Por Marcelo Androetto
31 Agosto 2015
NO PASARÁS. Bogado corta con falta al uruguayo Tabaré Viudez, que se escapaba rumbo al área de Huracán. télam
Por si quedaba alguna duda, River la disipó con su tercer partido consecutivo sin victoria: el campeón de América se bajó de la lucha por el título local, con un pálido empate 1-1 ante el reanimado Huracán de Federico Domínguez.
Como dos semanas atrás, al regreso de Japón, el contexto preanunciaba fiesta en el Monumental, con ese homenaje a los campeones de hace 40 años, con fenómenos como Fillol, Perfumo, Alonso y otros grandes protagonistas del River campeón 1975, como “Pinino” Mas y Morete. Pero al igual que contra San Martín de San Juan, tampoco frente a Huracán el “millo” pudo refrendar sus últimos logros en el plano internacional.
Y eso que fue todo (o casi) de River en el primer tiempo. Huracán prácticamente no pasó la mitad de la cancha, donde el dique de contención del triple 5 (Sánchez, Ponzio, González) sirvió para disimular un poco la indisimulable ausencia de Matías Kranevitter. Sólo el hábil y rápido Espinoza había preocupado un par de veces al “millo”, pero no al nivel de aquella rara final de Supercopa ganada por el “globo” a fines de abril.
El pecado de River en la etapa inicial quedó grabado en la chapa: debió sacar más diferencia en el marcador que la que plasmó parcialmente con ese cabezazo de Gonzalo Martínez que no caía nunca pero finalmente cayó detrás de la línea de gol.
Después de ese grito, quedaba por delante media hora antes de la pausa. Y el equipo de Marcelo Gallardo jugó como para golear: un remate de “Pity” bien resuelto por Marcos Díaz; un misil de Leonel Vangioni en el travesaño; unas pinceladas prometedoras de Tabaré Viudez; un par de aproximaciones de Rodrigo Mora en su regreso…
Pero claro, suele suceder y sucedió: tanto fue el cántaro a la fuente, que al final se rompe… en el otro arco. Y River canchereó una pelota y “Rolfi” Montenegro también cumplió con la ley del ex: acomodó la pelota en el aire para desairar a Eder Álvarez Balanta -que por ahora sí hace extrañar a Funes Mori- y gran definición de derecha, que tras desviarse en el colombiano, sentenció el poco probable pero muy real 1-1 en la chapa con el que Saúl Laverni pitó el final del primer capítulo.
¿El segundo? Un River demasiado acelerado e impreciso y un Huracán que hizo su negocio al jugar con el alma y “pinchar” el partido. Un tiro libre de Mora, un cabezazo débil del sustituto todavía en deuda Javier Saviola, y varias incursiones con olor a gol de un “Pity” endemoniado y engolosinado. Claro que la visita casi mete un pleno como entre semana frente a Tigre: solo que “Wanchope” Ábila no la embocó por duplicado en el área chica.
Así, las cosas, los hinchas se divirtieron con la inusitada escena de los grifos que se abrieron simultáneamente en pleno partido y los cánticos a voz en cuello que recordaban tiempos recientes, dedicados al “enemigo” Boca, ahora único puntero, solitario y ¿final?
Gol de Martínez
Gol de Montenegro
Como dos semanas atrás, al regreso de Japón, el contexto preanunciaba fiesta en el Monumental, con ese homenaje a los campeones de hace 40 años, con fenómenos como Fillol, Perfumo, Alonso y otros grandes protagonistas del River campeón 1975, como “Pinino” Mas y Morete. Pero al igual que contra San Martín de San Juan, tampoco frente a Huracán el “millo” pudo refrendar sus últimos logros en el plano internacional.
Y eso que fue todo (o casi) de River en el primer tiempo. Huracán prácticamente no pasó la mitad de la cancha, donde el dique de contención del triple 5 (Sánchez, Ponzio, González) sirvió para disimular un poco la indisimulable ausencia de Matías Kranevitter. Sólo el hábil y rápido Espinoza había preocupado un par de veces al “millo”, pero no al nivel de aquella rara final de Supercopa ganada por el “globo” a fines de abril.
El pecado de River en la etapa inicial quedó grabado en la chapa: debió sacar más diferencia en el marcador que la que plasmó parcialmente con ese cabezazo de Gonzalo Martínez que no caía nunca pero finalmente cayó detrás de la línea de gol.
Después de ese grito, quedaba por delante media hora antes de la pausa. Y el equipo de Marcelo Gallardo jugó como para golear: un remate de “Pity” bien resuelto por Marcos Díaz; un misil de Leonel Vangioni en el travesaño; unas pinceladas prometedoras de Tabaré Viudez; un par de aproximaciones de Rodrigo Mora en su regreso…
Pero claro, suele suceder y sucedió: tanto fue el cántaro a la fuente, que al final se rompe… en el otro arco. Y River canchereó una pelota y “Rolfi” Montenegro también cumplió con la ley del ex: acomodó la pelota en el aire para desairar a Eder Álvarez Balanta -que por ahora sí hace extrañar a Funes Mori- y gran definición de derecha, que tras desviarse en el colombiano, sentenció el poco probable pero muy real 1-1 en la chapa con el que Saúl Laverni pitó el final del primer capítulo.
¿El segundo? Un River demasiado acelerado e impreciso y un Huracán que hizo su negocio al jugar con el alma y “pinchar” el partido. Un tiro libre de Mora, un cabezazo débil del sustituto todavía en deuda Javier Saviola, y varias incursiones con olor a gol de un “Pity” endemoniado y engolosinado. Claro que la visita casi mete un pleno como entre semana frente a Tigre: solo que “Wanchope” Ábila no la embocó por duplicado en el área chica.
Así, las cosas, los hinchas se divirtieron con la inusitada escena de los grifos que se abrieron simultáneamente en pleno partido y los cánticos a voz en cuello que recordaban tiempos recientes, dedicados al “enemigo” Boca, ahora único puntero, solitario y ¿final?
Gol de Martínez
Gol de Montenegro
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