Memoria del hombre que salvó al mundo

Memoria del hombre que salvó al mundo

El noruego Joachim Ronneberg saboteó el plan atómico alemán.

HÉROE NORUEGO. Ronneberg dice que, en realidad, tuvo mucha suerte. foto de Mauricio Lima / The New York Times HÉROE NORUEGO. Ronneberg dice que, en realidad, tuvo mucha suerte. foto de Mauricio Lima / The New York Times
29 Noviembre 2015
Andrew Higgins / The New York Times

Para ser la de un hombre que salvó al mundo, o al menos contribuyó a asegurar que Hitler nunca pusiera sus manos sobre una bomba nuclear, la visión de Joachim Ronneberg, de 96 años, sorprende por su falta de heroísmo. “Tantas cosas fueron mera suerte y casualidad... -afirmó sobre la misión de sabotaje que 1943 hizo estallar una planta noruega, la Norsk Hydro, vital para el programa nuclear de la Alemania nazi-. No había plan alguno. Tan solo esperábamos lo mejor”.

Ronneberg, el héroe de guerra más condecorado de Noruega, era el líder -y hoy es el único sobreviviente- de un comando que destruyó la fuente nazi de agua pesada, necesaria para producir armas nucleares. Pero él no lo tenía claro, y tuvieron que pasar años antes de que entendiera el propósito exacto y importancia de la tarea. Todo lo que le habían dicho los británicos antes de arrojarlo sobre una montaña noruega cubierta de nieve -relató- era que se necesitaba destruir una fila de tubos en la planta de Vermork.

Contó que sabía que Gran Bretaña había perdido más de 35 hombres en un desastroso intento de sabotear la planta el año anterior, pero no tenía idea de por qué estaba tan determinada a incapacitar una remota instalación en las montañas, cuyo único producto, hasta donde él sabía, era fertilizante.

“La primera vez que oí acerca de bombas atómicas y agua pesada fue después de que los estadounidenses arrojaron la bomba sobre Hiroshima y Nagasaki, en 1945 -reconoció-. Después, empezamos a entender nuestro ataque y la razón. Y también que, si hubiera fallado, Londres podría haber terminado “viéndose como Hiroshima”. Esta tardía comprensión de lo muchísimo que está en juego “fue una tremenda satisfacción”, dijo.

Lo que no fue

Los historiadores insiste desde hace largo tiempo en cuán cerca estuvo Hitler de desarrollar armas nucleares. El programa nuclear de alemán, lanzado mucho antes del Proyecto Manhattan, sufrió un gran tropiezo debido a que sus propios desarrollos científicos no habían avanzado tanto, pero también a los excepcionales saboteadores de su enemigo.

El desarrollo de la bomba fue maniatado, por un lado, por la huida y el asesinato de científicos judíos, pero incidió más gravemente de ña decisión del físico Werner Heisenberg de usar agua pesada, óxido de deuterio, en vez de grafito. El agua pesada no solo era menos efectiva que el grafito sino mucho más difícil de obtener en cantidades suficientemente grandes, lo que dejó a los nazis dependiendo del suministro constante de la planta Norsk Hydro, en Noruega.

Hay que reconocer que el ataque de Ronneberg desaceleró la búsqueda nazi de una bomba, pero no le asestó un golpe definitivo. De hecho, trabajaron rápidamente para reconstruir la planta en Vemork, y ello impulsó una serie de ataques con bombas por parte de Estados Unidos que enfureció incluso a noruegos contrarios a los nazis, por las bajas civiles que causaron.

Después, los alemanes intentaron desplazar el agua pesada que les quedaba en Noruega a Alemania, pero este esfuerzo colapsó cuando saboteadores noruegos, encabezados por un integrante del equipo de Ronneberg, Knut Haukerlid, hizo estallar un transbordador que transportaba la preciada carga.

Historia acallada

Y sin embargo, si bien han sido celebradas largamente por cineastas extranjeros, particularmente británicos, las hazañas de Ronneberg y otros nueve noruegos involucrados en frustrar el proyecto nuclear de los nazis se volvieron ampliamente conocidas en Noruega recién este año, cuando se emitió la miniserie “La guerra del agua pesada”, cuyos seis episodios se volvieron la sensación nacional.

También el reconocimiento oficial se demoró: la única estatua de Ronneberg existente fue levantada frente al Ayuntamiento de la ciudad donde vive recién el año pasado, para marcar su cumpleaños 95. En su base hay un mensaje inscrito -“La paz y la libertad no deben tomarse por seguras”-, que en opinión de Ronneberg, ha sido pasado por alto durante demasiado tiempo por muchos en Noruega. Sucede que los dolorosos recuerdos de colaboración con los nazis por parte del líder en tiempos de guerra, Vidkun Quisling, y su fascista régimen han silenciado el entusiasmo por una excesiva indagación en lo sucedido.

Pasado que avergüenza

Norsk Hydro sobrevivió a la guerra y hoy es un pilar de la economía noruega, por eso Ronneberg cree que es “bastante creíble” que los ejecutivos de la empresa, muchos de los cuales trabajaban estrechamente con los nazis, nunca fueron perseguidos por sus traiciones de tiempos bélicos.

El tema es aún tan delicado que la teleserie transmitida este año alteró los nombres de directivos de Norsk Hydro que habían colaborado con Hitler. De hecho, Ronneberg evitó durante varias décadas hablar en público acerca de la misión de 1943 pero, temiendo que sus compatriotas más jóvenes supieran poco sobre la guerra, empezó a abrirse en los años 70 y desde entonces ha hablado con regularidad en escuelas.

“Se habla mucho de ‘nunca más’, pero esto es imposible si no recordamos lo ocurrido en esos tiempos”, dijo Ronneberg. Recordar, agregó, se volverá más difícil a medida que su propia generación se va extinguiendo. “El desafío por delante es grande, porque será duro interesar a la gente en la historia cuando no quede nadie con vida que lo haya presenciado”.

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