Por Leo Noli
30 Julio 2015
GANÓ ARRIBA. El tucumano Kranevitter le corta la intención al Damm, el rapidito de Tigres que tuvo el triunfo y lo desperdició. télam
Bien por River. Bien por haber salido vivo en este primer capítulo de la final de la Copa Libertadores contra un Tigres que apenas si mostró los bigotes en un duelo que debió ser todo suyo pero que acabó apenas en el sabor amargo de saber que en el juego del gato y el ratón se enredó solito con los piolines que le tiró su enemigo.
Resulta que River fue un “millonario” en eso de multiplicarse a lo largo y a lo ancho de una cancha grande. Presionó como corresponde, bien arriba, al taco sin dejarle al dueño de casa tiempo para procesar una de ataque. Por eso el 0-0 fue un premio para la visita, porque el que tenía que haber arriesgado era el anfitrión. Igualmente, el “millo” jugó a lo que dice su manual de fútbol, aunque sin la precisión necesaria que acostumbra a regalar en los últimos metros.
Tuvo una River, aunque Nahuel Guzmán supo contrarrestar con un poco de suerte y buen tino. Fue un pase rasante de Carlos Sánchez cortado a la medida solicitada por Lucas Alario. Controló bien la pelota el ex Colón, pero cuando debió estirarla un poquito alejándola del achique de “Patón” no pudo. El ex Newell’s se robó la escena y el sueño de River de marcar la ventaja.
Pero así como el invitado estuvo cerca, Tigres estuvo pegado al triunfo. Le jugó a favor y en contra la fortuna. En una, quizás la más clara del partido, por la proximidad entre deseo de gol y red, Egidio Arévalo Ríos tiró un centro en paralelo colgado que pegó en Leonel Vangioni. El balón fue a la cabeza de Rafael Sóbis, y éste desenfundó un tremendo misil... a las manos de Barovero. Desperdicio total el suyo.
O sea, en un primer tiempo cerrado, en el que apenas ambos supieron exprimir pequeños lugares de la cancha, el complemento terminó siendo una extensión del pasado reciente. Tigres no supo entrarle a River, y River, cortado de aire, aguantó. Juninho probó a distancia y Barovero le amagó el canto. Lo mismo hizo “Trapito” con Jurgen Damm, que recibió en soledad (mal corte de Vangioni) y teniendo todo a su alcance para marcar, se encerró en su propia gambeta ante la presión de un Barovero que perdió hasta un brazo con tal de evitar la caída de River.
Resulta que River fue un “millonario” en eso de multiplicarse a lo largo y a lo ancho de una cancha grande. Presionó como corresponde, bien arriba, al taco sin dejarle al dueño de casa tiempo para procesar una de ataque. Por eso el 0-0 fue un premio para la visita, porque el que tenía que haber arriesgado era el anfitrión. Igualmente, el “millo” jugó a lo que dice su manual de fútbol, aunque sin la precisión necesaria que acostumbra a regalar en los últimos metros.
Tuvo una River, aunque Nahuel Guzmán supo contrarrestar con un poco de suerte y buen tino. Fue un pase rasante de Carlos Sánchez cortado a la medida solicitada por Lucas Alario. Controló bien la pelota el ex Colón, pero cuando debió estirarla un poquito alejándola del achique de “Patón” no pudo. El ex Newell’s se robó la escena y el sueño de River de marcar la ventaja.
Pero así como el invitado estuvo cerca, Tigres estuvo pegado al triunfo. Le jugó a favor y en contra la fortuna. En una, quizás la más clara del partido, por la proximidad entre deseo de gol y red, Egidio Arévalo Ríos tiró un centro en paralelo colgado que pegó en Leonel Vangioni. El balón fue a la cabeza de Rafael Sóbis, y éste desenfundó un tremendo misil... a las manos de Barovero. Desperdicio total el suyo.
O sea, en un primer tiempo cerrado, en el que apenas ambos supieron exprimir pequeños lugares de la cancha, el complemento terminó siendo una extensión del pasado reciente. Tigres no supo entrarle a River, y River, cortado de aire, aguantó. Juninho probó a distancia y Barovero le amagó el canto. Lo mismo hizo “Trapito” con Jurgen Damm, que recibió en soledad (mal corte de Vangioni) y teniendo todo a su alcance para marcar, se encerró en su propia gambeta ante la presión de un Barovero que perdió hasta un brazo con tal de evitar la caída de River.
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