17 Octubre 2015
Envenenaron a dos perros para robar $ 150.000
Los ladrones maniataron a la empleada doméstica del comerciante Jaime Ariel Roselló y lograron abrir la caja fuerte en la que estaba el dinero. Los tres asaltantes que cometieron el atraco están prófugos. La empleada se arrastró hasta una ventana para pedir auxilio.
INVESTIGACIÓN. La Policía peritó la casa de los Roselló en busca de pruebas que los guíen hacia los ladrones. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
Tres ladrones arrancaron ayer la puerta de una caja fuerte para apoderarse de $ 150.000. El robo sucedió a las 8.15 en una casa ubicada en calle 6 al 100, en Villa Mariano Moreno. En esa propiedad vive el comerciante Jaime Ariel Roselló junto con su familia, pero en el momento en que se cometió el robo ninguno de ellos estaba en la vivienda. La única persona que se encontraba en la casa era Liliana Fernández, la empleada doméstica. Estaba trabajando cuando fue atacada por los asaltantes, quienes la maniataron con alambre para poder perpetrar el robo, informó la Policía.
Al ser entrevistada por LA GACETA, Fernández explicó que dos asaltantes la encañonaron por la espalda mientras que el otro le ataba las manos con alambre. “Llegué esta mañana a las 8 y después de abrirle la puerta al hijo más chico de la familia, me fui al fondo para levantar la ropa que estaba en la soga. Había puesto a cargar agua en un balde para comenzar a lavar cuando me apuntaron con dos pistolas en la cabeza y me dijeron que me quedara callada”, relató.
Pero los asaltantes no se conformaron con maniatar a la empleada y, para asegurarse de que iban a cometer el robo sin contratiempos, envenenaron al “Rubio” y a “Gordita”, los dos perros de la familia.
Los asaltantes tiraron a la empleada en una de las habitaciones y con las manos puestas hacia atrás, le ataron la pierna izquierda para evitar que se moviera. “Después me taparon con unas colchas y uno de ellos se quedó conmigo y mientras me apuntaba me decía que me iba a matar. Yo lloraba y lo único que hacía era pedirle a mi papá -quien murió hace poco más de un año- que me protegiera para que mi hijita de nueve años no quede sola”, agregó Fernández mientras acunaba en sus brazos a “Blanquita”, la única de las tres mascotas que logró salvarse de ser intoxicada con veneno.
Cuando los asaltantes se fueron, la víctima se arrastró como pudo hasta llegar a una ventana desde donde gritó pidiendo auxilio hasta que dos vecinos entraron en la vivienda para desatarla.
Claudia Albarracín, una de las vecinas de la cuadra, dijo que la zona es insegura y que, a pesar de que en los últimos tiempos mermaron, es usual que se cometan arrebatos en esa zona.
Plata para cubrir gastos
“Gordita” era una perra que, según su dueño, Jaime Roselló, tenía más 15 años. El comerciante estaba parado a unos dos metros de la galería donde el animal había caído muerto. “Los habrán matado para que no los ataquen. Pero les tienen que haber dado un veneno fulminante porque, por lo que nos dijo la empleada, cayeron muertos al instante. Esta es la primera vez que nos roban de esta manera. Otras veces nos habían sacado ropa de las sogas o algunas cosas que dejábamos en la ventana, pero nunca así. El dinero que se llevaron era el que tenía para pagar un envío de pollos que llega esta noche (por ayer)”, explicó.
Roselló también dijo que es dueño de un negocio en el que vende pollos y verduras al por mayor y que su familia trabaja con él. “No estábamos en la casa porque todos habíamos salido a trabajar. Con mi esposa nos levantamos todos los días a las 5 de la mañana para ir al Mercofrut. Nos dejaron sin la plata que usamos para cubrir todos los gastos”, concluyó.
Al ser entrevistada por LA GACETA, Fernández explicó que dos asaltantes la encañonaron por la espalda mientras que el otro le ataba las manos con alambre. “Llegué esta mañana a las 8 y después de abrirle la puerta al hijo más chico de la familia, me fui al fondo para levantar la ropa que estaba en la soga. Había puesto a cargar agua en un balde para comenzar a lavar cuando me apuntaron con dos pistolas en la cabeza y me dijeron que me quedara callada”, relató.
Pero los asaltantes no se conformaron con maniatar a la empleada y, para asegurarse de que iban a cometer el robo sin contratiempos, envenenaron al “Rubio” y a “Gordita”, los dos perros de la familia.
Los asaltantes tiraron a la empleada en una de las habitaciones y con las manos puestas hacia atrás, le ataron la pierna izquierda para evitar que se moviera. “Después me taparon con unas colchas y uno de ellos se quedó conmigo y mientras me apuntaba me decía que me iba a matar. Yo lloraba y lo único que hacía era pedirle a mi papá -quien murió hace poco más de un año- que me protegiera para que mi hijita de nueve años no quede sola”, agregó Fernández mientras acunaba en sus brazos a “Blanquita”, la única de las tres mascotas que logró salvarse de ser intoxicada con veneno.
Cuando los asaltantes se fueron, la víctima se arrastró como pudo hasta llegar a una ventana desde donde gritó pidiendo auxilio hasta que dos vecinos entraron en la vivienda para desatarla.
Claudia Albarracín, una de las vecinas de la cuadra, dijo que la zona es insegura y que, a pesar de que en los últimos tiempos mermaron, es usual que se cometan arrebatos en esa zona.
Plata para cubrir gastos
“Gordita” era una perra que, según su dueño, Jaime Roselló, tenía más 15 años. El comerciante estaba parado a unos dos metros de la galería donde el animal había caído muerto. “Los habrán matado para que no los ataquen. Pero les tienen que haber dado un veneno fulminante porque, por lo que nos dijo la empleada, cayeron muertos al instante. Esta es la primera vez que nos roban de esta manera. Otras veces nos habían sacado ropa de las sogas o algunas cosas que dejábamos en la ventana, pero nunca así. El dinero que se llevaron era el que tenía para pagar un envío de pollos que llega esta noche (por ayer)”, explicó.
Roselló también dijo que es dueño de un negocio en el que vende pollos y verduras al por mayor y que su familia trabaja con él. “No estábamos en la casa porque todos habíamos salido a trabajar. Con mi esposa nos levantamos todos los días a las 5 de la mañana para ir al Mercofrut. Nos dejaron sin la plata que usamos para cubrir todos los gastos”, concluyó.
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