La verdadera banda oriental

La verdadera banda oriental

Los uruguayos fueron claves en las tres copas Libertadores que consiguió el “millonario”

ÍDOLO. Carlos Sánchez fue una pieza esencial en el título. REUTERS (ARCHIVO) ÍDOLO. Carlos Sánchez fue una pieza esencial en el título. REUTERS (ARCHIVO)
Resulta curioso que una fábrica de jugadores identificados con la garra como lo es Uruguay, haya equipado tan bien a un club marcado por todo lo contrario, como River. Mucho más si ese equipamiento llegó en tres de los momentos más importantes en la historia del “millonario”: sus campeonatos de Copa Libertadores. El cuarto elemento en la memoria riverplatense, claro, es el título del Mundo que logró en Japón en 1986 ante Steaua Bucarest.

Los fanáticos más jóvenes que estuvieron ayer en el Monumental y vieron cómo su sueño, 19 años postergado, se hacía realidad, atesorarán las actuaciones de Carlos Sánchez, Rodrigo Mora, Camilo Mayada y Tabaré Viudez. Cada uno, a su manera, participó de manera preponderante para que el “millonario” venza a Tigres.

Sánchez marcó contra Tigres en la primera rueda. Pero su colaboración fue creciendo a medida que River lo hacía en la competición: le hizo el gol con el que eliminó a Boca en octavos de final, sin contar con haber tomado la responsabilidad de ejecutar el penal. En la fase siguiente, marcó el segundo, con el que River superaba en la llave a Cruzeiro, de visitante. Quizás, se trate del uruguayo más preponderante en la Libertadores que desde hoy ya descansa en las vitrinas del Monumental.

Rodrigo Mora y Sánchez fueron los goleadores del equipo en el torneo con cuatro goles que marcaron en partidos decisivos.

Pero Mayada y Viudez también hicieron lo suyo aún sin marcar. El primero tuvo que reemplazar a Gabriel Mercado, suspendido, en el partido de vuelta de la final. Viudez, por su parte, sacó de la galera un pase gol a Lucas Alario en semis, cuando Guaraní se venía con todo

Los de 30 años hacia arriba también recordarán a este trío pero no se olvida del que le permitió conseguir la Copa en 1996: Enzo Francescoli. El “Príncipe” no sólo condujo con asistencias, técnica y goles al campeonato que se definió con América de Cali, sino que también muchos le adjudican haber sido el segundo técnico del equipo, detrás de Ramón Díaz. Los que supieron de esa conflictiva relación entre el 9 y el DT dicen que incluso estaba por encima a tal punto de haber dado la charla técnica en el partido final.

“No lo hice, sólo le había pedido a Ramón hablar cinco minutos. Sentía que era mi última oportunidad de ganar la Copa y les dije: ‘No se imaginan cuánto valen estos 90 minutos’”, confesaría después el actual manager del club. Más allá de la aclaración, la influencia del uruguayo era mayúscula y ayuda a alimentar el mito: para ganar la Copa, River debe tener a sus vecinos orientales.

Hasta aquí hay poco de rusticidad en la nómina de uruguayos clave, pero la consagración de 1986 hace a la regla: el central Nelson Gutiérrez no dejó delantero con cabeza en esa edición. Pero no estuvo solo: Antonio Alzamendi aportó sus goles en las fases preliminares para que River levante su primera Libertadores.

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