Por Leo Noli
27 Junio 2015
IMPECABLE. Otamendi se impone en el aire a un Teo Gutiérrez que duró apenas 26 minutos en cancha. Pekerman lo sacó. efe
Como si se tratase de un juicio en el que la fiscalía pide la sentencia de muerte del acusado, Colombia supo apelar incontable cantidad de veces su destino con la Parca. Si bien el 0-0 de los 90’ reglamentarios sonó a victoria de los dirigidos por José Pekerman, la verdad es que si sobrevivieron hasta los penales fue porque tuvieron en el arco a su abogado defensor, David Ospina, desde ahora llamado David Espina para los chicos de la Selección.
Qué noche la del arquero enemigo. Impecable. Fue una pintura de Leonardo Da Vinci lo suyo. El punto ganador moral de su labor fue después de sacarle un toque de buscapié a Sergio Agüero, recomponerse y volar a su costado derecho para sacarle un cabezazo a Lionel Messi. De película.
Ospina fue el hombre de goma pero el resto de Colombia un bloque macizo de cemento que ni un regimiento de camiones pesados logró mover. Mal en la contra, mal en el achique, mal en todo. Aunque bien en su suerte, porque la Selección no mereció sufrir así.
Como que de entrada probó con Ángel Di María y Javier Pastore, dos hombres clave que fueron diluyéndose con el correr de un partido que terminó siendo un callejón sin salida.
Argentina siempre chocó con Ospina, o con un palo, o con una pierna salvadora de último momento. Tan claro fue lo del abogado defensor que ya sobre el cierre le sacó una pelota tremenda a Nicolás Otamendi. El cuero llegó al punto penal desde un córner, Otamendi le ganó a su marca y punteó a la red. El ágil Ospina achicó espacios y tocó el balón para luego recibir una ayuda divina del palo.
Después Jeison Murillo hizo la de Dios, evitando su propio gol en contra y al último, el pésimo juez Roberto García (se comió dos claros penales para Argentina) decretó que el juicio se decidiera desde los 12 pasos.
Allí Argentina volvió a darle vida a Colombia, con los yerros de Biglia y Rojo, respectivamente, cuando ellos, a su turno, podrían haberse vestido de héroes y llevarse los mayores aplausos de la Noche. Por suerte, Sergio Romero volvió a ser grande y Carlos Tevez, el “Apache” infalible que sabe aparecer cuando las papas queman.
Lo de mexicano anoche fue un desastre. Obvió dos claros penales a favor de la Selección en el primer tiempo. Salvo Chile, todas las selecciones sufrieron paupérrimos arbitrajes.
El arquero fue el gran sostén de una Colombia que decidió no jugar al fútbol y sólo defenderse ante los constantes embates de una Argentina avasallante.
Qué noche la del arquero enemigo. Impecable. Fue una pintura de Leonardo Da Vinci lo suyo. El punto ganador moral de su labor fue después de sacarle un toque de buscapié a Sergio Agüero, recomponerse y volar a su costado derecho para sacarle un cabezazo a Lionel Messi. De película.
Ospina fue el hombre de goma pero el resto de Colombia un bloque macizo de cemento que ni un regimiento de camiones pesados logró mover. Mal en la contra, mal en el achique, mal en todo. Aunque bien en su suerte, porque la Selección no mereció sufrir así.
Como que de entrada probó con Ángel Di María y Javier Pastore, dos hombres clave que fueron diluyéndose con el correr de un partido que terminó siendo un callejón sin salida.
Argentina siempre chocó con Ospina, o con un palo, o con una pierna salvadora de último momento. Tan claro fue lo del abogado defensor que ya sobre el cierre le sacó una pelota tremenda a Nicolás Otamendi. El cuero llegó al punto penal desde un córner, Otamendi le ganó a su marca y punteó a la red. El ágil Ospina achicó espacios y tocó el balón para luego recibir una ayuda divina del palo.
Después Jeison Murillo hizo la de Dios, evitando su propio gol en contra y al último, el pésimo juez Roberto García (se comió dos claros penales para Argentina) decretó que el juicio se decidiera desde los 12 pasos.
Allí Argentina volvió a darle vida a Colombia, con los yerros de Biglia y Rojo, respectivamente, cuando ellos, a su turno, podrían haberse vestido de héroes y llevarse los mayores aplausos de la Noche. Por suerte, Sergio Romero volvió a ser grande y Carlos Tevez, el “Apache” infalible que sabe aparecer cuando las papas queman.
Lo de mexicano anoche fue un desastre. Obvió dos claros penales a favor de la Selección en el primer tiempo. Salvo Chile, todas las selecciones sufrieron paupérrimos arbitrajes.
El arquero fue el gran sostén de una Colombia que decidió no jugar al fútbol y sólo defenderse ante los constantes embates de una Argentina avasallante.
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