19 Julio 2015
CLIMAS EXTREMOS. La Puna Andina en una reserva natural de ecosistemas de microorganismos primitivos que facilitaron la vida hace millones de años. GENTILEZA DE María E. Farías
Si quisiéramos buscar pistas acerca de los orígenes de la vida en la Tierra no tendríamos que irnos tan lejos. Las lagunas de Socompa (Atacama) y otros humedales andinos conservan ecosistemas primitivos que explican cómo fue posible el desarrollo de la vida. En 2009, María Eugenia Farías, doctora en Microbiología y directora del laboratorio de investigaciones microbiológicas de lagunas andinas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), descubrió los estromatolitos de Socompa. Como ella lo explicó: “Se consideran los ecosistemas más primitivos de la tierra. A lo largo de millones de años han afectado la evolución del planeta fijando CO2 (Dióxido de Carbono) y produciendo grandes cantidades de O2 (Oxígeno) a través de la fotosíntesis, liberando el oxígeno a los mares, a la atmósfera y creando la capa de ozono”.
Este hallazgo ha traído consigo consecuencias sociales, educativas y culturales que involucran a las comunidades cercanas como Antofagasta, donde un grupo de estudiantes de la Escuela Antofagasta de la Sierra pasaron a la instancia provincial con su proyecto de los microbialitos de Pozo Bravo.
Esto no se agota ahí, el hallazgo motivó que se proponga una ruta científica llamada “del origen de la vida”. Además, los microbialitos de la Puna ya figuran en los libros de biología de la escuela secundaria. El mes que viene se presentará en Tolar Grande y en Salta el libro de divulgación cientifica “La Puna y la Tierra Primitiva” financiado por el gobierno de Salta.
Los orígenes
Para que se entienda, estos microorganismos pueden adoptar diferentes formas: estromatolitos, evaporitas y tapetes bacterianos. Gracias a estos descubrimientos -explica la investigadora- la puna andina ha demostrado ser un reservorio de biodiversidad microscópica que puede hacernos viajar a los orígenes de la vida en la Tierra hace 4.000 millones de años.
“Puede llevarnos a intuir cómo podría ser la vida en otros planetas y puede dar lugar a desarrollos en el área de la biotecnología. El estudio integral de estos ecosistemas, su valoración patrimonial y su preservación integral son un desafío que enfrentamos no solo los científicos sino también como sociedad”, señaló la científica.
Posteriores descubrimientos se hicieron en el Salar de Antofalla, en Catamarca, donde se han reportado dos humedales más habitados por estromatolitos, microbialitos y tapetes microbianos vivos que datan de hace 3.400 millones años. En La Laguna Diamante dentro del Volcán Galan, en la puna de Catamarca a 4.650 msnm, se reportó un hallazgo similar. Allí las condiciones son de alta radiación UV, alta salinidad y alcalinidad y con los niveles de arsénico más altos del planeta. “En esa laguna no solo hay microbialitos, sino también unos cristales rojos formados por las arqueas (organismos unicelulares parecidos a las bacterias, pero originados hace 3.000 millones de años) hipertolerantes a la sal y capaces de usar el arsénico como fuente de energía”, añadió Farías. Un proyecto presentado en la Cámara de Diputados solicita que se declare a esta laguna patrimonio de la Humanidad.
“Una vez que en el planeta hubo oxígeno (alrededor de 2.450 a 3.000 millones de años) las células primitivas, que todavía eran pequeñas organismos unicelulares, aprendieron a respirarlo. Respirar oxígeno permitió a esos organismos primitivos obtener energía y, como consecuencia, la vida se expandió, evolucionó más rápidamente a otras formas y se produjo la eclosión de biodiversidad del Cámbrico que llega a nuestros días”, explicó
Lo que tenemos aquí es único en el mundo. Otros hallazgos similares se hicieron en zonas junto al mar y tropicales como Australia, México y Bahamas. La gran diferencia -dijo Farías- es que las bacterias que se encuentran en la puna de Atacama están en altura y sobreviven en condiciones muy parecidas a las de sus antepasados de la Tierra primitiva: alta radiación ultravioleta, baja concentración de oxígeno, elevada presencia de gases volcánicos, existencia de agua salina, fuertes vientos y falta de alimento.
Este hallazgo ha traído consigo consecuencias sociales, educativas y culturales que involucran a las comunidades cercanas como Antofagasta, donde un grupo de estudiantes de la Escuela Antofagasta de la Sierra pasaron a la instancia provincial con su proyecto de los microbialitos de Pozo Bravo.
Esto no se agota ahí, el hallazgo motivó que se proponga una ruta científica llamada “del origen de la vida”. Además, los microbialitos de la Puna ya figuran en los libros de biología de la escuela secundaria. El mes que viene se presentará en Tolar Grande y en Salta el libro de divulgación cientifica “La Puna y la Tierra Primitiva” financiado por el gobierno de Salta.
Los orígenes
Para que se entienda, estos microorganismos pueden adoptar diferentes formas: estromatolitos, evaporitas y tapetes bacterianos. Gracias a estos descubrimientos -explica la investigadora- la puna andina ha demostrado ser un reservorio de biodiversidad microscópica que puede hacernos viajar a los orígenes de la vida en la Tierra hace 4.000 millones de años.
“Puede llevarnos a intuir cómo podría ser la vida en otros planetas y puede dar lugar a desarrollos en el área de la biotecnología. El estudio integral de estos ecosistemas, su valoración patrimonial y su preservación integral son un desafío que enfrentamos no solo los científicos sino también como sociedad”, señaló la científica.
Posteriores descubrimientos se hicieron en el Salar de Antofalla, en Catamarca, donde se han reportado dos humedales más habitados por estromatolitos, microbialitos y tapetes microbianos vivos que datan de hace 3.400 millones años. En La Laguna Diamante dentro del Volcán Galan, en la puna de Catamarca a 4.650 msnm, se reportó un hallazgo similar. Allí las condiciones son de alta radiación UV, alta salinidad y alcalinidad y con los niveles de arsénico más altos del planeta. “En esa laguna no solo hay microbialitos, sino también unos cristales rojos formados por las arqueas (organismos unicelulares parecidos a las bacterias, pero originados hace 3.000 millones de años) hipertolerantes a la sal y capaces de usar el arsénico como fuente de energía”, añadió Farías. Un proyecto presentado en la Cámara de Diputados solicita que se declare a esta laguna patrimonio de la Humanidad.
“Una vez que en el planeta hubo oxígeno (alrededor de 2.450 a 3.000 millones de años) las células primitivas, que todavía eran pequeñas organismos unicelulares, aprendieron a respirarlo. Respirar oxígeno permitió a esos organismos primitivos obtener energía y, como consecuencia, la vida se expandió, evolucionó más rápidamente a otras formas y se produjo la eclosión de biodiversidad del Cámbrico que llega a nuestros días”, explicó
Lo que tenemos aquí es único en el mundo. Otros hallazgos similares se hicieron en zonas junto al mar y tropicales como Australia, México y Bahamas. La gran diferencia -dijo Farías- es que las bacterias que se encuentran en la puna de Atacama están en altura y sobreviven en condiciones muy parecidas a las de sus antepasados de la Tierra primitiva: alta radiación ultravioleta, baja concentración de oxígeno, elevada presencia de gases volcánicos, existencia de agua salina, fuertes vientos y falta de alimento.
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