27 Noviembre 2015
PRUEBA. Los policía se encuentran con cada vez más quioscos de drogas. la gaceta / ARCHIVO
Los narcotraficantes y las autoridades protagonizan una lucha sin cuartel. Las bandas que trafican o comercializan drogas buscan permanentemente estrategias para evitar ser atrapados. Los uniformados hacen lo imposible para encontrar sistemas que les permitan poner fin a las actividades de los hombres que se dedican a este negocio. En muchos casos, la lucha es desigual y casi imposible de emparejar por la falta de recursos humanos y tecnológicos. Es una nueva versión del eterno juego del policía y del ladrón, la confirmación de la teoría del ex comisario Luis Sueldo, que aseguraba que la “colcha siempre es corta para tapar todo el cuerpo”.
Pablo Camuña, fiscal federal 2, en una entrevista publicada en la edición de ayer de LA GACETA, describió la estrategia de la Justicia en nuestra provincia. “Estamos tratando de priorizar la narcocriminalidad sobre el menudeo, porque no tiene mucho sentido ir quiosco tras quiosco”, dijo.
La mayoría de las al menos siete bandas que operan en los barrios de la periferia parecieran estar muy al tanto de ese plan.
Los investigadores sostienen que cada vez son más los puntos de venta que abren en un mismo barrio. “Es como si abrieran sucursales para tener mayor presencia en el mercado. Generalmente blanquean la plata que obtienen de la venta comprando los inmuebles que usarán y, además, al tener varios locales, pueden racionar la cantidad de mercadería. Es decir, en caso de un allanamiento, sufrirán menos pérdidas en un secuestro. Todo les sale redondito”, dijo Hugo, el uniformado que se cansó de recorrer los barrios en busca de narcos.
Sistema de inteligencia
Dicen los pesquisas que no es sencillo llegar hasta los lugares donde estos hombres desarrollan su actividad. Aseguran que no sólo cuentan con un servicio de inteligencia que reacciona ante la presencia de un extraño, sino que cuentan con el dinero suficiente para comprar las voluntades en las fuerzas de seguridad y en la Justicia.
El “Garra”, líder de Los Garras, el grupo sospechoso de comercializar drogas en el barrio 11 de Marzo, contrató los servicios de una agente de la Digedrop. Ella se encargaba de avisarle cada vez que sus compañeros se aprestaban a allanarle algunos de sus puestos de venta o le daba la señal de que huyera porque sus pares estaban muy cerca de atraparlo. La “narcopolicía”, como se conoció el caso, fue detenida y procesada por la Justicia Federal.
Desde Salta llega otra inquietante versión. Raúl Reynoso, el juez Federal de Orán que está acusado de recibir coimas a cambios de liberar a narcos, según trascendió, estaría siendo investigado por haber favorecido a una tucumana.
De acuerdo a los rumores que circulan en Tribunales, la mujer, que sería integrante del Clan Toro, que fue sorprendida intentado ingresar una importante cantidad de pasta base desde Bolivia, habría abonado una importante suma de dinero para recuperar su libertad.
Los más fuertes
Hugo, en su charla con LA GACETA, cuenta que hay dos niveles de bandas narcos en Tucumán. Y las divide en las que adquieren la droga en Bolivia o Paraguay y las hacen ingresar al país y las que compran a distribuidores argentinos.
“Son más fuertes los primeros, porque ellos manejan y ganan más dinero. Además de la distribución, que tienen muy bien aceitada, cuentan con un sistema de cocinada, corte y estiramiento de las drogas, especialmente la pasta base y la cocaína”, explica el hombre, que nunca deja de mirar a todos lados cuando cuenta su experiencia.
¿Cómo hacen para blanquear el dinero? El infiltrado en el mundo de los narcos comenta que tienen decenas de alternativas que van desde compra de propiedades, inversiones en la city oficial y paralela -especialmente en mesas de dinero o entregan importantes sumas a usureros-, ayudando a los vecinos más necesitados en urgencias -así compran silencio-, asistiendo a las familias de sus “soldados” detenidos -de esta manera se aseguran lealtad- y comprando motocicletas y vehículos de alta gama, por supuesto, a nombre de terceros, que llegan a sus manos después de realizar extrañas triangulaciones.
