caja. No se los llevaron porque no tuvieron tiempo”, consignó ofuscado el jefe municipal.
Aseguró que la Provincia lo está asistiendo económicamente para afrontar los salarios, incluidos los de los contratados por Morelli. Afirmó que hay descontento de muchos de los trabajadores porque fueron “engañados y usados”. Expresó no tener dudas de que las últimas acciones de Morelli fueron para entorpecer el inicio de su gestión y que lo logró puesto que vivió dos semanas de tensión, hasta que se solucionó el problema político.
Recuerda que en los primeros días en el edificio municipal no había papel, toner, palas ni combustibles. Que las paredes quedaron “peladas” y los veladores del despacho, sin focos. “Se llevaron maquetas y cuadros que había. Se llevaron todo. No hay computadoras”, lamentó. “Comenzamos a sacar fiado el combustible y los elementos que los empleados necesitaban para trabajar. El obrador es un cementerio de hierros, muchos vehículos están muy maltratados y se nota el mantenimiento cero. Muchos no tenían baterías, alternador ni cubiertas. Muy pocos están bien. Tuvimos que salir a alquilar camiones a terceros para la recolección y tractores. Estamos tratando de recomponerlos y ponerlos en servicio para los vecinos. De a poco vamos normalizando”, relató.
Sánchez añadió que están “mirando para adelante” y tratando de encontrar soluciones día a día para los problemas heredados.
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