19 Agosto 2015
DIO SU APOYO. Rodríguez sonríe tras el entrenamiento de ayer. El simoqueño fue más condescendiente con Díaz. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
“No vi la jugada pero si fue para roja voy a hablar con él porque nos cuesta mucho cuando quedamos con uno menos”, supo decir Luis Rodríguez después de la infantil expulsión que sufrió Leandro Díaz ante Instituto, el martes pasado. El pisotón que le propinó a un rival dejó a Atlético con 10 jugadores, a Instituto con la bandeja servida para ganar el partido y a sus compañeros muy enojados por lo que pasó.
Transcurrida una semana, el humor del simoqueño (y del equipo en general) cambió radicalmente y aunque la televisión le entregó una imagen más que elocuente (la agresión existió) y la charla se concretó, el capitán decidió ser piadoso con Díaz.
“Hablamos con él. Son situaciones del partido y por ahí con las pulsaciones altas, comete esos errores”, explicó el goleador de Atlético en el torneo.
“Seguiremos hablando con él para que no vuelva a pasar. Sabemos que ya sucedió varias veces pero seguro está haciendo un mea culpa. Cuando te pasan esas cosas, tenés que hacer un clic y decirte a vos mismo: ‘estoy haciendo estupideces de las que no se benefician ni yo ni el equipo’”, explicó “Pulguita”.
De hecho, tal como dice su amigo y compañero, ambos se perjudican en igual dosis. Atlético perdió ese partido, el de Lanús, el de Huracán, en las tres rojas que vio desde que llegó al “decano”.
Perdió él también ya que fue suspendido por 10 fechas tras la expulsión ante el “globo” y ahora, como mínimo, serán otras dos. “Es una lástima porque encima venía teniendo un buen torneo”, se lamentó Rodríguez.
Díaz trabaja diferenciado por estas horas y en su gesto puede notarse que este nuevo error le costará algo más que dos partidos. Todo dependerá de si Juan Manuel Azconzábal tiene o no en cuenta la reincidencia en la que cayó el delantero que él había elegido para transitar esta parte del campeonato y que le había dado sus frutos: cinco goles en apenas 13 partidos como titular.
La bronca por perder esos partidos gracias a la inferioridad numérica en la que caen sus compañeros y el cuerpo técnico es proporcional a la que sienten por perderse a un delantero de sus características.
“Si él no tuviera estas cosas (sus constantes episodios de furia) estaría jugando en otra categoría. Al final reniego más con Díaz que con mi hijo, ¡ja!”, bromeó Rodríguez.
“Con Bautista (su hijo) seguiré renegando porque es chico pero espero que con Leandro ya no. Como jugador no hay nada para discutirle, lo necesitamos”, agregó.
Transcurrida una semana, el humor del simoqueño (y del equipo en general) cambió radicalmente y aunque la televisión le entregó una imagen más que elocuente (la agresión existió) y la charla se concretó, el capitán decidió ser piadoso con Díaz.
“Hablamos con él. Son situaciones del partido y por ahí con las pulsaciones altas, comete esos errores”, explicó el goleador de Atlético en el torneo.
“Seguiremos hablando con él para que no vuelva a pasar. Sabemos que ya sucedió varias veces pero seguro está haciendo un mea culpa. Cuando te pasan esas cosas, tenés que hacer un clic y decirte a vos mismo: ‘estoy haciendo estupideces de las que no se benefician ni yo ni el equipo’”, explicó “Pulguita”.
De hecho, tal como dice su amigo y compañero, ambos se perjudican en igual dosis. Atlético perdió ese partido, el de Lanús, el de Huracán, en las tres rojas que vio desde que llegó al “decano”.
Perdió él también ya que fue suspendido por 10 fechas tras la expulsión ante el “globo” y ahora, como mínimo, serán otras dos. “Es una lástima porque encima venía teniendo un buen torneo”, se lamentó Rodríguez.
Díaz trabaja diferenciado por estas horas y en su gesto puede notarse que este nuevo error le costará algo más que dos partidos. Todo dependerá de si Juan Manuel Azconzábal tiene o no en cuenta la reincidencia en la que cayó el delantero que él había elegido para transitar esta parte del campeonato y que le había dado sus frutos: cinco goles en apenas 13 partidos como titular.
La bronca por perder esos partidos gracias a la inferioridad numérica en la que caen sus compañeros y el cuerpo técnico es proporcional a la que sienten por perderse a un delantero de sus características.
“Si él no tuviera estas cosas (sus constantes episodios de furia) estaría jugando en otra categoría. Al final reniego más con Díaz que con mi hijo, ¡ja!”, bromeó Rodríguez.
“Con Bautista (su hijo) seguiré renegando porque es chico pero espero que con Leandro ya no. Como jugador no hay nada para discutirle, lo necesitamos”, agregó.