Riera y el adiós a la dictadura

Riera y el adiós a la dictadura

06 Diciembre 2015
El juramento de Fernando Pedro Riera tuvo connotaciones históricas únicas: con su acceso al poder, terminaba la dictadura en Tucumán. La puesta en marcha de la gestión del dirigente justicialista, que había gobernado la provincia entre 1950 y 1952, fue motivo de una celebración popular “extraordinaria”, según consignó LA GACETA en la edición del 12 de diciembre de 1983. Los festejos en las inmediaciones del Poder Ejecutivo empezaron oficialmente a las 19, cuando dos ciudadanos escogidos entre el público arriaron la bandera; luego, fueron liberadas 350 palomas mensajeras. Al final del discurso inaugural de Riera, se encendieron las luces de la Casa de Gobierno. A las 21.15, el último gobernador de facto, Mario Fattor, dejó esa sede por la puerta lateral de la calle San Martín sólo acompañado por un chofer y un custodio.

El traslado del acto de transmisión del poder al teatro implicó, paulatinamente, el desplazamiento de la Plaza Independencia como ámbito de congregación de ciudadanos y adherentes. Ese cambio tuvo un punto de inflexión en 1995, con el juramento de Antonio Domingo Bussi, que prescindió por completo de la Casa de Gobierno. Para su período democrático -en 1976 había sido gobernador de facto-, el ex general luego condenado por delitos de lesa humanidad volvió a modificar el protocolo: juró ante la Legislatura y recibió los atributos de mando de parte de Ramón Ortega en el teatro San Martín. Luego y en presencia del entonces ministro Carlos Corach, pronunció un discurso de ocho minutos de duración.

Cuatro años después y con Bussi ausente, el peronista Julio Miranda se hizo cargo del Poder Ejecutivo. En el teatro San Martín, Jorge Rodríguez, jefe de Gabinete de Menem, entregó a Miranda el bastón. La ceremonia había llamado la atención de la prensa por su sencillez. Por primera vez desde 1983, ni el gobernador saliente ni sus colaboradores inmediatos participaban del traspaso del poder.

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