09 Septiembre 2015
GARANTÍA. Eso transmite Lucchetti en el arco de Atlético. En Mendoza fue clave. FOTO DE MARIANELA SARMIENTO (ESPECIAL PARA LA GACETA)
Si a la pelota le dicen “bonita”, un campeonato sería la chica más atractiva del barrio para los participantes. La mejor del mundo, la única. Para conquistarla, primero hay que pasar pruebas ante un juez que viene a ser el ojo de Gran Hermano. No perder y sumar de a tres son pasos claves hasta la aprobación final de un padre para ver a la dama en el altar luego de la promesa de amor eterno. Entre los galanes con mayores posibilidades a quedarse con la chica más linda está Atlético, que tiene a uno de los conquistadores con mayor efectividad de seducción, Cristian Lucchetti. “Laucha” no hace goles. Lo suyo pasa por atajar y eso lo convierte en la peor pesadilla de sus adversarios. Es la Parca del contrario, el dolor de cabeza para el resto. Es la prueba de que arquero “mata” rival.
En Mendoza, “Laucha” volvió a hacer su trabajo, silencioso y doloroso. Antes de finalizar del primer tiempo, Agustín Sanfilippo estuvo a punto de lograr el 1 a 1, pero Lucchetti no se lo permitió. Desde el piso, casi vencido, sacó un remate con destino de gol.
Bomba desactivada
Pasaron los minutos, el día y los dedos de la mano derecha de “Laucha” aún sienten la secuela de la batalla ganada. “No sabés cómo me quedó la mano. ¡Qué bomba me pegaron!”, reconocía minutos después del misil desviado el arquero “decano” tras el 3-1 sobre Independiente Rivadavia.
“Era una jugada que podría habernos complicado, pero por suerte terminó bien para nosotros”, agregaba el capitán nacido en la tierra del buen vino, que después se ganó la lotería con su augurio. Pidió que Patronato pierda puntos y lo consiguió. También aseguró -y asegura- que la misión del grupo no se altera por nada del mundo. “Falta mucho, hay que seguir trabajando con humildad y hacer lo nuestro. Todavía somos segundos, así que debemos mantenernos como hasta ahora, dejando todo en cada partido que nos toque jugar”.
Con la frente en alto y el corazón palpitando cada vez más fuerte, el candidato, Atlético, se anima como ningún otro a dar el zarpazo, aunque sin sacarles la vista a otros adversarios que pueden moverle la estantería.
En el futuro inmediato, el sábado a las 18, visitará el Monumental Juventud Unida de Gualeguaychú, una piedra en el zapato. Sin embargo, en el “decano” sienten que a esta altura de la temporada “nada es imposible”, y su fundamento, tal cual lo recalca Lucchetti, es que el grupo se siente seguro y saben si hacen bien los deberes, el campeonato no será un sueño lejano, sino más bien uno palpable y visible.
En Mendoza, “Laucha” volvió a hacer su trabajo, silencioso y doloroso. Antes de finalizar del primer tiempo, Agustín Sanfilippo estuvo a punto de lograr el 1 a 1, pero Lucchetti no se lo permitió. Desde el piso, casi vencido, sacó un remate con destino de gol.
Bomba desactivada
Pasaron los minutos, el día y los dedos de la mano derecha de “Laucha” aún sienten la secuela de la batalla ganada. “No sabés cómo me quedó la mano. ¡Qué bomba me pegaron!”, reconocía minutos después del misil desviado el arquero “decano” tras el 3-1 sobre Independiente Rivadavia.
“Era una jugada que podría habernos complicado, pero por suerte terminó bien para nosotros”, agregaba el capitán nacido en la tierra del buen vino, que después se ganó la lotería con su augurio. Pidió que Patronato pierda puntos y lo consiguió. También aseguró -y asegura- que la misión del grupo no se altera por nada del mundo. “Falta mucho, hay que seguir trabajando con humildad y hacer lo nuestro. Todavía somos segundos, así que debemos mantenernos como hasta ahora, dejando todo en cada partido que nos toque jugar”.
Con la frente en alto y el corazón palpitando cada vez más fuerte, el candidato, Atlético, se anima como ningún otro a dar el zarpazo, aunque sin sacarles la vista a otros adversarios que pueden moverle la estantería.
En el futuro inmediato, el sábado a las 18, visitará el Monumental Juventud Unida de Gualeguaychú, una piedra en el zapato. Sin embargo, en el “decano” sienten que a esta altura de la temporada “nada es imposible”, y su fundamento, tal cual lo recalca Lucchetti, es que el grupo se siente seguro y saben si hacen bien los deberes, el campeonato no será un sueño lejano, sino más bien uno palpable y visible.
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