15 Abril 2015
OTRA VEZ. En La Madrid los vecinos ya conocen de memoria esta historia: salvar a los animales, armar la carpa, cocinar y compartir con los vecinos. la gaceta / fotos de antonio ferroni
Después de su segunda noche durmiendo en reposeras a la orilla de la ruta 157, unas 200 familias de La Madrid comenzaron a quitar el barro de sus casas después de la feroz crecida del río Marapa, consecuencia del desborde del dique Escaba. Al igual que los vecinos de Graneros, donde el agua obligó a los habitantes de cuatro barrios a salir nadando para buscar cobijo, los de La Madrid quieren respuestas: quiénes fueron los responsables de este desastre que, aparentemente, no fue producto únicamente de la naturaleza. Sobre ese asunto, el gobernador, José Alperovich, hizo ayer su primera declaración pública: se comprometió a iniciar acciones legales contra la “gente” que explota Escaba, es decir la empresa Hidroeléctrica Tucumán S.A. (ver aparte).
El agua comenzó a bajar al amanecer en La Madrid. De a poco, los vecinos que por tercera vez en el año tuvieron que instalarse en carpas a la orilla de la ruta tomaron coraje para ver qué es lo que quedó en sus casas. También fue necesario hacerse de fuerza para empezar a limpiar la capa de lodo que les dejó la crecida y que en muchos casos se comió todos sus bienes. “Venga, sienta este olor. Con esto vamos a convivir durante varios días”, le dijo a LA GACETA Mercedes Brito, una mujer de 79 años que vive en una casa de Villa Nueva. Ese fue uno de los barrios más castigados por el desborde del río Marapa, que pasa a pocos metros de ahí. Ayer, un grupo de jóvenes de las cooperativas y de la comuna de Manuela Pedraza, de Simoca, le ayudaban a limpiar la casa.
El vaso “medio lleno”
Si de algo le sirvió la desgracia a Mercedes, que vive sola en esa casa (su hijo falleció hace más de 10 años), es porque al menos recuperó la relación con algunas vecinas con las que estaba distanciada. “Tomamos mate, nos pasamos la noche charlando... una se hace compañía. Porque así, a la orilla de la ruta, nadie puede dormir”, contó. Compartieron un guiso de arroz entre varios vecinos, aunque Mercedes no cena.
También tuvo que ver el vaso “medio lleno” Blanca Jerez, que ayer festejó su cumpleaños 60 evacuada en la ruta. Unas 10 familias juntaron algo de plata para cocinar pollo a la parrilla con ensalada y celebrar el aniversario empapado de Blanca. Quien no sabía por dónde empezar a limpiar su casa y esperaba la ayuda oficial era Pedro Clodomiro Brito, un hombre de 59 años que vive solo en su casa y que perdió todo. A Pedro lo conocen porque es experto en curar la paletilla de los chicos, pero ayer apenas si podía controlar su ansiedad.
El centro de evacuados de La Madrid, donde se encontraban nueve familias, concluyó ayer su tarea, según contó Fernando Torres, titular de Defensa Civil Municipal. El funcionario estimó que al menos 400 familias estuvieron afectadas en La Madrid, pero no pudo precisar el número de Graneros, otra ciudad castigada por la crecida. Ahí comenzaron a relevar los daños, pero la mayoría de los vecinos aseguraban haber perdido todo.
El agua comenzó a bajar al amanecer en La Madrid. De a poco, los vecinos que por tercera vez en el año tuvieron que instalarse en carpas a la orilla de la ruta tomaron coraje para ver qué es lo que quedó en sus casas. También fue necesario hacerse de fuerza para empezar a limpiar la capa de lodo que les dejó la crecida y que en muchos casos se comió todos sus bienes. “Venga, sienta este olor. Con esto vamos a convivir durante varios días”, le dijo a LA GACETA Mercedes Brito, una mujer de 79 años que vive en una casa de Villa Nueva. Ese fue uno de los barrios más castigados por el desborde del río Marapa, que pasa a pocos metros de ahí. Ayer, un grupo de jóvenes de las cooperativas y de la comuna de Manuela Pedraza, de Simoca, le ayudaban a limpiar la casa.
El vaso “medio lleno”
Si de algo le sirvió la desgracia a Mercedes, que vive sola en esa casa (su hijo falleció hace más de 10 años), es porque al menos recuperó la relación con algunas vecinas con las que estaba distanciada. “Tomamos mate, nos pasamos la noche charlando... una se hace compañía. Porque así, a la orilla de la ruta, nadie puede dormir”, contó. Compartieron un guiso de arroz entre varios vecinos, aunque Mercedes no cena.
También tuvo que ver el vaso “medio lleno” Blanca Jerez, que ayer festejó su cumpleaños 60 evacuada en la ruta. Unas 10 familias juntaron algo de plata para cocinar pollo a la parrilla con ensalada y celebrar el aniversario empapado de Blanca. Quien no sabía por dónde empezar a limpiar su casa y esperaba la ayuda oficial era Pedro Clodomiro Brito, un hombre de 59 años que vive solo en su casa y que perdió todo. A Pedro lo conocen porque es experto en curar la paletilla de los chicos, pero ayer apenas si podía controlar su ansiedad.
El centro de evacuados de La Madrid, donde se encontraban nueve familias, concluyó ayer su tarea, según contó Fernando Torres, titular de Defensa Civil Municipal. El funcionario estimó que al menos 400 familias estuvieron afectadas en La Madrid, pero no pudo precisar el número de Graneros, otra ciudad castigada por la crecida. Ahí comenzaron a relevar los daños, pero la mayoría de los vecinos aseguraban haber perdido todo.
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