31 Mayo 2015
Por temor, o por presiones de la familia, la mayoría de las mujeres no denuncia la violencia de género
Si bien la oficina de la Corte que atiende estos casos recibe 13 consultas diarias, no todas pasan a una instancia judicial. “Vemos que el femicidio no es una muerte común, sino que hay un ensañamiento, hay bronca y odio”, sostuvo Marta Palazzo.
LA GACET / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
Es difícil detectar la cantidad de víctimas de violencia de género que habitan en Tucumán. Sin embargo, se estima que la cifra puede llegar a ser alarmante. La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) que funciona en el Palacio del Poder Judicial recibe 13 consultas cada día. Si a ese número se suman las 10 denuncias diarias que ingresan a la división Violencia de Género de la Policía, además de las víctimas que acuden a otras instituciones y de las que no se animan a hablar, el número se eleva todavía más.
Esa situación preocupa a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán donde se crearon, a lo largo de los últimos cinco años, dos áreas encargadas de tratar las problemáticas de género: la OVD y la Oficina de la Mujer (OM). La primera de ellas trabaja con atención al público y la segunda, con las instituciones.
“Esta es una oficina prejudicial que intenta crear un ambiente de contención, de mucho respeto, de privacidad y de confidencialidad”, explicó la licenciada en Psicología Marta Palazzo, quien está a cargo de la OVD. Y aclaró que la oficina no toma denuncias, sino que asesora a las víctimas en cuanto a las alternativas que tiene a su alcance.
“Acá tiene la posibilidad de solicitar una medida judicial y, si existiera un delito, puede optar por denunciarlo o no. Se la orienta para que ella vea qué quiere hacer”, aclaró.
Si bien la OVD recibe un promedio de 13 consultas por día, no todas pasan a una instancia judicial, la mayoría de las veces por el temor de las víctimas. “El miedo es tan fuerte que las inmoviliza y no les da la capacidad para ver y buscar una alternativa. Generalmente las situaciones de peor violencia se dan cuando la víctima está vulnerada: porque tuvo hijos, porque está embarazada o porque está afectivamente mal por otras cuestiones y ahí viene el aprovechamiento del agresor”, precisó Palazzo.
Adictas
La licenciada sostuvo que existe una especie de adicción a ese tipo de relaciones donde se convive con la violencia. “Ocurre a tal punto que le es difícil a la mujer ver que tiene derechos y que los debe hacer valer. Y no los ve porque no solo ha naturalizado esa violencia sino que también tiene una concepción machista de sumisión, donde ella debe hacer lo que el marido mande para poder proteger al hijo, a su imagen, a la familia”, explicó la encargada de la OVD.
Otro de los tantos obstáculos con los que se encuentran las víctimas al momento de pedir ayuda es la relación con sus hijos. “Suelen ser mujeres muy culposas y muchas veces los hijos les hacen sentir esa culpa. A veces, cuando ellas piden la exclusión del hogar, los hijos presionan para que retire la denuncia porque no quieren que el papá esté preso. No son muchos los hijos que acompañan a una madre que es víctima de violencia”, expuso Palazzo.
La presión de los hijos sumada al temor de la víctima, y a otros factores como la dependencia económica hacia el agresor, las obliga muchas veces a dar marcha atrás con el proceso judicial. Y esa situación genera -según indicó Palazzo- una sensación de frustración entre los profesionales que trabajan para combatir esta problemática.
Violencia psicológica
“La que está presente siempre es la violencia psicológica, así suele empezar todo, es muy raro que el agresor vaya directamente a la violencia física”, alertó la psicóloga. En ese sentido, describió algunas conductas que pueden ayudar a detectar a un hombre violento.
“Se identifica al agresor cuando hay celos enfermizos, que se ejercen mucho por las vías de comunicación actuales como Facebook, Twitter y Whatsapp”, explicó Palazzo. Al principio -agregó la psicóloga- la víctima tiende a pensar que el hombre la cela porque está enamorado y hasta se siente halagada por ello.
“El agresor lo hace de manera muy seductora. Te pregunta todo el tiempo dónde estás, con quién, qué hiciste... Pero, si por algún motivo dejás de contestar, empiezan la sospecha y los pensamientos catastróficos. Es imposible advertir qué puede llegar a hacer esa mente”, graficó la licenciada. Y añadió: “por eso vemos que el femicidio no es una muerte común, sino que hay un ensañamiento, hay bronca y odio”.
Abordaje múltiple
Palazzo advirtió que el problema de la violencia doméstica requiere de un abordaje multidisciplinario. “La persona no soluciona su problema con una medida judicial, también necesita una asistencia económica, de vivienda y de alimentos”, planteó.
Además, es difícil frenar a un marido, novio o ex pareja violento. “Creemos que una medida judicial lo para y no es así. Cuando el agresor tiene la intención de hacerlo, va a cumplir con lo que esa mente enferma le ordena. Hubo casos en los que, incluso con custodia policial, se escabulló y la mató”, alertó Palazzo. Ante ese riesgo, la psicóloga consideró imprescindible realizar un trabajo estratégico y articulado con dependencias de los tres poderes del Estado.
Hacia ese objetivo se orienta la tarea que realiza la Oficina de la Mujer de la Corte, a cargo de la abogada María Laura Ciolli. “Esta oficina no tiene acceso al público pero trabaja de forma coordinada con la OVD en cuanto a la temática de género, entendida como relaciones de poder, donde hay una sumisión de la mujer hacia el varón”, explicó la letrada.
