“Los productores somos los mineros del espectáculo”

“Los productores somos los mineros del espectáculo”

El cantante popular de los 70 está hoy al frente de la realización de importantes shows en el país y el exterior. El recuerdo de los carnavales en Tucumán

DETRÁS DE ESCENA. Padovani ya no es el pelilargo de hace 40 años, pero sigue ligado al mundo de la música. la gaceta / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO DETRÁS DE ESCENA. Padovani ya no es el pelilargo de hace 40 años, pero sigue ligado al mundo de la música. la gaceta / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
La memoria lo tiene registrado como protagonista de un momento inigualable de la música popular argentina, cuando todavía buscaba una identidad propia alejada del rock, del tango y del folclore. Luego de un cuarto de siglo sin cantar en público, Raúl Padovani disfruta tanto su presente como productor artístico que no extraña nada de su pasado de cantante. Ese joven pelilargo quedó fijado en los recuerdos de quienes lo vieron en los programas clave de la canción de principios de los 70, como Alta Tensión y Música en Libertad.

Pocos lo reconocen con su fisonomía actual, pero el afecto aflora sin dudar al mencionar su nombre, referencia ineludible de temas como “El chucu chucu del amor”, “Una noche excepcional”, “Por qué no me das bolilla” o “Me vengaré” (entre muchos otros) o como parte del elenco que acompañó en la TV a Juan Carlos Calabró hasta fines de los 80.

“Recuerdo con cariño esa época. Yo casi no tenía una vida hasta que empecé a trabajar en la televisión en Canal 9, a los 19 años, y ahí empecé a forjar nuevas amistades, sin olvidar las que tenía; con muchos ya cumplimos 40 años de relación. La madre de mis hijos trabajaba también en la tele. Siempre fui medio nómade, con vínculos en distintos barrios. Hoy no hay más barrios, los amigos son los del colegio”, señala en diálogo con LA GACETA.

Padovani estuvo casi una semana en Tucumán, en su carácter de productor de avanzada de los shows que brindó Joan Manuel Serrat. En esos días recordó la entrañable relación que tiene con la provincia: “le tengo un cariño muy especial, porque hice muchísimos shows en los años 70, una época que no fue la mejor, pero en la que vine a hacer numerosos carnavales y recorrí todas las ciudades”.

- ¿Extrañás esos años?

- Canté en una etapa de mi vida, cuando tenía 20 años, y hoy no puedo hacer lo mismo que hacía entonces ahora, porque ya no tengo esa edad. No me quejo de nada, agradezco a Dios haber entrado por la puertita del espectáculo; no me arrepiento de nada ni lo sufro, no vivo clavándome puñales, sino que disfruto totalmente los recuerdos y cuando la gente me reconoce y me recuerda con cariño. Lo valoro mucho.

- ¿No te quedarías colgado de un éxito por décadas, como hacen otros músicos?

- Es una posición muy personal: no me molesta ver a cantantes de mi generación con los mismos temas de hace dos décadas, pero de hecho yo no lo estoy haciendo ni me lo planteé. A veces me pregunto por qué, si no me molesta, no lo hago, pero me enganché con esta nueva función de productor y tuve la suerte de hacer trabajos grandes. Me fue muy bien, sigo ligado a la industria y soy un buen recuerdo de lo que pasó para la gente.

- ¿Cómo te sentías en esa época?

- Con 20 años sos inmortal, no se piensa en nada y estás seguro de que no te puede pasar nada; después te empiezan a caer las fichas. Las giras siempre fueron muy crueles, pero en las anécdotas contás el sufrimiento con humor, te reís de cuando casi te matás en la ruta en camino de un show a otro. Tuve accidentes feos. Yo entraba a los bailes desde la puerta del club con el escenario estaba al fondo, sin seguridad ni vallado, y era una hazaña llegar entre el medio de la gente, junto con Palito Ortega y con Sandro. Y te ibas saltando por los techos, porque hacíamos cuatro shows en una noche. Tengo varias vueltas al mundo en giras en cantidad de kilómetros recorridos por aire, tierra y mar.

- ¿Y cómo surgió el rol que desempeñás ahora?

- Siempre me interesó el tema de la producción. Desde que empecé a cantar miraba qué es lo que había pasado para que yo estuviese arriba de un escenario. En el canal, con Alta Tensión, llegaba temprano y veía que estaba todo armado gracias a una gente con uniforme azul. Me dije que estaba en la pantalla por todos ellos, que sólo era una parte porque hay que trabajar en conjunto. Y hace 25 años que soy productor, desde que empecé con Héctor Caballero en grandes producciones. Puedo disfrutar tranquilamente de que se abra el telón y se vea mi trabajo, me sublima de alguna manera todo eso. Yo no sufro estando abajo; hay otros que sí y los comprendo.

- ¿Qué son los productores?

- Somos los mineros del espectáculo. A mí me interesa que te valore el que te debe valorar, que es el artista, no el público. La gente va a ver el espectáculo, no tiene idea de lo que pasa atrás ni tiene por qué saberlo, porque puede perder la magia del show. Somos complementarios, porque creo en lo grupal. Un productor ve cosas que otros no ven, cosas que pueden funcionar. Ahora vamos a enfrentar un gran rival, que son los casinos: ellos no necesitan a los productores, porque su negocio pasa por otro lado. No necesitan vender entradas porque los ingresos llegan de la timba y no por la recaudación. Contratan un artista y les regalan 1.000 entradas al que va a jugar.

- ¿Cuánto cambió la música en estas décadas?

- Me acuerdo de una nota de Pappo que estaba con un discjockey que en un momento empezó a hablar de “su música”. Pappo lo miró, le dijo “tomátelas” y se fue del estudio. Ahora es así, los tipos están con una bandeja y no se les cae una idea nueva. A lo mejor, es igual que cuando nosotros salimos con el chingui chingui, como me decía un tío tanguero que nos llamaba paralíticos. Lo grave es que ya casi ni se usan músicos en las grabaciones, hay muchos instrumentos que son cortagambas: por ejemplo, los violinistas no graban más. Pero a esas grabaciones le falta el sabor de la afinación, porque en una línea de cuerdas no afinan todos igual ni los instrumentos son los mismos. En un teclado está todo igual y podés hacer 20 violines, pero no son creíbles. Se perdió el ser humano, el músico de carne y hueso, el trasteo de una viola.

- ¿Hacia dónde irá la música?

- Creo que todo va a terminar dando vuelta. En EEUU están volviendo a grabar con cinta abierta como antes, con 24 canales, con el sabor del vivo y de lo humano. Se dan cuenta de que algo pasa, de que la tecnología está llegando a la cima en lo artístico, y que después se ameseta o se cae. Cuando empecé salió el sistema dolby, que comprimía los graves y los agudos, y ya no se usa porque era todo chato. Pasan cosas.

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