21 Septiembre 2015
PRESENCIA. Matías Kranevitter, el volante de River, le gana la pelota a Lautaro Acosta de Lanús. dyn
Otro ensayo fallido, una nueva mueca de preocupación: antes de su estreno en la Copa Sudamericana, River volvió a dar muestras de que todavía se encuentra varado en Japón, en una especie de limbo entre la conquistada Copa Suruga y el Mundial de Clubes que vendrá.
El 1-1 con Lanús supuso para el “millo” su cuarto partido sin triunfos en el Monumental -habitual fortaleza, hoy devenida en tienda de campaña-, un balance de dos empates y dos derrotas, doloroso traspié en el superclásico incluido.
Esta vez, en una tarde-noche desangelada -con poca gente en el estadio y un viento helado que atravesó sus almas-, Marcelo Gallardo tuvo la intención de darle rodaje al eventual once que comenzará el miércoles ante la Liga de Quito su defensa del título subcontinental.
La prueba de laboratorio denominada “chau doble cinco” -dejó a Leonardo Ponzio en el banco y apostó a Leonardo Pisculichi como enganche-, no arrojó los dividendos esperados en un primer tiempo signado por la chatura, en el que River no pateó un tiro al arco hasta tiempo de descuento, cuando Fernando Monetti tuvo una gran doble salvada frente a Tabaré Viudez y Pisculichi.
Para entonces, Marcelo Barovero ya había rechazado “a lo Ubaldo Fillol” un remate de Miguel Almirón y sucumbido -sobre la hora- a un extraordinario misil de zurda de Nicolás Aguirre, en un tiro libre que hizo estallar a Guillermo y Gustavo Barros Schelotto en un banco y a Gallardo en el otro: Viudez perdió la pelota en el círculo central y Éder Álvarez Balanta hizo la falta que no le cometió una semana atrás a Sebastián Palacios, antes del bombazo de Nicolás Lodeiro. Aguirre la cambió por gol, para que River –otra vez- volviera a estar abajo en el marcador en su propia casa.
A la vuelta del entretiempo, Lanús puso “el colectivo” frente a su arco. Pero dio resultado solo un ratito, porque a Gallardo se le acabó la paciencia, y en menos de un cuarto de hora se quedó sin cambios: Camilo Mayada, Rodrigo Mora y Gonzalo Martínez a la cancha. Y la “Triple M” aportó mayor intensidad. Y River festejó un gol del año pasado: centro de pelota parada con guante de “Piscu”, anticipo ofensivo de Mora en el área chica.
Faltaba media hora, pero el partido podría haber concluido ahí mismo. Otro remate de tiro libre de “Piscu”, esta vez sacado por Monetti, y un par de contras inexpresivas de Lanús.
Es verdad que River dominó el balón en el complemento y maquilló su imagen. Pero a la postre fue insuficiente para cortar la malaria en reducto propio. Y, salvo que Gallardo reencuentre el equipo y el equipo se reencuentre a sí mismo, quizá también sea insuficiente para que pueda levantar un nuevo trofeo, de aquí a fin de año.
El 1-1 con Lanús supuso para el “millo” su cuarto partido sin triunfos en el Monumental -habitual fortaleza, hoy devenida en tienda de campaña-, un balance de dos empates y dos derrotas, doloroso traspié en el superclásico incluido.
Esta vez, en una tarde-noche desangelada -con poca gente en el estadio y un viento helado que atravesó sus almas-, Marcelo Gallardo tuvo la intención de darle rodaje al eventual once que comenzará el miércoles ante la Liga de Quito su defensa del título subcontinental.
La prueba de laboratorio denominada “chau doble cinco” -dejó a Leonardo Ponzio en el banco y apostó a Leonardo Pisculichi como enganche-, no arrojó los dividendos esperados en un primer tiempo signado por la chatura, en el que River no pateó un tiro al arco hasta tiempo de descuento, cuando Fernando Monetti tuvo una gran doble salvada frente a Tabaré Viudez y Pisculichi.
Para entonces, Marcelo Barovero ya había rechazado “a lo Ubaldo Fillol” un remate de Miguel Almirón y sucumbido -sobre la hora- a un extraordinario misil de zurda de Nicolás Aguirre, en un tiro libre que hizo estallar a Guillermo y Gustavo Barros Schelotto en un banco y a Gallardo en el otro: Viudez perdió la pelota en el círculo central y Éder Álvarez Balanta hizo la falta que no le cometió una semana atrás a Sebastián Palacios, antes del bombazo de Nicolás Lodeiro. Aguirre la cambió por gol, para que River –otra vez- volviera a estar abajo en el marcador en su propia casa.
A la vuelta del entretiempo, Lanús puso “el colectivo” frente a su arco. Pero dio resultado solo un ratito, porque a Gallardo se le acabó la paciencia, y en menos de un cuarto de hora se quedó sin cambios: Camilo Mayada, Rodrigo Mora y Gonzalo Martínez a la cancha. Y la “Triple M” aportó mayor intensidad. Y River festejó un gol del año pasado: centro de pelota parada con guante de “Piscu”, anticipo ofensivo de Mora en el área chica.
Faltaba media hora, pero el partido podría haber concluido ahí mismo. Otro remate de tiro libre de “Piscu”, esta vez sacado por Monetti, y un par de contras inexpresivas de Lanús.
Es verdad que River dominó el balón en el complemento y maquilló su imagen. Pero a la postre fue insuficiente para cortar la malaria en reducto propio. Y, salvo que Gallardo reencuentre el equipo y el equipo se reencuentre a sí mismo, quizá también sea insuficiente para que pueda levantar un nuevo trofeo, de aquí a fin de año.
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