“Si vos estás en un barrio de la periferia y ves circulando un auto de alta gama, con seguridad es de un clan”, dijo Hugo, antes de terminar su café y marcharse con rumbo desconocido, de manera sigilosa, pero segura.
Pablo Camuña, fiscal federal 2, en una entrevista publicada en la edición de ayer de LA GACETA, describió la estrategia de la Justicia en nuestra provincia. “Estamos tratando de priorizar la narcocriminalidad sobre el menudeo, porque no tiene mucho sentido ir quiosco tras quiosco”, dijo.
La mayoría de las al menos siete bandas que operan en los barrios de la periferia parecieran estar muy al tanto de ese plan.
Los investigadores sostienen que cada vez son más los puntos de venta que abren en un mismo barrio. “Es como si abrieran sucursales para tener mayor presencia en el mercado. Generalmente blanquean la plata que obtienen de la venta comprando los inmuebles que usarán y, además, al tener varios locales, pueden racionar la cantidad de mercadería. Es decir, en caso de un allanamiento, sufrirán menos pérdidas en un secuestro. Todo les sale redondito”, dijo Hugo, el uniformado que se cansó de recorrer los barrios en busca de narcos.
Sistema de inteligencia
Dicen los pesquisas que no es sencillo llegar hasta los lugares donde estos hombres desarrollan su actividad. Aseguran que no sólo cuentan con un servicio de inteligencia que reacciona ante la presencia de un extraño, sino que cuentan con el dinero suficiente para comprar las voluntades en las fuerzas de seguridad y en la Justicia.
El “Garra”, líder de Los Garras, el grupo sospechoso de comercializar drogas en el barrio 11 de Marzo, contrató los servicios de una agente de la Digedrop. Ella se encargaba de avisarle cada vez que sus compañeros se aprestaban a allanarle algunos de sus puestos de venta o le daba la señal de que huyera porque sus pares estaban muy cerca de atraparlo. La “narcopolicía”, como se conoció el caso, fue detenida y procesada por la Justicia Federal.
Desde Salta llega otra inquietante versión. Raúl Reynoso, el juez Federal de Orán que está acusado de recibir coimas a cambios de liberar a narcos, según trascendió, estaría siendo investigado por haber favorecido a una tucumana.
De acuerdo a los rumores que circulan en Tribunales, la mujer, que sería integrante del Clan Toro, que fue sorprendida intentado ingresar una importante cantidad de pasta base desde Bolivia, habría abonado una importante suma de dinero para recuperar su libertad.
Los más fuertes
Hugo, en su charla con LA GACETA, cuenta que hay dos niveles de bandas narcos en Tucumán. Y las divide en las que adquieren la droga en Bolivia o Paraguay y las hacen ingresar al país y las que compran a distribuidores argentinos.
“Son más fuertes los primeros, porque ellos manejan y ganan más dinero. Además de la distribución, que tienen muy bien aceitada, cuentan con un sistema de cocinada, corte y estiramiento de las drogas, especialmente la pasta base y la cocaína”, explica el hombre, que nunca deja de mirar a todos lados cuando cuenta su experiencia.
¿Cómo hacen para blanquear el dinero? El infiltrado en el mundo de los narcos comenta que tienen decenas de alternativas que van desde compra de propiedades, inversiones en la city oficial y paralela -especialmente en mesas de dinero o entregan importantes sumas a usureros-, ayudando a los vecinos más necesitados en urgencias -así compran silencio-, asistiendo a las familias de sus “soldados” detenidos -de esta manera se aseguran lealtad- y comprando motocicletas y vehículos de alta gama, por supuesto, a nombre de terceros, que llegan a sus manos después de realizar extrañas triangulaciones.
“Si vos estás en un barrio de la periferia y ves circulando un auto de alta gama, con seguridad es de un clan”, dijo Hugo, antes de terminar su café y marcharse con rumbo desconocido, de manera sigilosa, pero segura.
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