“La OM se creó en 2012 a instancias de la doctora Claudia Sbdar (vocal de la Corte) con el objetivo principal de incorporar la perspectiva de género en el Poder Judicial”, planteó Ciolli. En ese sentido, destacó que ya fueron capacitados magistrados, funcionarios y empleados de los tres centros del Poder Judicial (capital, Concepción y Monteros). El mismo trabajo se realizó también con instituciones del Poder Ejecutivo, de las distintas regionales de la Policía y de la comunidad, a través de conferencias y talleres.
Esa situación preocupa a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán donde se crearon, a lo largo de los últimos cinco años, dos áreas encargadas de tratar las problemáticas de género: la OVD y la Oficina de la Mujer (OM). La primera de ellas trabaja con atención al público y la segunda, con las instituciones.
“Esta es una oficina prejudicial que intenta crear un ambiente de contención, de mucho respeto, de privacidad y de confidencialidad”, explicó la licenciada en Psicología Marta Palazzo, quien está a cargo de la OVD. Y aclaró que la oficina no toma denuncias, sino que asesora a las víctimas en cuanto a las alternativas que tiene a su alcance.
“Acá tiene la posibilidad de solicitar una medida judicial y, si existiera un delito, puede optar por denunciarlo o no. Se la orienta para que ella vea qué quiere hacer”, aclaró.
Si bien la OVD recibe un promedio de 13 consultas por día, no todas pasan a una instancia judicial, la mayoría de las veces por el temor de las víctimas. “El miedo es tan fuerte que las inmoviliza y no les da la capacidad para ver y buscar una alternativa. Generalmente las situaciones de peor violencia se dan cuando la víctima está vulnerada: porque tuvo hijos, porque está embarazada o porque está afectivamente mal por otras cuestiones y ahí viene el aprovechamiento del agresor”, precisó Palazzo.
Adictas
La licenciada sostuvo que existe una especie de adicción a ese tipo de relaciones donde se convive con la violencia. “Ocurre a tal punto que le es difícil a la mujer ver que tiene derechos y que los debe hacer valer. Y no los ve porque no solo ha naturalizado esa violencia sino que también tiene una concepción machista de sumisión, donde ella debe hacer lo que el marido mande para poder proteger al hijo, a su imagen, a la familia”, explicó la encargada de la OVD.
Otro de los tantos obstáculos con los que se encuentran las víctimas al momento de pedir ayuda es la relación con sus hijos. “Suelen ser mujeres muy culposas y muchas veces los hijos les hacen sentir esa culpa. A veces, cuando ellas piden la exclusión del hogar, los hijos presionan para que retire la denuncia porque no quieren que el papá esté preso. No son muchos los hijos que acompañan a una madre que es víctima de violencia”, expuso Palazzo.
La presión de los hijos sumada al temor de la víctima, y a otros factores como la dependencia económica hacia el agresor, las obliga muchas veces a dar marcha atrás con el proceso judicial. Y esa situación genera -según indicó Palazzo- una sensación de frustración entre los profesionales que trabajan para combatir esta problemática.
Violencia psicológica
“La que está presente siempre es la violencia psicológica, así suele empezar todo, es muy raro que el agresor vaya directamente a la violencia física”, alertó la psicóloga. En ese sentido, describió algunas conductas que pueden ayudar a detectar a un hombre violento.
“Se identifica al agresor cuando hay celos enfermizos, que se ejercen mucho por las vías de comunicación actuales como Facebook, Twitter y Whatsapp”, explicó Palazzo. Al principio -agregó la psicóloga- la víctima tiende a pensar que el hombre la cela porque está enamorado y hasta se siente halagada por ello.
“El agresor lo hace de manera muy seductora. Te pregunta todo el tiempo dónde estás, con quién, qué hiciste... Pero, si por algún motivo dejás de contestar, empiezan la sospecha y los pensamientos catastróficos. Es imposible advertir qué puede llegar a hacer esa mente”, graficó la licenciada. Y añadió: “por eso vemos que el femicidio no es una muerte común, sino que hay un ensañamiento, hay bronca y odio”.
Abordaje múltiple
Palazzo advirtió que el problema de la violencia doméstica requiere de un abordaje multidisciplinario. “La persona no soluciona su problema con una medida judicial, también necesita una asistencia económica, de vivienda y de alimentos”, planteó.
Además, es difícil frenar a un marido, novio o ex pareja violento. “Creemos que una medida judicial lo para y no es así. Cuando el agresor tiene la intención de hacerlo, va a cumplir con lo que esa mente enferma le ordena. Hubo casos en los que, incluso con custodia policial, se escabulló y la mató”, alertó Palazzo. Ante ese riesgo, la psicóloga consideró imprescindible realizar un trabajo estratégico y articulado con dependencias de los tres poderes del Estado.
Hacia ese objetivo se orienta la tarea que realiza la Oficina de la Mujer de la Corte, a cargo de la abogada María Laura Ciolli. “Esta oficina no tiene acceso al público pero trabaja de forma coordinada con la OVD en cuanto a la temática de género, entendida como relaciones de poder, donde hay una sumisión de la mujer hacia el varón”, explicó la letrada.
“La OM se creó en 2012 a instancias de la doctora Claudia Sbdar (vocal de la Corte) con el objetivo principal de incorporar la perspectiva de género en el Poder Judicial”, planteó Ciolli. En ese sentido, destacó que ya fueron capacitados magistrados, funcionarios y empleados de los tres centros del Poder Judicial (capital, Concepción y Monteros). El mismo trabajo se realizó también con instituciones del Poder Ejecutivo, de las distintas regionales de la Policía y de la comunidad, a través de conferencias y talleres.
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