18 Abril 2015
FELIZ IGUAL. Aunque no converta, Evangelista está conforme con el nivel del equipo y la participación en ataque que tiene. El defensor también hizo hacer goles: asistió a Menéndez contra Instrituto en el 3-1. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA (ARCHIVO)
Iban 32 minutos del primer tiempo. Atlético empataba 0-0 con Guaraní, en Misiones. Fernando Evangelista recibió la pelota de Pablo Garnier en la mitad de la cancha. Subió por el carril izquierda como cualquier día de su vida, enganchó hacia su pierna hábil ante la marca local y activó una bomba que detonó en el travesaño. La jugada siguió con dos oportunidades claras, pero él ya estaba de espaldas a la jugada, desentendido, moviendo su cabeza de un lado hacia el otro, diciendo “otra vez, no”.
Nuevamente, el palo le negaba al defensor el primer gol de su carrera profesional. “Vengo mal. Se me vienen presentando las chances pero la puedo meter”, confiesa el lateral que de haber marcado, su gol se hubiese transformado en el mejor de Atlético en el torneo.
Ante Sportivo Belgrano, el año pasado, también estrelló una pelota tras una gran jugada individual. “También pegó en el palo. Cuando jugaba en Unión me pasaba lo mismo. Tuve un par de cabezazos”, recuerda.
Está claro que la responsabilidad goleadora pesa sobre las espaldas de otros: Cristian Menéndez, Luis Rodríguez, Guillermo Acosta, Emanuel Molina o Leandro González. Aún así, le cuesta olvidar el hecho de que todavía no festejó.
“Más allá de que mi función no es esa (marcar goles) siempre pensás en hacer un gol. Para sumar al equipo y a vos mismo”, admite. Casi 50 partidos entre Boca, el “tatengue” y el “decano” no bastaron para cumplirle su deseo pero de todas maneras es optimista. “Ya va entrar. Algún día sé que va entrar”, se convence.
Parece un tema menor pero no lo es cuando los otros 10 jugadores del equipo titular tienen goles en su haber y él no.
“Por suerte el equipo propone mucho en ofensiva y los laterales nos proyectamos mucho. Si la jugada lo pide, voy a volver a patear al arco”, reconoce. Y pese a que las oportunidades de las que dispuso hubieran terminado en golazos, no es exquisito.
“Que entre como sea. No importa que sólo la tenga que empujar, pero que entre”.
Nuevamente, el palo le negaba al defensor el primer gol de su carrera profesional. “Vengo mal. Se me vienen presentando las chances pero la puedo meter”, confiesa el lateral que de haber marcado, su gol se hubiese transformado en el mejor de Atlético en el torneo.
Ante Sportivo Belgrano, el año pasado, también estrelló una pelota tras una gran jugada individual. “También pegó en el palo. Cuando jugaba en Unión me pasaba lo mismo. Tuve un par de cabezazos”, recuerda.
Está claro que la responsabilidad goleadora pesa sobre las espaldas de otros: Cristian Menéndez, Luis Rodríguez, Guillermo Acosta, Emanuel Molina o Leandro González. Aún así, le cuesta olvidar el hecho de que todavía no festejó.
“Más allá de que mi función no es esa (marcar goles) siempre pensás en hacer un gol. Para sumar al equipo y a vos mismo”, admite. Casi 50 partidos entre Boca, el “tatengue” y el “decano” no bastaron para cumplirle su deseo pero de todas maneras es optimista. “Ya va entrar. Algún día sé que va entrar”, se convence.
Parece un tema menor pero no lo es cuando los otros 10 jugadores del equipo titular tienen goles en su haber y él no.
“Por suerte el equipo propone mucho en ofensiva y los laterales nos proyectamos mucho. Si la jugada lo pide, voy a volver a patear al arco”, reconoce. Y pese a que las oportunidades de las que dispuso hubieran terminado en golazos, no es exquisito.
“Que entre como sea. No importa que sólo la tenga que empujar, pero que entre”.
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