Por Natalia Viola
18 Julio 2015
Casa Histórica: su restauración se convirtió en polémica
La remodelación del museo ha despertado fuertes críticas por parte de historiadores tucumanos, que señalan que la nueva gráfica y el guión han simplificado la historia, le han quitado el tinte regional, su carácter revolucionario y la dimensión humana de los próceres. “Un billiken gigante”, es la opinión compartida por algunos de los consultados. Menos objetos, más paneles.
SALA DE LA JURA. Los retratos de los 29 congresales que antes se distribuían a lo largo del salón, ahora solo ocupan la primera parte en dos hileras.
Inmensos paneles de color azul con textos en blanco, mapas, imágenes y algunos objetos que remiten a fases, personajes, pueblos y contextos sociales y culturales que derivaron en el Congreso de 1816. El nuevo museo de la Casa Histórica es distinto. Los megaploteos ocupan la mayor parte de las salas, donde los objetos ya no son protagonistas.
Las refacciones comenzaron unas semanas antes de la visita de la presidenta, Cristina Kirchner para el 9 de Julio. Directo desde Buenos Aires desembarcaron técnicos y la concepción museográfica con la que se iba a plasmar el nuevo guión. Un guión que según varios historiadores tucumanos le ha quitado complejidad a la gesta independentista, ha transformado a los próceres en héroes, les ha sacado la dimensión humana y también borró huellas propias, la de los tucumanos en tiempos del virreinato. Si un turista se pregunta a quiénes perteneció la casa, esa información no la proporciona el nuevo guión.
En su sitio web, se puede saber que más de 700 objetos conforman el patrimonio del museo. Hoy quedó menos de la mitad.
Los objetos
“Ese museo tiene un patrimonio que es una barbaridad y es insólito no exhibirlo. Te pueden parecer lindos los carteles, pero no vas a ver museo. Termina siendo un Billiken gigante”, dice sin vueltas Sara Peña de Bascary, historiadora y por muchos años directora de la Casa Histórica. Con la nueva disposición de las salas se sacaron colecciones de platerías, pinturas que habían sido donadas por familias tradicionales de Tucumán, mobiliario, vestimenta original de algunos ilustres y otros objetos decorativos. “No están los sillones de madera tallada de Deán Funes y Alvear, ni el bastón que perteneció a Urquiza”, añade Peña de Bascary.
Cita lo que a su modo de ver son los tres grandes sinsentidos: Se descontextualizó el relato al suprimir la etapa Virreinal, Se ignoró la importancia de Tucumán en las Invasiones Inglesas y se colocó la figura de Bernabé Aráoz en la sala de los pueblos originarios, cuando debería ser una de las figuras centrales de la Batalla de Tucumán. Fue él quién convenció a Belgrano de que permaneciera en Tucumán y combatiera a los realistas.
“¿Qué va a suceder con lo que está guardado? La mejor manera de conservar algo es exhibiéndolo”, insiste la historiadora, que teme que con el paso de los años esos objetos se estropeen, pierdan o se los roben.
“Este nuevo guión no reinterpreta la historia, sino que es una mezcla extraña y muy light que le quita profundidad a lo que fue el proceso revolucionario”, añade Peña de Bascary.
La postura es compartida por Elena Perilli, reconocida historiadora, quién evaluó esta refacción como una pérdida para quien la visita. “La Sala de la Jura está atravesada por un caño, donde antes estaban los cordones y los retratos de los 29 congresales que declararon la Independencia fueron corridos hacia atrás, algunos quedaron encima de las puertas. Un espanto”, dijo.
La Casa Histórica depende de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos, que conduce Araceli Bellota. Fue ese organismo el que planteó la distribución, redactó la mayoría de los textos y definió qué objetos entrarían en la nueva exhibición.
