Luis María Peña - Ex jefe de los "intocables" de la DGI
Así como en el juego, el que maneja la caja, tiene el control del negocio, del mismo modo en las cuestiones impositivas, el que maneja el sistema, lleva el control del negocio. Con aquella analogía, lo fundamental es que, cuando el fisco pone en prácticas sistemas informáticos considerados universales, debe asegurarse que tenga ese control para el correcto funcionamiento de la fiscalización.
En mis 55 años de experiencia en la cuestión impositiva, debo decir que no se ha encontrado aún ese sistema completo que todo lo puede. Creo que los regímenes manuales como electrónicos son necesarios y complementarios. ¿Cómo creerle más a una máquina que a un ser humano y viceversa? La tecnología también se expone a ser burlada por el evasor.
Si realmente la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) o cualquier organismo provincial impositivo quiere fiscalizar, es imprescindible que cuente con la voluntad política para avanzar con esa tarea. No puede ser que se instrumenten regímenes para monotributistas, que supuestamente son los que tienen menos capacidad contributiva, y se flexibilice el control en aquellas franjas de contribuyentes con elevados ingresos. La Constitución es clara en ese aspecto, en la aplicación igualitaria de los impuestos; es decir, tratar como iguales a los iguales y como desiguales a los desiguales. No hay que meter a todos en la misma bolsa.
Las fiscalizaciones informáticas pueden resultar buenas. De hecho, en la sala cofre (una oficina en la que la AFIP guarda detalladamente los datos fiscales de cada contribuyente) hay más información de lo que cada uno de nosotros puede tener y que involucra a personas físicas, empresas o multinacionales.
Una buena fiscalización es aquella en la que el inspector puede llegar a tener mejor información que el empresario, el gerente o el asesor impositivo de la compañía. Es la fiscalización especializada, en la que los propietarios o apoderados de una compañía terminan rindiéndose al conocimiento de los inspectores que envía el fisco. Luego puede darse que los sistemas recursivos terminan en sede judicial. Allí, sin desmérito de los magistrados, suele ser in dubio pro contribuyente. No se pueden permitir sistemas hechos a medida. Los intocables ya no son los de la AFIP; los hay entre las grandes empresas protegidas por el poder. La tecnología debe servir para modernizar el sistema, para cruzar información con los regímenes de fiscalización tradicionales y para que el contribuyente siga sus aportes o contribuciones. No debe dar lugar a inmunidad fiscal para aquellos que están arriba y tratan de aprovecharse de la tecnología con el fin de evitar la correcta fiscalización.