Por Ezequiel Fernández Moores
29 Noviembre 2015
El país concluyó un agitado calendario electoral, pero ahora llega el turno del fútbol: el 3 de diciembre la AFA, el 6 Boca y el 26 de febrero la FIFA. En el país resulta difícil, por no decir imposible, separar la política del fútbol, un proceso electoral de otro. En la FIFA también.
Decir que en la AFA hay elecciones ya es una buena novedad. Un par de meses atrás se daba en el país casi como un hecho que el oficialismo ganaría las elecciones nacionales. El triunfo opositor de Mauricio Macri marcó un cambio profundo e inesperado. “La gente quiere un cambio, ya se expresó a nivel país”. Lo dijo Marcelo Tinelli. Tal vez su frase habría sido igual de efectista y acomodada si el que ganaba era Daniel Scioli. Tanto Tinelli como Luis Segura tuvieron cercanía con Julio Grondona. Imposible no tenerla si Grondona gobernó durante 35 años en la AFA. No es ese el problema. Pero está claro también que Segura, dicho sin sentido peyorativo, sino meramente descriptivo, representa la continuidad del “grondonismo”. Tinelli lo sabe. Y por eso, tras la victoria de Macri, avanza con el discurso del cambio. Pero en la elección de Macri participó todo el pueblo argentino. Y en la AFA votan 75 asambleístas. Y, los números, según parece, acompañan por ahora más al oficialismo de Segura.
Es cierto, el voto es secreto. Tinelli dijo públicamente que tiene más votos de los que aparecen, pero que algunos clubes no se definen públicamente porque todavía se están jugando ascensos y descensos. Una manera de decir que la vieja política del “grondonismo” todavía premia y castiga con arbitrajes o algunos otros trucos. Raúl Broglia, presidente de Rosario Central, dijo el viernes que su club fue perjudicado contra Boca en la polémica final de la Copa Argentina porque dio apoyo público a Tinelli. El animador de TV ya hizo trascender sus reuniones con Macri primero y con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta después. Fue una demostración de fuerza. De las que le gustan a Tinelli. Tan impactantes que, a veces, pueden convertirse en un bumerán. Fue también un juego de Cambiemos dentro de las elecciones de la AFA. Si lo hubiese hecho el gobierno kirchnerista o el propio Scioli, la reunión habría sido considerada acaso “una nueva presión de la política sobre el fútbol”. Macri cuenta hoy con el dulce sabor de la victoria. Y las reuniones con Tinelli disfrutan de un análisis benévolo. Sin segundas lecturas.
“El 76% de los ingresos de la AFA son del Estado. No se puede desconocer que el gobierno es tu principal sponsor, así que decir que no se mezcle la política con el fútbol es no entender el escenario”. Lo dijo Tinelli. Y tiene razón. Cuando esa sociedad moleste y no ayude, tal vez diga exactamente lo contrario.
Pero hay que leer la historia de la AFA para entender que la política siempre estuvo presente. Y mucho antes que el kirchnerismo. Antes que Juan Domingo Perón también. Hay mucho escrito sobre el tema. Los vínculos, eso sí, se hicieron mucho más profundos a partir del Fútbol Para Todos. Porque el Estado se convirtió en socio central. Y en Argentina, el Estado, guste o no, suele confundirse fácilmente con el gobierno. Otro dato: nunca antes un presidente argentino había usado tan directamente al fútbol como trampolín de su carrera política. Y no fue ningún presidente peronista justamente. Fue Macri. Boca, está claro, fue su trampolín.
Lo que cuesta más explicar en las elecciones de la AFA es entonces el voto de Boca, el club Pro por excelencia, pero que no elegirá “el cambio”, sino que se inclinará por Segura. Así, al menos lo dice su presidente, Daniel Angelici. Si hasta prestó su casa para el cierre de campaña, así como River se la dio a Tinelli. ¿Pero no es Angelici un operador clave de Macri en la justicia de Buenos Aires, como lo describen casi todos los analistas políticos? ¿Cómo explicar la contradicción de Macri supuestamente cercano a Tinelli y al Boca Pro de Angelici votando por Segura? “No vamos a apoyar a Tinelli porque el hincha de Boca no lo quiere”, blanqueó tiempo atrás el propio Angelici. El mismo Angelici que meses antes había dado un portazo en la AFA de Segura denunciando irregularidades. Pero las elecciones en Boca están demasiado pegadas. Y los hinchas de Boca, es cierto, no tienen buenos recuerdos de Tinelli, acaso desde aquel desafortunado escupitajo en pleno programa que el animador tiró al boquense Larry de Clay que lo cargaba al aire. Otros sugieren de modo malicioso que al propio Macri tampoco le incomodaría frenar el avance a veces arrollador de Tinelli. Si le va bien en la AFA, dicen esos analistas, ¿por qué no imaginarse a Tinelli como potencial rival en alguna futura elección ya no del fútbol, sino de la política? Si Macri lo hizo, ¿por qué no Tinelli?
