04 Septiembre 2015
JUSTO AHÍ. Imbert realiza un ejercicio lumbar, algo que tendrá que esperar algunas semanas más para poder repetir. LA GACETA / ARCHIVO
Juan Martín Imbert se alejó de Atlético por un tiempo. A no asustarse, el delantero devenido en volante sigue vinculado al club a través de un préstamo, pero la lesión en la columna, hace más de un mes, lo terminó marginando justo en su mejor momento.
El yerbabuenense no sólo dejó de participar activamente de los entrenamientos en las últimas semanas, sino que tuvo que pasar un buen tiempo en Buenos Aires y ya en calidad de jugador de Boca, actual dueño de su pase.
“Había ganado confianza y estaba aprovechando los minutos que me tocaron estar. Me molesta la situación pero estoy tranquilo”, explicó Imbert. Claro, no sólo él había encontrado su nivel (hacía poco que marcó su primer gol) sino también el equipo.
Su penar comenzó en los entrenamientos previos al partido contra Brown el 3 de agosto. Sintió dolores que no le impidieron jugar pero que, al primer duro golpe en el partido, lo obligaron a salir.
Los diagnósticos eran diversos y poco certeros. Lo cierto es que Boca prefirió que viaje a Buenos Aires para atenderse con Gabriel Rositto, especialista en columna.
En la última visita, el martes pasado, Rositto confirmó la fractura y el desplazamiento de una vértebra, lo cual preocupó a Imbert y familia. La operación nunca fue una opción. “Si hay una intervención te corto la carrera”, aclaró el médico. Por suerte, él y sus ayudantes son optimistas con que la vértebra se soldará correctamente.
La recuperación en total demandará ocho semanas (ya lleva cinco). “Quiero recuperarme bien y que no haya secuelas”, adelanta el jugador que ayer se reincorporó a las prácticas esperando que el tiempo cure las heridas y que, por sobre todo, pase rápido.
El yerbabuenense no sólo dejó de participar activamente de los entrenamientos en las últimas semanas, sino que tuvo que pasar un buen tiempo en Buenos Aires y ya en calidad de jugador de Boca, actual dueño de su pase.
“Había ganado confianza y estaba aprovechando los minutos que me tocaron estar. Me molesta la situación pero estoy tranquilo”, explicó Imbert. Claro, no sólo él había encontrado su nivel (hacía poco que marcó su primer gol) sino también el equipo.
Su penar comenzó en los entrenamientos previos al partido contra Brown el 3 de agosto. Sintió dolores que no le impidieron jugar pero que, al primer duro golpe en el partido, lo obligaron a salir.
Los diagnósticos eran diversos y poco certeros. Lo cierto es que Boca prefirió que viaje a Buenos Aires para atenderse con Gabriel Rositto, especialista en columna.
En la última visita, el martes pasado, Rositto confirmó la fractura y el desplazamiento de una vértebra, lo cual preocupó a Imbert y familia. La operación nunca fue una opción. “Si hay una intervención te corto la carrera”, aclaró el médico. Por suerte, él y sus ayudantes son optimistas con que la vértebra se soldará correctamente.
La recuperación en total demandará ocho semanas (ya lleva cinco). “Quiero recuperarme bien y que no haya secuelas”, adelanta el jugador que ayer se reincorporó a las prácticas esperando que el tiempo cure las heridas y que, por sobre todo, pase rápido.
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