18 Abril 2015
la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli (enviado especial)
Los protocolos para llegar hasta las españolas María Herrera y Ana Carrasco fueron bien distintos. Cuando finalizaba la actividad para la categoría menor, Moto3, en la oficina del Husqvarna Factory Laglisse, equipo de Herrera, custodiaba la puerta su papá. Antonio dio el sí, antes de preguntarle a su hija, para la entrevista y en cuestión de segundos María, mientras se calzaba la zapatilla izquierda, atendió a LG Deportiva. Con Carrasco hubo que cumplir pasos diplomáticos. Acercarse a Ana implicó un chistido informal desde la valla que custodiaba el box del RBA Racing. La española se acercó y, con mucha gentileza, indicó el número de oficina del team. “Busca a una niña pequeñita y habla con ella”, dijo bien protocolar.
La niña pequeñita, también española, estaba exactamente donde Ana dijo y con la misma diplomacia indicó el procedimiento, tras consultar horario y día en que Carrasco iba a dejar sus palabras en LG Deportiva. Apuntó mail en su celular y a esperar… con incertidumbre, por cierto. En menos de una hora el correo electrónico llegó con confirmación de día, hora y lugar. Pese a que todo fue distinto para llegar hasta Carrasco, la diferencia desaparece porque son las dos damas que dominan las motos en medio de los hombres de Moto3, un lazo que inevitablemente las hace iguales.
El papá de María da las razones por las que su hija demoró un poco en llegar a cambiarse, ya que hizo un paso por el centro médico del autódromo Internacional de Termas de Río Hondo. “Está con un poco de anginas”, explicó Antonio. Para María tenerlo a Antonio fue la mayor facilidad del mundo. “Desde pequeñita me montaba en motos; siempre estuve en una. Nunca se lo he tenido que pedir. Es una suerte”, reconoció Herrera. “Fue más fácil para mí porque a veces las niñas no montan por eso: los padres no lo ven bien”, siguió contando con tono de agradecimiento por su experiencia personal.
“No sé qué decirle a una niña que quiere correr y sus padres no quieren”, dijo. La lógica indica que no es a ella a la que debería aconsejar. “Sí sé qué decirle al padre: ¡las chicas también podemos montar y hacerlo bien! Por lo menos, debe dejarla probar”, arengó la piloto.
Sí, por lo menos hay que hacer eso. Más todavía si, como Carrasco, sueña ser la reina del mundo de las motos. “Hay que ir poco a poco”, dice la española y después remata. “Pero mi objetivo final es ser campeona del mundo”, advirtió. “Sé que es complicado, pero difícil es para todos por igual”, estableció. La española reconoció que debe recuperar algunas sensaciones confiables a bordo de la KTM. “El año pasado perdí mucha confianza y en este tampoco empecé muy bien con la rotura de una clavícula”, explicó la joven de 18 años, la primera dama española que sumó puntos en Moto3 en el Gran Premio de Malasia 2013. No pierde la fe. “Confío en el trabajo que estamos haciendo el equipo y yo; al final los resultados llegarán”, se esperanzó.
Ni Herrera ni Carrasco se sienten especiales, pero saben que las ven de un modo diferente. “Es lo normal y aquí se siente mucho apoyo de la gente en ese sentido”, explicó la murciana. El tándem no existe para ellas porque quieren que los niveles de exigencia sean los mismos que tienen sus rivales. “En total somos 34. Yo no compito contra ella, ni ella contra mí; competimos contra todos los demás”, sostuvo Carrasco.
La niña pequeñita, también española, estaba exactamente donde Ana dijo y con la misma diplomacia indicó el procedimiento, tras consultar horario y día en que Carrasco iba a dejar sus palabras en LG Deportiva. Apuntó mail en su celular y a esperar… con incertidumbre, por cierto. En menos de una hora el correo electrónico llegó con confirmación de día, hora y lugar. Pese a que todo fue distinto para llegar hasta Carrasco, la diferencia desaparece porque son las dos damas que dominan las motos en medio de los hombres de Moto3, un lazo que inevitablemente las hace iguales.
El papá de María da las razones por las que su hija demoró un poco en llegar a cambiarse, ya que hizo un paso por el centro médico del autódromo Internacional de Termas de Río Hondo. “Está con un poco de anginas”, explicó Antonio. Para María tenerlo a Antonio fue la mayor facilidad del mundo. “Desde pequeñita me montaba en motos; siempre estuve en una. Nunca se lo he tenido que pedir. Es una suerte”, reconoció Herrera. “Fue más fácil para mí porque a veces las niñas no montan por eso: los padres no lo ven bien”, siguió contando con tono de agradecimiento por su experiencia personal.
“No sé qué decirle a una niña que quiere correr y sus padres no quieren”, dijo. La lógica indica que no es a ella a la que debería aconsejar. “Sí sé qué decirle al padre: ¡las chicas también podemos montar y hacerlo bien! Por lo menos, debe dejarla probar”, arengó la piloto.
Sí, por lo menos hay que hacer eso. Más todavía si, como Carrasco, sueña ser la reina del mundo de las motos. “Hay que ir poco a poco”, dice la española y después remata. “Pero mi objetivo final es ser campeona del mundo”, advirtió. “Sé que es complicado, pero difícil es para todos por igual”, estableció. La española reconoció que debe recuperar algunas sensaciones confiables a bordo de la KTM. “El año pasado perdí mucha confianza y en este tampoco empecé muy bien con la rotura de una clavícula”, explicó la joven de 18 años, la primera dama española que sumó puntos en Moto3 en el Gran Premio de Malasia 2013. No pierde la fe. “Confío en el trabajo que estamos haciendo el equipo y yo; al final los resultados llegarán”, se esperanzó.
Ni Herrera ni Carrasco se sienten especiales, pero saben que las ven de un modo diferente. “Es lo normal y aquí se siente mucho apoyo de la gente en ese sentido”, explicó la murciana. El tándem no existe para ellas porque quieren que los niveles de exigencia sean los mismos que tienen sus rivales. “En total somos 34. Yo no compito contra ella, ni ella contra mí; competimos contra todos los demás”, sostuvo Carrasco.
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