24 Enero 2004
A pesar de estar encerrados, siguen delinquiendo. Un grupo de internos del penal de Villa Urquiza causa pánico entre varias personas a las que llaman para indicarles que tienen secuestrado a algún familiar. El hecho ya sucedió varias veces, pero en los últimos días se incrementó e, inclusive, involucró a personas del Poder Legislativo, como el parlamentario Carlos Canevaro.
Aún no se sabe cuál es el modus operandi de los delincuentes: si eligen a la víctima o esta queda librada al azar. Pero lo cierto es que llaman por teléfono y dicen: "lo llamamos de la Policía, hubo un accidente y una persona tenía este número en el bolsillo". La desesperación, por supuesto, se apodera de quien atiende el teléfono. El supuesto policía juega con esa situación, y así es como obtiene datos de familiares, de la vivienda e, incluso, del trabajo. De esta forma, averiguan el nombre de algún familiar muy cercano, que puede ser el hijo, el marido o la esposa. "A Josefina (nombre ficticio), la tenemos secuestrada. ¿usted se hará cargo?", dicen a continuación.
Influencia
La desesperación alcanza límites insospechados, ya que continuamente noticias sobre secuestros ocupan espacio en los diarios y los noticieros. "Vaya a un locutorio y compre tarjetas de teléfono", es la orden que reciben las víctimas de la estafa. Hasta el momento, algunos siguieron las instrucciones; pero otros, por suerte, descubrieron rápidamente que todo era un engaño. De todas maneras, la sensación que les ocasionó el falso secuestro fue espantosa. Un empleado del comercio que tiene Canevaro recibió ayer a la mañana un llamado. "Le dijeron que me tenían secuestrado y que iban a llevarle uno de mis dedos y un pedazo de piel para probarlo", relató el legislador, todavía conmovido por el suceso. "Le advirtieron que iban a llamar nuevamente para convenir el pago del rescate", agregó.
A Canevaro le pareció muy sospechoso que los delincuentes supieran datos personales de él, de su familia y que tuvieran conocimiento inclusive de su vehículo. "Hablé con (el ministro de Seguridad Ciudadana, Pablo) Baillo y le conté lo que estaba pasando. Entonces, mandaron policías de custodia, tanto para el negocio como para mi casa", aseguró Canevaro. De acuerdo con las averiguaciones realizadas por el legislador de Fuerza Republicana, el llamado partió, como en otros casos, del penal de Villa Urquiza. Desde el Gobierno se comprometieron con el legislador a investigar el caso.
Detalles morbosos
"A mi empleado le dieron detalles morbosos de lo que iban a hacerme si mis familiares no pagaban. Fue una cosa muy fea", expresó. "Desde la función pública puedo hacer muchas lecturas de toda esta situación. Hasta el vicegobernador tuvo que salir a defenderse de lo que decían unos panfletos", opinó. "Mi familia está muy afligida por lo que sucedió. Es increíble todo lo que sabían sobre nosotros", dijo Canevaro. "A mí me gustaría alertar a la ciudadanía sobre hechos como estos, para que no tengan que pasar por lo que me sucedió a mí", concluyó.Cuando este tipo de prácticas fue descubierta, hace un mes, el director de Institutos Penales, Ernesto Salas, dijo estar al tanto de lo que estaba sucediendo. "El problema es que el teléfono público que tienen los internos para comunicarse es un derecho; no podemos sacarlo", explicó Salas. Asimismo, indicó que tampoco se podía poner un guardia junto al teléfono para escuchar las conversaciones de los internos. Hasta ahora, sólo se trató de amenazas y quedó totalmente descartado que algún secuestro se haya producido efectivamente. La Gaceta habló ayer con otras dos personas que sufrieron este tipo de agresiones, y que pidieron que su identidad no sean revelada. Pero dieron detalles muy similares a los relatados por Canevaro: idénticas llamadas, iguales exigencias.
