Samanta Schweblin: “lo normal puede variar dependiendo de en qué mesa estás sentado”
Es la narradora argentina del momento. A principios de abril, ganó la cuarta edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, que adjudica 50.000 euros, por su libro Siete casas vacías. Días atrás, su nouvelle Distancia de rescate fue elegida el libro del año en la encuesta de la editorial Eterna Cadencia. Meses antes ganó un Konex, que se suma a una lista que incluye el Casa de las Américas, el Juan Rulfo y el premio Fondo Nacional de las Artes, entre otros galardones destacados que sobresalen en el currículum de esta talentosa treintañera
Por Hernán Carbonel - Para LA GACETA - Salto (Buenos Aires)
- Se suele definir a tus cuentos como pantallazos de “lo anómalo”. ¿Qué es, para vos, “lo anómalo”?
- Todo lo que queda fuera de lo que etiquetamos como “normal”, “común”, “aceptable”. A veces ni siquiera es necesario moverse entre lo fantástico y lo real, a veces está en detalles cotidianos. Anoche por ejemplo, acá en Berlín, la ciudad más vegana del mundo, me tocó pedir comida al mozo sentada entre seis o siete veganos y ver la mirada furiosa y reprobatoria de todos cuando el séptimo pidió un churrasco. Tan cruel como la mirada que los argentinos tenemos todavía sobre los vegetarianos. Quizá esto es lo más interesante, comprobar que lo normal y lo aceptable pueden variar dependiendo simplemente de en qué mesa estás sentado.
- Esa condición de lo extraño atravesando la realidad, ¿sería algo así como el género fantástico en mixtura con el realismo?
- Hay un término alemán del que habla Freud: “das Unheimlich”. Que sería algo así como “lo familiar desconocido”, el efecto ominoso que nos da eso que nos resulta extraño, que nos desconcierta. Y se manifiesta cuando algo que entendíamos en términos imaginarios se presenta como real. Es decir, cuando descubrimos que algo que habíamos etiquetado como “imposible de suceder”, sucede. Respecto a la mixtura entre realismo y fantástico, creo que en este nuevo libro sigue fascinándome lo extraño, como en los libros anteriores, pero los cuentos indagan ese otro mundo parados desde el realismo. Lo extraño podrá ser entonces menos monstruoso, pero al ser más cercano también es mucho más terrible.
- ¿Se te podría comparar con Isol? Ella pinta fuera de las líneas, y tu visión de las situaciones cotidianas se da fuera de las líneas de “la normalidad”.
- Me gusta mucho el trabajo de Isol. Podría haber puntos en común, sí, por qué no. Es admirable la maestría y a la vez la simpleza con la que puede llevar lo extraño a una literatura a veces orientada a los más chicos. Llevar lo extraño para fascinar, sin asustar, sino abriendo ese otro mundo posible y real, que casi siempre queda escondido en nuestra aburridísima etiqueta de Normalidad.
- ¿Por qué siempre la presencia de las relaciones filiales en tus libros? Abuelos, padres, hijos. ¿Hay algún rasgo autobiográfico ahí?
- ¿De qué otra cosa podría hablar si no de las relaciones? Es lo más importante que tenemos. Lo primero y lo último con los que lidiamos en el día y en la vida. No siento que arrastre ningún trauma particular, o quizá arrastro decenas, como todos.
- ¿A qué se debió tu decisión de quedarte a vivir en Alemania? ¿Qué hacés ahí, además de escribir?
- Todavía no siento que mi estadía sea definitiva, siempre necesito aclararlo. Me quedo por ahora por una suma de cosas. Quizá la más importante, además de que me fascina esta ciudad, es que la relación entre lo que trabajo y el tiempo de escritura que puedo comprar con ese dinero es mucho más generosa. También me llevé la sorpresa de que es posible dar talleres literarios en español en Berlín, con argentinos, mexicanos, españoles, chilenos... Algo impensado y un trabajo que me encanta y que también le hace bien a mi escritura.
- Los escritores no suelen hablar de esto, pero... ¿qué va a hacer Samanta Schweblin con sus 50.000 euros bien ganados del premio?
- Lo primero es aclararles a los amigos que hacen el chiste de que a partir de ahora el vinito lo pago yo, que entre los impuestos de España y lo que se llevan los agentes no sé si llego a los 30.000. Si esto lo dividimos en los cuatro años que me llevo escribir el libro estamos hablando de una mensualidad de unos 645 euros por mes. Los 30.000 son un premio, y estoy muy agradecida, pero cuanto mejor sería si los autores pudiéramos vivir de nuestro trabajo y no de la eventualidad -y la arbitrariedad- de los premios. Seríamos mucho más felices, y no le deberíamos el vino a nadie.
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PERFIL
Samanta Schweblin nació en Buenos Aires, en 1978, y actualmente vive en Berlín. Su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio (2002), ganó el primer premio del Fondo Nacional de las Artes. Sus textos integran numerosas antologías. Pájaros en la boca (2009) ganó el premio Casa de las Américas y fue traducido a 13 idiomas. En 2010 publicó La pesada valija de Benavides y fue elegida por la revista británica Granta como una de los mejores escritores en español “sub 35”.