Por LA GACETA
01 Julio 2015
Es una puerta a la imaginación. A los sueños. “La literatura es siempre una expedición a la verdad”, decía Franz Kafka, mientras que Ernesto Sábato sostenía que “leer les agrandará, chicos, el deseo, y el horizonte de la vida”. Con frecuencia se dice que los niños y jóvenes leen cada vez menos y se señala como responsables a la tecnología, a internet, a las horas que pasan frente a la PC o la netbook. Pero hay quienes opinan que, al contrario de lo que se dice, han contribuido a promover más la lectura.
En una entrevista que publicamos en nuestra edición de ayer, la destacada escritora Ana María Shua señala que actualmente se lee más que nunca, aunque de otro modo. “La desaparición del ‘libro de lectura’ permitió el ingreso de la literatura infantil en las escuelas, lo que me parece maravilloso. En nuestro país (y no pasa en todas partes) el libro tiene un lugar muy especial entre los ideales de la gente. Incluso los que no leen y quizás nunca leerán, tienen respeto y reverencia por los libros. Por supuesto que podría leerse más y mejor y, en ese sentido, los Planes Nacionales de Lectura están haciendo un trabajo interesante. Pero no me gusta mucho dar una opinión sobre cuestiones estadísticas, que en realidad no son opinables: hay o debería haber números para saber qué está pasando. Yo no tengo datos precisos”, señaló.
La autora de “Los amores de Laurita” dijo que la literatura se expande de todas las formas posibles. “Hace cien años, ¿qué porcentaje de los habitantes de este mundo eran analfabetos? Hoy la industria editorial está produciendo libros como nunca antes. El e-book avanza a través de los lectores electrónicos, que son un invento maravilloso. Internet nos permite acceder a muchos libros que antes no se conseguían (casi todos los clásicos están on line). Para mí, las nuevas tecnologías son una fiesta para la literatura y un festín para los lectores”.
Una de las bondades de las tecnologías digitales y en especial de internet, es que han horizontalizado el conocimiento y le han dado una proyección global. Como bien señala la escritora, en la web, los clásicos están al alcance de todos.
Generar el hábito de la lectura sigue siendo un desafío en la actualidad, como también lo era antes. En estos tiempos en que la cultura audiovisual ha invadido una buena parte del mundo, el placer de tener un libro entre las manos se ha ido relegando. Es importante recrear no sólo la costumbre de leer entre los niños, sino también en los adultos porque si los padres no leen posiblemente sus hijos no lo hagan. No se trata de regalarles libros sino de leer con ellos y de intercambiar luego puntos de vista sobre lo que se ha leído.
Del mismo modo, se debe incentivar la lectura en los docentes, ya desde su formación. Si ellos no leen -no importa tanto el formato: libro o PC-, poco o nada pueden estimular a los alumnos a que lo hagan. Si la tecnología permite que los chicos lean ahora más que antes, bienvenida sea. Pero no se trata sólo de leer, sino de reflexionar a partir de la lectura. “La literatura es una fuerza en el mundo y no me imagino la vida sin literatura. Siempre hay un lector y un libro. Es una relación uno a uno, autor y lector colaborando juntos. Y en cierto sentido, es el único lugar del mundo donde dos extraños pueden conocerse y reunirse en términos de igualdad”, afirma el escritor estadounidense Paul Auster.
En una entrevista que publicamos en nuestra edición de ayer, la destacada escritora Ana María Shua señala que actualmente se lee más que nunca, aunque de otro modo. “La desaparición del ‘libro de lectura’ permitió el ingreso de la literatura infantil en las escuelas, lo que me parece maravilloso. En nuestro país (y no pasa en todas partes) el libro tiene un lugar muy especial entre los ideales de la gente. Incluso los que no leen y quizás nunca leerán, tienen respeto y reverencia por los libros. Por supuesto que podría leerse más y mejor y, en ese sentido, los Planes Nacionales de Lectura están haciendo un trabajo interesante. Pero no me gusta mucho dar una opinión sobre cuestiones estadísticas, que en realidad no son opinables: hay o debería haber números para saber qué está pasando. Yo no tengo datos precisos”, señaló.
La autora de “Los amores de Laurita” dijo que la literatura se expande de todas las formas posibles. “Hace cien años, ¿qué porcentaje de los habitantes de este mundo eran analfabetos? Hoy la industria editorial está produciendo libros como nunca antes. El e-book avanza a través de los lectores electrónicos, que son un invento maravilloso. Internet nos permite acceder a muchos libros que antes no se conseguían (casi todos los clásicos están on line). Para mí, las nuevas tecnologías son una fiesta para la literatura y un festín para los lectores”.
Una de las bondades de las tecnologías digitales y en especial de internet, es que han horizontalizado el conocimiento y le han dado una proyección global. Como bien señala la escritora, en la web, los clásicos están al alcance de todos.
Generar el hábito de la lectura sigue siendo un desafío en la actualidad, como también lo era antes. En estos tiempos en que la cultura audiovisual ha invadido una buena parte del mundo, el placer de tener un libro entre las manos se ha ido relegando. Es importante recrear no sólo la costumbre de leer entre los niños, sino también en los adultos porque si los padres no leen posiblemente sus hijos no lo hagan. No se trata de regalarles libros sino de leer con ellos y de intercambiar luego puntos de vista sobre lo que se ha leído.
Del mismo modo, se debe incentivar la lectura en los docentes, ya desde su formación. Si ellos no leen -no importa tanto el formato: libro o PC-, poco o nada pueden estimular a los alumnos a que lo hagan. Si la tecnología permite que los chicos lean ahora más que antes, bienvenida sea. Pero no se trata sólo de leer, sino de reflexionar a partir de la lectura. “La literatura es una fuerza en el mundo y no me imagino la vida sin literatura. Siempre hay un lector y un libro. Es una relación uno a uno, autor y lector colaborando juntos. Y en cierto sentido, es el único lugar del mundo donde dos extraños pueden conocerse y reunirse en términos de igualdad”, afirma el escritor estadounidense Paul Auster.