Pie Grande no tolera que invadan su territorio

“El proyecto de la bruja de Blair” marcó un hito en el cine de terror, con la popularización del exitoso uso de la (a propósito) inquieta e imprecisa cámara en mano y del falso documental, que se transforma en un material abandonado por personas trágicamente desaparecidas.

Ninguna de las películas posteriores que utilizaron esos recursos alcanzó el nivel demostrado en el filme debut del norteamericano de origen cubano Eduardo Sánchez (junto a Daniel Myrick, uno de los coguionistas y codirectores de “El proyecto...”), quien regresó a la filmación con “Terror en el bosque”. Pasaron 15 años pero tiene las mismas y eficientes armas en sus manos y sin necesidad de recurrir a la computación.

Como en 1999, el marco es también un espacio rural supuestamente deshabitado, donde (en vez de acampar) llega un grupo de amigos a una cabaña aislada del tío de uno de ellos para pasar un fin de semana festivo. Otra fórmula repetida del cine estadounidense, donde un entorno agreste abierto se transforma en una suerte de sitio de encierro, ya que nadie sabe ni puede escapar del lugar.

Sólo falta determinar quién los va a acechar en esa zona de Texas. Y se trata del famoso Pie Grande, quien está tranquilo en esos bosques y no tolera que nadie (y menos cinco revoltosos, sedientos y hormonales jóvenes) rompa con su apacible vida. La reacción de ese ser, mitad hombre mitad animal, se transformará en una venganza sangrienta contra los invasores, atacándolos uno a uno. El nombre de la película en inglés, “Exists”, remite directamente a la leyenda urbana de la existencia del monstruo, un habitué del cine sea en tragedias como “Abominable” o en comedias, al estilo de “Harry y los Hendersons”.