El dobles fue una aplanadora

El dobles fue una aplanadora

Argentina venció a Serbia y ahora va por Bélgica.

FINAL SÚPER FELIZ. “Charly” Berlocq en el piso; “Leo” Mayer a punto de abrazarlo; el capitán Orsanic va a su encuentro.  reuters FINAL SÚPER FELIZ. “Charly” Berlocq en el piso; “Leo” Mayer a punto de abrazarlo; el capitán Orsanic va a su encuentro. reuters
Es fácil recordarlo. Durante el invierno de 2005, en Australia, David Nalbandian y Mariano Puerta dieron una exhibición para ganar el doble y comenzar a inclinar la balanza del triunfo argentino en aquella serie copera. Las similitudes con lo que pasó ayer son numerosas. Instancia de cuartos de final, enfrente una dupla de riesgo, y del lado propio un líder que la rompió y un compañero que la dejó chiquitita. Fue uno de esos días en los que a la pregunta “jugando así, quién les gana?”, la responde un silencio. La dimensión de la actuación de Leonardo Mayer y Carlos Berlocq en el triunfo sobre Nenad Zimonjic y Víctor Troicki no se alcanza a ver en la paliza que expresan los números: el 6-2, 6-4 y 6-1 queda corto. En la cancha hubo más diferencia aun. Sirve contar que la dupla argentina solo perdió 11 puntos con su saque en todo el partido y que no enfrentó siquiera un solo break point en contra. Aunque lo que mejor refleja su nivel fue la impotencia que mostraron ambos serbios. Parecieron principiantes superados. No tuvieron chance ni siquiera para intentar respuesta alguna. El festival de saques, devoluciones y cruces en la red se dictó en un idioma tenístico ajeno al que, ayer, manejaron los visitantes. Exactamente eso pasó: los serbios no entendieron de qué se trataba lo que fluía de las raquetas de “Leo” y “Charly”.

Las sensaciones del viernes habían sido muy contundentes. La confianza de Mayer lo convertía en alguien poco menos que invencible en la serie. Y su actuación lo confirmó. Elegido por el capitán Daniel Orsanic para jugar, salió convencido de su rol de líder y tiró del carro desde el primer punto del día. “Mirarlo me da seguridad”, dijo Berlocq en el cierre. Imposible no coincidir. E imposible, también, no ilusionarse con que ganar la semifinal, en Bélgica, es un sueño que puede hacerse realidad.

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