El actor principal de las elecciones de Boca no es hoy Carlos Tevez, como algunos imaginaron, aunque el crack ya dijo hace tiempo que apoya a Angelici. El actor central es La Bombonera. Angelici propone un nuevo estadio, argumentando que falta espacio y en línea además con un proyecto de rezonificación impulsado en La Boca por el gobierno de la Ciudad. Todo monocolor. Azul y amarillo. Especialmente amarillo. La competencia, tanto José Beraldi como Jorge Amor Ameal, habla de renovar La Bombonera, no de mudarla. Sabe que la Bombonera comprende un fuerte sentimiento de pertenencia para el hincha. Y que ahora, además, es patrimonio del fútbol mundial. Lo dijo días atrás la revista inglesa Fourfourtwo, cuando ubicó a La Bombonera primera entre los 100 mejores estadios del mundo, más por historia y ambiente, claro, que por su comodidad, que no la tiene, excepto en los palcos VIP.
¿Acaso puede compararse La Bombonera con el impactante Allianz Arena de Bayern Munich o el Emirates del inglés Arsenal, por citar apenas algunos de los estadios más modernos y cómodos del fútbol mundial? ¿O con el nuevo Wembley o algunos de los nuevos estadios del Mundial de Brasil? El fútbol del mundo está pendiente no por las elecciones de la AFA ni de Boca, sino por las de la FIFA. Desde la muerte de Grondona, sabemos, el fútbol argentino perdió todo peso y presencia en la FIFA. Si siguiera vivo, Grondona acaso podría estar preso o sancionado por la Comisión Etica de la FIFA, tal el escándalo de corrupción que arrastró al presidente Joseph Blatter y a Michel Platini, que era principal candidato a la sucesión. ¿Por qué no iba a hacerlo con Grondona? La AFA, la de Segura o la de Tinelli, ya anunció que apoyará la postulación del suizo Gianni Infantino, actual secretario general de la UEFA, que impulsó su candidatura después de que Platini cayó en la volteada, arrastrado acaso por alguna declaración de Jerome Valcke, sancionado secretario general de la FIFA. La AFA votará a Infantino porque lo hará en bloque con la Conmebol, que se reunió esta semana en Río de Janeiro. Lo hizo en Río porque el nuevo jefe del fútbol brasileño, Marco Polo del Nero, no se anima a salir del país, temeroso de caer también en manos del FBI. La reunión de la Conmebol se realizó en el flamante edificio de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) llamado José María Marín, el hoy expresidente que cumple arresto domiciliario en Nueva York. La elección de la AFA se hará en el predio que lleva otro nombre conocido: Julio Humberto Grondona.
Decir que en la AFA hay elecciones ya es una buena novedad. Un par de meses atrás se daba en el país casi como un hecho que el oficialismo ganaría las elecciones nacionales. El triunfo opositor de Mauricio Macri marcó un cambio profundo e inesperado. “La gente quiere un cambio, ya se expresó a nivel país”. Lo dijo Marcelo Tinelli. Tal vez su frase habría sido igual de efectista y acomodada si el que ganaba era Daniel Scioli. Tanto Tinelli como Luis Segura tuvieron cercanía con Julio Grondona. Imposible no tenerla si Grondona gobernó durante 35 años en la AFA. No es ese el problema. Pero está claro también que Segura, dicho sin sentido peyorativo, sino meramente descriptivo, representa la continuidad del “grondonismo”. Tinelli lo sabe. Y por eso, tras la victoria de Macri, avanza con el discurso del cambio. Pero en la elección de Macri participó todo el pueblo argentino. Y en la AFA votan 75 asambleístas. Y, los números, según parece, acompañan por ahora más al oficialismo de Segura.
Es cierto, el voto es secreto. Tinelli dijo públicamente que tiene más votos de los que aparecen, pero que algunos clubes no se definen públicamente porque todavía se están jugando ascensos y descensos. Una manera de decir que la vieja política del “grondonismo” todavía premia y castiga con arbitrajes o algunos otros trucos. Raúl Broglia, presidente de Rosario Central, dijo el viernes que su club fue perjudicado contra Boca en la polémica final de la Copa Argentina porque dio apoyo público a Tinelli. El animador de TV ya hizo trascender sus reuniones con Macri primero y con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta después. Fue una demostración de fuerza. De las que le gustan a Tinelli. Tan impactantes que, a veces, pueden convertirse en un bumerán. Fue también un juego de Cambiemos dentro de las elecciones de la AFA. Si lo hubiese hecho el gobierno kirchnerista o el propio Scioli, la reunión habría sido considerada acaso “una nueva presión de la política sobre el fútbol”. Macri cuenta hoy con el dulce sabor de la victoria. Y las reuniones con Tinelli disfrutan de un análisis benévolo. Sin segundas lecturas.
