La bochornosa elección en la AFA

La bochornosa elección en la AFA

Fue un escándalo sin precedentes, que refleja una situación crítica y decadente, que viene arrastrando desde hace tiempo la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La elección para elegir el sucesor del fallecido Julio Grondona, que durante 35 años presidió la institución, fue bochornosa. Eran 75 los asambleístas que votaban y se registró un empate en 38, entre Luis Segura y Marcelo Tinelli, los dos postulantes al cargo. Hubo tres votos mellizos, aunque en dos se rompió el que sobraba y se los convalidó. Los comicios se suspendieron y se pasó a un cuarto intermedio.

Sufragaron representantes de las categorías Primera A, Primera B Nacional, Primera B Metropolitana, Primera C, Primera D y Federal A, del Consejo Federal y de Ligas del Interior. La votación no se pudo repetir porque dos asambleístas se retiraron del recinto luego de emitir su voto. Antes de la votación, hubo incidentes y denuncias de presiones y amenazas.

Ayer, el vicepresidente de Independiente Rivadavia de Mendoza declaró que había sido víctima de un intento de soborno para que cambiara su voto. “A mí me vinieron a hablar del Ascenso, me ofrecieron beneficios y dinero en la asamblea. Me ofrecieron $500.000 para el club... me imagino que hubo gente que agarró porque el día anterior teníamos 42 votos”, afirmó el tinellista. Pero luego dijo que estaba seguro de que Segura no había enviado a los coimeros.

Desde hace varios años el fútbol argentino navega en las aguas de la corrupción y de la impunidad. Los episodios de violencia, el poder de los barras bravas, que gozan de la protección de la dirigencia y de sectores del poder político. En mayo pasado, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos acusó de corrupción a 14 personas en el seno de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, entre las cuales había tres argentinos, y también se involucró a Grondona, fallecido en 2014. Ayer presentó un pedido de extradición a un juez federal de nuestro país de los ex dirigentes de la Conmebol, José Luis Meiszner y Eduardo Deluca.

Más allá de que haya una nueva votación en el transcurso de diciembre o que se conforme una lista de unidad, sería importante que la dirigencia del país propusiera la reformulación de esta entidad, que representa a una porción mínima de las instituciones futboleras.

Nuestra Carta Magna estableció un gobierno representativo, republicano y federal. Sin embargo, en la práctica rigió hasta nuestros días el centralismo. Algo parecido sucede con la AFA, que representa al fútbol argentino en una forma poco justa respecto de interior. La prueba está en que sólo 75 clubes tienen voz y voto, mientras que las varias centenas de entidades, distribuidas en torneos nacionales y en ligas locales, quedan excluidas. Debería permitirse a todos los clubes del país afiliarse, que las autoridades de la AFA fuesen elegidas por todos los asociados y los beneficios fueran repartidos equitativamente, si se quiere ser consecuente con lo de “fútbol para todos”.

Sin duda, la injerencia de la política mucho ha tenido que ver en esta crisis de transparencia. Tampoco se entiende que estos clubes que pagan cifras elevadas -algunas siderales- a sus jugadores y que funcionan como empresas, tengan que ser financiados por el Estado.

La corrupción enquistada en el sistema y en el poder es difícil de erradicar. Seguramente, el negocio del fútbol debe ser muy grande también en nuestro país para que nadie, ni siquiera la Justicia, se anime a tomar el toro por las astas. La fallida elección y la denuncia de intento de soborno del directivo mendocino son ejemplos de que hay muchas manzanas podridas en los cajones de la entidad madre del fútbol nacional.

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