Por Carlos Werner
19 Abril 2015
MUSEO. La peatonal principal de Termas se convierte en un museo al aire libre en el que no sólo la gente contempla las motos, también lo hacen las estrellas. la gaceta / fotos de juan pablo sánchez noli (enviado especial)
Pasó en la edición de 2014, se repitió esta vez. Las noches de viernes y de sábado de MotoGP se vivieron a pleno en Las Termas. Solo que esta vez, más allá del folclore que genera este acontecimiento deportivo único, hubo excesos. Los que se cometieron ante la mirada impávida de los agentes del orden.
Que los fanáticos aceleren sus motos hasta bien entrada la madrugada es, se diría en el contexto de una convocatoria de esta naturaleza, una situación normal. Que se armen grandes grupos de amigos a pura charla, gritos estridentes, risas, también. Hasta es simpático ver el flirteo permanente, con ellos siempre predispuestos a los piropos y ellas sonriendo por eso.
Pero no es normal ver picadas esquivando transeúntes y automovilistas comunes, en plena ruta 9 o en las avenidas cercanas al parque Güemes, sin que nadie haga algo. Como tampoco se actúa ante actitudes groseras en lugares públicos (sobre todo inventar baños donde no los hay).
Tampoco es normal que quienes deben controlar la seguridad de todos no pongan atención en algo tan simple como vital: andar en moto con casco. Sean turistas o locales, ese elemento en su amplia mayoría se deja de lado. A la entrada al trazado, en la mañana, se vio pasar motociclistas con total libertad sin nada que los proteja, transitando por donde quisieron y haciendo maniobras al límite.
Las Termas crece, se ve distinta en muchos lugares y en la actitud de su gente. Sin embargo, hay cosas que por el momento se escapan de las manos de las autoridades. En ese sentido, queda mucho por hacer.
Que los fanáticos aceleren sus motos hasta bien entrada la madrugada es, se diría en el contexto de una convocatoria de esta naturaleza, una situación normal. Que se armen grandes grupos de amigos a pura charla, gritos estridentes, risas, también. Hasta es simpático ver el flirteo permanente, con ellos siempre predispuestos a los piropos y ellas sonriendo por eso.
Pero no es normal ver picadas esquivando transeúntes y automovilistas comunes, en plena ruta 9 o en las avenidas cercanas al parque Güemes, sin que nadie haga algo. Como tampoco se actúa ante actitudes groseras en lugares públicos (sobre todo inventar baños donde no los hay).
Tampoco es normal que quienes deben controlar la seguridad de todos no pongan atención en algo tan simple como vital: andar en moto con casco. Sean turistas o locales, ese elemento en su amplia mayoría se deja de lado. A la entrada al trazado, en la mañana, se vio pasar motociclistas con total libertad sin nada que los proteja, transitando por donde quisieron y haciendo maniobras al límite.
Las Termas crece, se ve distinta en muchos lugares y en la actitud de su gente. Sin embargo, hay cosas que por el momento se escapan de las manos de las autoridades. En ese sentido, queda mucho por hacer.
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