“Es una falta de respeto”
Algunas familias evalúan retirar las donaciones que ya no están expuestas
¿Qué se hicieron y cuál será el destinos de las obras que colgaban de las paredes del museo? Es la pregunta que muchos expresaron a través de Facebook luego de una publicación crítica de Sara Peña de Bascary sobre el nuevo museo de la Casa Histórica. Jose María Posse, abogado e historiador, dijo sin vueltas. “Estamos evaluando junto con seis familias más retirar las obras que dimos en comodato al museo”. En su caso hace referencia a los retratos de doña Agueda Tejerina de Posse del pintor francés Amadeo Grass (1834). “Doña Agueda fue autora de la Proclama de la Mujer tucumana frente a las Invasiones Inglesas que es referido como ejemplo de pasión patriótica”, comentó. Pero no son los únicos que ya no aparecen, también faltan los retratos de Gregorio Aráoz de Lamadrid y de los dueños de casa, Francisca Bazán, casada con el español Miguel Laguna, entre otros.
Según Posse el malestar también fue manifestado más allá de las fronteras provinciales. “Se preguntan qué hace Artigas allí si fue enemigo del Congreso de 1816. Por él Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos no mandan representantes a Tucumán”, explica. Además remarca el hecho de que se haya colocado a Bernabé Aráoz en la sala dedicada a los pueblos originarios cuando, como también expresaron las historiadoras consultadas por LA GACETA, debería aparecer en la Batalla de Tucumán. “Esto demuestra dos cosas: una ignorancia supina por parte de quienes lo hicieron y una falta de respeto porque no consultaron a la junta de Estudios Históricos ni a quienes estudian y saben de historia de Tucumán”, opinó. Posse se mostró consternado por el atropelló que esto significó al personal de la Casa Histórica. “Conozco el respeto absoluto a la tradición y a la historia que siempre tuvo Patricia Fernández Murga (directora de la Casa Histórica), a quien pasaron por encima”, sostuvo. “Tucumán fue la sede del Congreso porque era la única provincia del virreinato que podía sostener con las armas a esos congresales, no por una cuestión geográfica. En los tucumanos la revolución se había hecho carne. Que no vengan a querer enseñarnos historia desde allá”, sintetizó.
Un museo que podría estar en otra provincia y daría lo mismo
A la historiadora Gabriela Lupiañez le suena a relato “envasado”. ¿Otra idea de museo?
“Una mirada de Patria Grande y Latinoamericana”, sintetizó Facundo Nanni, historiador e investigador de la Casa Histórica, tratando de explicar el concepto con el que desembarcó el equipo de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos para hacerse cargo de las remodelaciones.
“Responde si se quiere a un nuevo concepto de museo, donde el concepto y el hilo del relato importa más de lo que exhibís”, añadió Nanni. Conserva del anterior el trazado cronológico, pero esta vez arrancando desde las comunidades originarias (las revoluciones Andinas y de Tupac Amaru) y poniendo menos énfasis en el mundo colonial.
“Güemes y Artigas ocupan lugares destacados, algo que no pasaba antes. Tiene que ver con el rescate de la figuras de los caudillos”, añade.
Una visita por el museo llevó a la historiadora Gabriela Lupiañez a señalar que así como está ahora podría emplazarse en Mendoza, en Córdoba o en Jujuy y daría lo mismo. “Tal vez no sea una pregunta que se haga el turista, pero sí el tucumano: ‘¿qué sucedía en Tucumán en esos momentos?’”, reflexiona. Así como está presentada -añade- no se hace mención al esfuerzo que le significó a Tucumán recibir a toda esa gente. Según ella el relato da la sensación de “envasado”, porque se tiende a presentar algunas cuestiones en blanco o negro y se le quita tintes locales que le daban sentido a los acontecimientos. “Creo que debemos comenzar a pensar qué es lo que queremos celebrar los tucumanos para el Bicentenario”.
Lupiañez rescata los aciertos de esta restauración: la estética uniforme, algunos recursos son didácticos, un relato ordenado y el rescate de algunos agentes olvidados como los pueblos originarios y las mujeres. “Los recursos tecnológicos sirven para el publico en general y aggiornan el relato”, indica.