“El 76% de los ingresos de la AFA son del Estado. No se puede desconocer que el gobierno es tu principal sponsor, así que decir que no se mezcle la política con el fútbol es no entender el escenario”. Lo dijo Tinelli. Y tiene razón. Cuando esa sociedad moleste y no ayude, tal vez diga exactamente lo contrario.
Pero hay que leer la historia de la AFA para entender que la política siempre estuvo presente. Y mucho antes que el kirchnerismo. Antes que Juan Domingo Perón también. Hay mucho escrito sobre el tema. Los vínculos, eso sí, se hicieron mucho más profundos a partir del Fútbol Para Todos. Porque el Estado se convirtió en socio central. Y en Argentina, el Estado, guste o no, suele confundirse fácilmente con el gobierno. Otro dato: nunca antes un presidente argentino había usado tan directamente al fútbol como trampolín de su carrera política. Y no fue ningún presidente peronista justamente. Fue Macri. Boca, está claro, fue su trampolín.
Lo que cuesta más explicar en las elecciones de la AFA es entonces el voto de Boca, el club Pro por excelencia, pero que no elegirá “el cambio”, sino que se inclinará por Segura. Así, al menos lo dice su presidente, Daniel Angelici. Si hasta prestó su casa para el cierre de campaña, así como River se la dio a Tinelli. ¿Pero no es Angelici un operador clave de Macri en la justicia de Buenos Aires, como lo describen casi todos los analistas políticos? ¿Cómo explicar la contradicción de Macri supuestamente cercano a Tinelli y al Boca Pro de Angelici votando por Segura? “No vamos a apoyar a Tinelli porque el hincha de Boca no lo quiere”, blanqueó tiempo atrás el propio Angelici. El mismo Angelici que meses antes había dado un portazo en la AFA de Segura denunciando irregularidades. Pero las elecciones en Boca están demasiado pegadas. Y los hinchas de Boca, es cierto, no tienen buenos recuerdos de Tinelli, acaso desde aquel desafortunado escupitajo en pleno programa que el animador tiró al boquense Larry de Clay que lo cargaba al aire. Otros sugieren de modo malicioso que al propio Macri tampoco le incomodaría frenar el avance a veces arrollador de Tinelli. Si le va bien en la AFA, dicen esos analistas, ¿por qué no imaginarse a Tinelli como potencial rival en alguna futura elección ya no del fútbol, sino de la política? Si Macri lo hizo, ¿por qué no Tinelli?
El actor principal de las elecciones de Boca no es hoy Carlos Tevez, como algunos imaginaron, aunque el crack ya dijo hace tiempo que apoya a Angelici. El actor central es La Bombonera. Angelici propone un nuevo estadio, argumentando que falta espacio y en línea además con un proyecto de rezonificación impulsado en La Boca por el gobierno de la Ciudad. Todo monocolor. Azul y amarillo. Especialmente amarillo. La competencia, tanto José Beraldi como Jorge Amor Ameal, habla de renovar La Bombonera, no de mudarla. Sabe que la Bombonera comprende un fuerte sentimiento de pertenencia para el hincha. Y que ahora, además, es patrimonio del fútbol mundial. Lo dijo días atrás la revista inglesa Fourfourtwo, cuando ubicó a La Bombonera primera entre los 100 mejores estadios del mundo, más por historia y ambiente, claro, que por su comodidad, que no la tiene, excepto en los palcos VIP.
¿Acaso puede compararse La Bombonera con el impactante Allianz Arena de Bayern Munich o el Emirates del inglés Arsenal, por citar apenas algunos de los estadios más modernos y cómodos del fútbol mundial? ¿O con el nuevo Wembley o algunos de los nuevos estadios del Mundial de Brasil? El fútbol del mundo está pendiente no por las elecciones de la AFA ni de Boca, sino por las de la FIFA. Desde la muerte de Grondona, sabemos, el fútbol argentino perdió todo peso y presencia en la FIFA. Si siguiera vivo, Grondona acaso podría estar preso o sancionado por la Comisión Etica de la FIFA, tal el escándalo de corrupción que arrastró al presidente Joseph Blatter y a Michel Platini, que era principal candidato a la sucesión. ¿Por qué no iba a hacerlo con Grondona? La AFA, la de Segura o la de Tinelli, ya anunció que apoyará la postulación del suizo Gianni Infantino, actual secretario general de la UEFA, que impulsó su candidatura después de que Platini cayó en la volteada, arrastrado acaso por alguna declaración de Jerome Valcke, sancionado secretario general de la FIFA. La AFA votará a Infantino porque lo hará en bloque con la Conmebol, que se reunió esta semana en Río de Janeiro. Lo hizo en Río porque el nuevo jefe del fútbol brasileño, Marco Polo del Nero, no se anima a salir del país, temeroso de caer también en manos del FBI. La reunión de la Conmebol se realizó en el flamante edificio de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) llamado José María Marín, el hoy expresidente que cumple arresto domiciliario en Nueva York. La elección de la AFA se hará en el predio que lleva otro nombre conocido: Julio Humberto Grondona.