Por Leo Noli
07 Septiembre 2015
FOTO DE Marianela Sarmiento (ESPECIAL PARA LA GACETA)
Atlético merodea el Olimpo sintiéndose un buque acorazado con la movilidad de un avión caza. Embiste lo que sea y no se lastima. Y cuando avanza, lo hace sabiendo que el destino será escrito por su pluma. Así se entiende cómo sustenta su sueño de ascenso. A la brava pero jugando al fútbol, sintiendo la pelota y lastimando en los momentos propicios.
Independiente Rivadavia, una especie de mufa histórica, fue un suspiro de resignación. No tuvo material para coparle la trinchera a Cristian Lucchetti. Y cuando lo hizo, “Laucha” desactivó las granadas. Mendoza, la tierra del buen vino, gozó de la buena presencia de Atlético, que comenzó a definir el duelo rapidísimo.
Guillermo Acosta coronó una buena salida, un gran pase de Leandro González, con una notable ejecución personal. ¡Qué bomba cruzada y al ángulo clavó “Bebé”! La puso justo donde duermen las arañas. Ese misil fue un remanso para Atlético.
Siendo dueño parcial de los tres puntos, se puso en modo buque de guerra y no dejó pasar ni una mosca por sus costas. Hundió cuanta buena intención intentó forjar la “lepra”, un grupo con ganas pero con futbolistas que sintieron el peso de enfrentar a un candidato al ascenso.
El pobre de Alexis Viscarra la pasó realmente mal con González. Hizo lo que quiso el extremo, menos goles. De todos modos, no se sintió la ausencia de Luis Rodríguez, la máxima estrella del grupo. No se lo extrañó por el simple hecho de que a los goles Atlético los convirtió con convicción, haciendo todos sus deberes. Siendo el mejor, esperó y contraatacó.
Ahí se vio la velocidad de un ninja y la tozudez de un vikingo, como Cristian Menéndez, enemistado con la red pero vestido de asistidor. Le dio el pase gol a Emanuel Molina para el 2-0. Los que no marcan, asisten, está claro. González metió dos bochas claves. La de Acosta y la de Franco Sbuttoni, dueño de una precisa palomita en el 3-0. Al toque llegó el descuento, pero apenas sirvió para decorar un mural que pintó el candidato que sueña con el Olimpo.
Independiente Rivadavia, una especie de mufa histórica, fue un suspiro de resignación. No tuvo material para coparle la trinchera a Cristian Lucchetti. Y cuando lo hizo, “Laucha” desactivó las granadas. Mendoza, la tierra del buen vino, gozó de la buena presencia de Atlético, que comenzó a definir el duelo rapidísimo.
Guillermo Acosta coronó una buena salida, un gran pase de Leandro González, con una notable ejecución personal. ¡Qué bomba cruzada y al ángulo clavó “Bebé”! La puso justo donde duermen las arañas. Ese misil fue un remanso para Atlético.
Siendo dueño parcial de los tres puntos, se puso en modo buque de guerra y no dejó pasar ni una mosca por sus costas. Hundió cuanta buena intención intentó forjar la “lepra”, un grupo con ganas pero con futbolistas que sintieron el peso de enfrentar a un candidato al ascenso.
El pobre de Alexis Viscarra la pasó realmente mal con González. Hizo lo que quiso el extremo, menos goles. De todos modos, no se sintió la ausencia de Luis Rodríguez, la máxima estrella del grupo. No se lo extrañó por el simple hecho de que a los goles Atlético los convirtió con convicción, haciendo todos sus deberes. Siendo el mejor, esperó y contraatacó.
Ahí se vio la velocidad de un ninja y la tozudez de un vikingo, como Cristian Menéndez, enemistado con la red pero vestido de asistidor. Le dio el pase gol a Emanuel Molina para el 2-0. Los que no marcan, asisten, está claro. González metió dos bochas claves. La de Acosta y la de Franco Sbuttoni, dueño de una precisa palomita en el 3-0. Al toque llegó el descuento, pero apenas sirvió para decorar un mural que pintó el candidato que sueña con el Olimpo.
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