La pantalla táctil - aclara Nanni- que se presentó como una de las novedades no fue producto de la intervención de Buenos Aires, sino que fue realizado y concebido por los profesionales que trabajan en la Casa Histórica. También dos textos: el de las mujeres y el del contexto de la monarquía española.
Tanto Nanni como el resto de los historiadores consultados por LA GACETA reconocen la falta de participación que en esta nueva etapa tuvieron los investigadores tucumanos. También se dejaron de lado las refacciones que se venían haciendo con esfuerzo y presupuesto acotado.
Las refacciones comenzaron unas semanas antes de la visita de la presidenta, Cristina Kirchner para el 9 de Julio. Directo desde Buenos Aires desembarcaron técnicos y la concepción museográfica con la que se iba a plasmar el nuevo guión. Un guión que según varios historiadores tucumanos le ha quitado complejidad a la gesta independentista, ha transformado a los próceres en héroes, les ha sacado la dimensión humana y también borró huellas propias, la de los tucumanos en tiempos del virreinato. Si un turista se pregunta a quiénes perteneció la casa, esa información no la proporciona el nuevo guión.
En su sitio web, se puede saber que más de 700 objetos conforman el patrimonio del museo. Hoy quedó menos de la mitad.
Los objetos
“Ese museo tiene un patrimonio que es una barbaridad y es insólito no exhibirlo. Te pueden parecer lindos los carteles, pero no vas a ver museo. Termina siendo un Billiken gigante”, dice sin vueltas Sara Peña de Bascary, historiadora y por muchos años directora de la Casa Histórica. Con la nueva disposición de las salas se sacaron colecciones de platerías, pinturas que habían sido donadas por familias tradicionales de Tucumán, mobiliario, vestimenta original de algunos ilustres y otros objetos decorativos. “No están los sillones de madera tallada de Deán Funes y Alvear, ni el bastón que perteneció a Urquiza”, añade Peña de Bascary.
Cita lo que a su modo de ver son los tres grandes sinsentidos: Se descontextualizó el relato al suprimir la etapa Virreinal, Se ignoró la importancia de Tucumán en las Invasiones Inglesas y se colocó la figura de Bernabé Aráoz en la sala de los pueblos originarios, cuando debería ser una de las figuras centrales de la Batalla de Tucumán. Fue él quién convenció a Belgrano de que permaneciera en Tucumán y combatiera a los realistas.
“¿Qué va a suceder con lo que está guardado? La mejor manera de conservar algo es exhibiéndolo”, insiste la historiadora, que teme que con el paso de los años esos objetos se estropeen, pierdan o se los roben.
“Este nuevo guión no reinterpreta la historia, sino que es una mezcla extraña y muy light que le quita profundidad a lo que fue el proceso revolucionario”, añade Peña de Bascary.
La postura es compartida por Elena Perilli, reconocida historiadora, quién evaluó esta refacción como una pérdida para quien la visita. “La Sala de la Jura está atravesada por un caño, donde antes estaban los cordones y los retratos de los 29 congresales que declararon la Independencia fueron corridos hacia atrás, algunos quedaron encima de las puertas. Un espanto”, dijo.
La Casa Histórica depende de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos, que conduce Araceli Bellota. Fue ese organismo el que planteó la distribución, redactó la mayoría de los textos y definió qué objetos entrarían en la nueva exhibición.
“Es una falta de respeto”
Algunas familias evalúan retirar las donaciones que ya no están expuestas
¿Qué se hicieron y cuál será el destinos de las obras que colgaban de las paredes del museo? Es la pregunta que muchos expresaron a través de Facebook luego de una publicación crítica de Sara Peña de Bascary sobre el nuevo museo de la Casa Histórica. Jose María Posse, abogado e historiador, dijo sin vueltas. “Estamos evaluando junto con seis familias más retirar las obras que dimos en comodato al museo”. En su caso hace referencia a los retratos de doña Agueda Tejerina de Posse del pintor francés Amadeo Grass (1834). “Doña Agueda fue autora de la Proclama de la Mujer tucumana frente a las Invasiones Inglesas que es referido como ejemplo de pasión patriótica”, comentó. Pero no son los únicos que ya no aparecen, también faltan los retratos de Gregorio Aráoz de Lamadrid y de los dueños de casa, Francisca Bazán, casada con el español Miguel Laguna, entre otros.