Por ahora, el caso quedará en la Justicia local, ya que la intervención de la Federal debería darse únicamente en caso de secuestro extorsivo. Algunos policías dijeron que hay que tener mucho cuidado con las reacciones ante este tipo de hechos, ya que, por ejemplo, salir de la casa para corroborar lo que dijeron puede dar lugar a que alguien ingrese y la desvalije.
Aún no se sabe cuál es el modus operandi de los delincuentes: si eligen a la víctima o esta queda librada al azar. Pero lo cierto es que llaman por teléfono y dicen: "lo llamamos de la Policía, hubo un accidente y una persona tenía este número en el bolsillo". La desesperación, por supuesto, se apodera de quien atiende el teléfono. El supuesto policía juega con esa situación, y así es como obtiene datos de familiares, de la vivienda e, incluso, del trabajo. De esta forma, averiguan el nombre de algún familiar muy cercano, que puede ser el hijo, el marido o la esposa. "A Josefina (nombre ficticio), la tenemos secuestrada. ¿usted se hará cargo?", dicen a continuación.
Influencia
La desesperación alcanza límites insospechados, ya que continuamente noticias sobre secuestros ocupan espacio en los diarios y los noticieros. "Vaya a un locutorio y compre tarjetas de teléfono", es la orden que reciben las víctimas de la estafa. Hasta el momento, algunos siguieron las instrucciones; pero otros, por suerte, descubrieron rápidamente que todo era un engaño. De todas maneras, la sensación que les ocasionó el falso secuestro fue espantosa. Un empleado del comercio que tiene Canevaro recibió ayer a la mañana un llamado. "Le dijeron que me tenían secuestrado y que iban a llevarle uno de mis dedos y un pedazo de piel para probarlo", relató el legislador, todavía conmovido por el suceso. "Le advirtieron que iban a llamar nuevamente para convenir el pago del rescate", agregó.
A Canevaro le pareció muy sospechoso que los delincuentes supieran datos personales de él, de su familia y que tuvieran conocimiento inclusive de su vehículo. "Hablé con (el ministro de Seguridad Ciudadana, Pablo) Baillo y le conté lo que estaba pasando. Entonces, mandaron policías de custodia, tanto para el negocio como para mi casa", aseguró Canevaro. De acuerdo con las averiguaciones realizadas por el legislador de Fuerza Republicana, el llamado partió, como en otros casos, del penal de Villa Urquiza. Desde el Gobierno se comprometieron con el legislador a investigar el caso.
Detalles morbosos
"A mi empleado le dieron detalles morbosos de lo que iban a hacerme si mis familiares no pagaban. Fue una cosa muy fea", expresó. "Desde la función pública puedo hacer muchas lecturas de toda esta situación. Hasta el vicegobernador tuvo que salir a defenderse de lo que decían unos panfletos", opinó. "Mi familia está muy afligida por lo que sucedió. Es increíble todo lo que sabían sobre nosotros", dijo Canevaro. "A mí me gustaría alertar a la ciudadanía sobre hechos como estos, para que no tengan que pasar por lo que me sucedió a mí", concluyó.Cuando este tipo de prácticas fue descubierta, hace un mes, el director de Institutos Penales, Ernesto Salas, dijo estar al tanto de lo que estaba sucediendo. "El problema es que el teléfono público que tienen los internos para comunicarse es un derecho; no podemos sacarlo", explicó Salas. Asimismo, indicó que tampoco se podía poner un guardia junto al teléfono para escuchar las conversaciones de los internos. Hasta ahora, sólo se trató de amenazas y quedó totalmente descartado que algún secuestro se haya producido efectivamente. La Gaceta habló ayer con otras dos personas que sufrieron este tipo de agresiones, y que pidieron que su identidad no sean revelada. Pero dieron detalles muy similares a los relatados por Canevaro: idénticas llamadas, iguales exigencias.
Por ahora, el caso quedará en la Justicia local, ya que la intervención de la Federal debería darse únicamente en caso de secuestro extorsivo. Algunos policías dijeron que hay que tener mucho cuidado con las reacciones ante este tipo de hechos, ya que, por ejemplo, salir de la casa para corroborar lo que dijeron puede dar lugar a que alguien ingrese y la desvalije.