Por Guillermo Monti
23 Mayo 2015
Tomorrowland: brillante y, sobre todo, inspiradora
De niño, Frank Walker conoció un lugar alucinante, una ciudad futurista conectada con la Feria de Nueva York de 1963. Pasó más de medio siglo y la historia se repite con Casey Newton. ¿Qué une a Frank y a Casey? Juntos se embarcarán en la misión de descubrirlo.
El cine, la TV y la literatura intentan convencernos de que todos los futuros son distópicos. ¿Y qué pasa con la esperanza de un mundo mejor? Esa pregunta campea del principio al fin de “Tomorrowland” y queda instalada en el espectador. El optimismo, los sueños, la idea y el obrar -fundacionales del discurso de Walt Disney- son los motores de la película y se transmiten como un deber ser. ¿Utópico? Tal vez. ¿Inspirador? Decididamente.
Un paréntesis antes de adentrarnos en “Tomorrowland”. Hay mucho talento detrás de este proyecto, tanto que George Clooney dio el okey para asociarse por primera vez en su carrera con la marca Disney (y con todo lo que eso implica). Brad Bird es uno de los directores más interesantes del Hollywood contemporáneo, cuidadoso de los proyectos en los que se involucra y capaz de tomarse el tiempo necesario para no fregarlos. Las tres películas de animación que dirigió son, cada una a su manera, magníficas: “El gigante de hierro”, “Los increíbles” y “Ratatouille”. Después de hacerse cargo del cuarto eslabón en la saga de “Misión imposible” se sumergió en “Tomorrowland” junto al guionista Damon Lindelof, uno de los cerebros detrás de “Lost” y actual motor de la imprescindible serie “The leftovers”.
La imaginería visual de “Tomorrowland” es pura belleza y buen gusto. Hay mucho romanticismo y nostalgia en la construcción de la ciudad del futuro, anclada en aquellas ferias mundiales que celebraban la inventiva de la humanidad y que fueron hundiéndose a medida que el pesimismo colectivo nos arrastró al fondo del mar.
“Tomorrowland” puede leerse en distintos planos. Hay aventuras y acción; hay artilugios dignos de la mejor sci-fi; hay una historia interesante y divertida; hay personajes que proponen la empatía automática. En otro nivel se despliega el esfuerzo de Disney por subrayar cuán pegada al abismo marcha la sociedad y lo fundamental que resulta un cambio de enfoque para revertir el rumbo. La carga filosófica y científica de “Tomorrowland” se vuelca a lo Disney: con la mayor sencillez y contundencia en la palabra y en la imagen. Vale.
La película es para mayores de 13 años. Su extensión (más de dos horas) y algunos pasajes violentos lo explican. Los chicos pueden asistir acompañados por un mayor. Se recomienda fervientemente llevarlos.
Un paréntesis antes de adentrarnos en “Tomorrowland”. Hay mucho talento detrás de este proyecto, tanto que George Clooney dio el okey para asociarse por primera vez en su carrera con la marca Disney (y con todo lo que eso implica). Brad Bird es uno de los directores más interesantes del Hollywood contemporáneo, cuidadoso de los proyectos en los que se involucra y capaz de tomarse el tiempo necesario para no fregarlos. Las tres películas de animación que dirigió son, cada una a su manera, magníficas: “El gigante de hierro”, “Los increíbles” y “Ratatouille”. Después de hacerse cargo del cuarto eslabón en la saga de “Misión imposible” se sumergió en “Tomorrowland” junto al guionista Damon Lindelof, uno de los cerebros detrás de “Lost” y actual motor de la imprescindible serie “The leftovers”.
La imaginería visual de “Tomorrowland” es pura belleza y buen gusto. Hay mucho romanticismo y nostalgia en la construcción de la ciudad del futuro, anclada en aquellas ferias mundiales que celebraban la inventiva de la humanidad y que fueron hundiéndose a medida que el pesimismo colectivo nos arrastró al fondo del mar.
“Tomorrowland” puede leerse en distintos planos. Hay aventuras y acción; hay artilugios dignos de la mejor sci-fi; hay una historia interesante y divertida; hay personajes que proponen la empatía automática. En otro nivel se despliega el esfuerzo de Disney por subrayar cuán pegada al abismo marcha la sociedad y lo fundamental que resulta un cambio de enfoque para revertir el rumbo. La carga filosófica y científica de “Tomorrowland” se vuelca a lo Disney: con la mayor sencillez y contundencia en la palabra y en la imagen. Vale.
La película es para mayores de 13 años. Su extensión (más de dos horas) y algunos pasajes violentos lo explican. Los chicos pueden asistir acompañados por un mayor. Se recomienda fervientemente llevarlos.
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