Según Posse el malestar también fue manifestado más allá de las fronteras provinciales. “Se preguntan qué hace Artigas allí si fue enemigo del Congreso de 1816. Por él Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos no mandan representantes a Tucumán”, explica. Además remarca el hecho de que se haya colocado a Bernabé Aráoz en la sala dedicada a los pueblos originarios cuando, como también expresaron las historiadoras consultadas por LA GACETA, debería aparecer en la Batalla de Tucumán. “Esto demuestra dos cosas: una ignorancia supina por parte de quienes lo hicieron y una falta de respeto porque no consultaron a la junta de Estudios Históricos ni a quienes estudian y saben de historia de Tucumán”, opinó. Posse se mostró consternado por el atropelló que esto significó al personal de la Casa Histórica. “Conozco el respeto absoluto a la tradición y a la historia que siempre tuvo Patricia Fernández Murga (directora de la Casa Histórica), a quien pasaron por encima”, sostuvo. “Tucumán fue la sede del Congreso porque era la única provincia del virreinato que podía sostener con las armas a esos congresales, no por una cuestión geográfica. En los tucumanos la revolución se había hecho carne. Que no vengan a querer enseñarnos historia desde allá”, sintetizó.
Un museo que podría estar en otra provincia y daría lo mismo
A la historiadora Gabriela Lupiañez le suena a relato “envasado”. ¿Otra idea de museo?
“Una mirada de Patria Grande y Latinoamericana”, sintetizó Facundo Nanni, historiador e investigador de la Casa Histórica, tratando de explicar el concepto con el que desembarcó el equipo de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos para hacerse cargo de las remodelaciones.
“Responde si se quiere a un nuevo concepto de museo, donde el concepto y el hilo del relato importa más de lo que exhibís”, añadió Nanni. Conserva del anterior el trazado cronológico, pero esta vez arrancando desde las comunidades originarias (las revoluciones Andinas y de Tupac Amaru) y poniendo menos énfasis en el mundo colonial.
“Güemes y Artigas ocupan lugares destacados, algo que no pasaba antes. Tiene que ver con el rescate de la figuras de los caudillos”, añade.
Una visita por el museo llevó a la historiadora Gabriela Lupiañez a señalar que así como está ahora podría emplazarse en Mendoza, en Córdoba o en Jujuy y daría lo mismo. “Tal vez no sea una pregunta que se haga el turista, pero sí el tucumano: ‘¿qué sucedía en Tucumán en esos momentos?’”, reflexiona. Así como está presentada -añade- no se hace mención al esfuerzo que le significó a Tucumán recibir a toda esa gente. Según ella el relato da la sensación de “envasado”, porque se tiende a presentar algunas cuestiones en blanco o negro y se le quita tintes locales que le daban sentido a los acontecimientos. “Creo que debemos comenzar a pensar qué es lo que queremos celebrar los tucumanos para el Bicentenario”.
Lupiañez rescata los aciertos de esta restauración: la estética uniforme, algunos recursos son didácticos, un relato ordenado y el rescate de algunos agentes olvidados como los pueblos originarios y las mujeres. “Los recursos tecnológicos sirven para el publico en general y aggiornan el relato”, indica.
La pantalla táctil - aclara Nanni- que se presentó como una de las novedades no fue producto de la intervención de Buenos Aires, sino que fue realizado y concebido por los profesionales que trabajan en la Casa Histórica. También dos textos: el de las mujeres y el del contexto de la monarquía española.
Tanto Nanni como el resto de los historiadores consultados por LA GACETA reconocen la falta de participación que en esta nueva etapa tuvieron los investigadores tucumanos. También se dejaron de lado las refacciones que se venían haciendo con esfuerzo y presupuesto acotado.
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