Máxima concentración

Máxima concentración

Convocada a entrenarse con el seleccionado nacional en el Cenard, Mayra Aguilar se pone como objetivo llegar a ser Puma

VERSÁTIL. En su club, suele jugar de apertura, pero en el seleccionado tucumano es medio scrum. “Tiene condiciones para ese puesto”, afirmó el técnico “Rudy” Medina. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI VERSÁTIL. En su club, suele jugar de apertura, pero en el seleccionado tucumano es medio scrum. “Tiene condiciones para ese puesto”, afirmó el técnico “Rudy” Medina. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
12 Agosto 2015
Tres veces a la semana, Mayra Aguilar se levanta a las 4.30 para esperar el colectivo de las 5. Dos horas después, llega a la Terminal y desde ahí camina hasta Los Tarcos, donde funciona la sede NOA del Pladar. Mientras espera en el vestuario a que sean las 8 para comenzar a entrenarse con las exigencias del alto rendimiento, se convence a sí misma de que todo ese esfuerzo algún día valdrá la pena.

De hecho, ya lo vale: por estos días, la jugadora de Alberdi se encuentra junto a otras cinco tucumanas en una concentración del seleccionado nacional femenino de seven, entrenándose en el Cenard con miras al repechaje olímpico que tendrá lugar el año que viene. No es la primera vez: ya en marzo había participado de otra concentración nacional junto a Noelia Savino, de Coipú. “La primera vez estaba muy nerviosa, porque era todo nuevo. Pero ahora estoy más tranquila, ya conozco los ejercicios y me está yendo mejor. Espero seguir así hasta el final”, cuenta Mayra desde Buenos Aires. Esta vez, junto a otra convocada de La Querencia: Andrea Romano.

Mayra reconoce que la primera vez que la invitaron a jugar al rugby, aceptó porque no tenía nada mejor que hacer. “Me llevó una amiga, porque en La Querencia necesitaban chicas. Tres días después ya jugué mi primer partido, contra Aguará. Ese día me mandé todas las macanas juntas. Lo único que sabía es que no debía dejar que me tacklearan, así que cuando agarraba la pelota, pisaba y me escapaba. Ahí sentí esa adrenalina que me encantó”, cuenta quien pronto se convertiría en una de las figuras del buen equipo de Alberdi, tercero en el Regional disputado hace 10 días en Aguilares.

Otros deportes

Como muchas otras rugbiers, Mayra probó primero con el hockey. “Nunca me gustó mucho. Me daba miedo que me pegaran con la bocha. Aunque el rugby pueda parecer un deporte muy torpe, la verdad es que si te entrenás y aprendés bien la técnica de cómo tacklear y cómo caer, no te golpeás mucho”, aclara Mayra, que también hizo vóley, karate y bicicleta.

“Me encantaba hacer de todo, aunque tarde o temprano dejaba. Por eso mi mamá al principio me decía que me dejara de embromar con esto del rugby, pero siempre me fue a ver. Y cuando se sumaron mis hermanas Tamara y Soledad, empezó a acompañarnos hasta en los entrenamientos. Después se sumó mi papá, que al principio tampoco estaba muy convencido. Gracias al rugby no andamos en la calle y nos empezamos a cuidar en las comidas y en las salidas. Gracias a Dios, mi familia me apoya y agradezco eso. Sé que otras chicas no tienen ese respaldo”, destaca.

Por sus condiciones, a Mayra la llamaron al Pladar, donde se prepara física y técnicamente para llegar a ser Puma. Sabe que lo único que la llevará hasta allí es lo que la ha traído hasta acá: el sacrificio. “Nunca dejé de entrenarme, a pesar de que soy asmática. Ir al Pladar son dos horas de ida y dos de vuelta, si tengo la suerte de que no haya cortes de ruta. Cuando llego a mi casa, me doy un baño, almuerzo algo y me voy al entrenamiento con el club. Y después de ahí a la Escuela, porque estudio para ser profesora de Educación Física. La verdad, termino muerta. Pero sé que todo esto valdrá la pena”, asegura Mayra, recortando su figura y pegándola en los planes futuros del seleccionado argentino.

El gran objetivo

“Cuando empecé, un entrenador me las presentó a las Pumas tucumanas, y desde entonces soñé ser como ellas. Sé que llegar a representar al país no es fácil, pero me lo puse como objetivo. A veces no me tengo tanta fe, pero si me llamaron a las concentraciones y me mandan rutinas de ejercicios, debe ser por algo. Creo que tendré mi oportunidad, pero debo ser paciente y seguir mejorando. Tengo 19 años, estoy empezando y tengo el tiempo a mi favor”.

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