14 Abril 2015
LEYENDA. dfasdf asdfasdas fasdf asdf asdfasdfasdfasdfasdfa la gaceta / fotos de inés quinteros orio
Descalzos. Con barro todavía hasta las rodillas. Caras de desvelo. Mal humor. Hambre. Así se encontraba el pueblo de Graneros ayer por la mañana, después de un domingo trágico en el que la crecida del río Marapa dejó bajo el agua a por lo menos cuatro barrios de la zona: Buenos Aires, 25 de Mayo, El Alto y Eva Perón III encabezaron la triste lista.
Parecía como si una lluvia torrencial hubiese azotado ese municipio del sudeste tucumano, pero lo cierto es que allí no había caído ni una gota. Como una suerte de castigo divino, la “peste” del agua llegó de arriba, con el inexplicable desborde del dique de Escaba. Sus calles todavía húmedas cargaban un dejo de melancolía, mientras los vecinos intentaban quitar el agua y el barro que, en algunos casos, llegó hasta el metro cincuenta.
Esta vez, los afectados no pudieron maldecir a la naturaleza y a sus efectos inesperados. Para ellos, la responsabilidad de esta inundación tiene nombres y apellidos: los encargados del dique y también el intendente local, Roque Graneros, porque no hizo lo suficiente para alertar acerca del avance del agua.
“Nadie nos ha dicho nada. La crecida nos tomó por sorpresa y cuando quisimos levantar algunas cosas ya era demasiado tarde. Eso fue el domingo y todavía (ayer a la mañana) no ha venido nadie para ver qué necesitábamos”, fustigó Romina Quiroga, de 20 años. Ella fue una de los 50 vecinos que se abalanzaron sobre la combi que llevaba al gobernador, José Alperovich, implorando en vano que visitara su barrio (ver aparte).
En diálogo con LA GACETA, el intendente Graneros admitió que hasta ayer al mediodía no se pudo hacer un relevamiento de los afectados y que todas las acciones estaban centralizadas en los tres centros de evacuados: las escuelas Belisario López, de Manualidades y la secundaria. “Sabemos que son más o menos 250 personas afectadas, porque son las que están en los centros de evacuación. Pero deben ser muchas más las que están en sus casas y no quisieron evacuarse”, señaló el jefe municipal. Luego de conversar con este diario, recibió a representantes del Ministerio de Desarrollo Social, quienes acudieron a solicitarle que se lleve a cabo un relevamiento cuanto antes.
“Parecía un acto político”
A 15 kilómetros de Graneros, la pesadilla del verano se repetía, pero al menos los vecinos estaban advertidos. Durante todo el domingo, las autoridades de La Madrid informaron sobre el conflicto en Escaba y pidieron a los vecinos que pusieran sus pertenencias en un lugar alto. Para algunos se trató de una falsa alarma, pero ayer alrededor de las 8.30 el agua del Marapa comenzó a avanzar en algunas calles del pueblo y hacia la siesta la mayoría estaba anegada. Los habitantes que desoyeron la alarma tuvieron que apurar la evacuación e instalarse en la ruta.
“El panorama es incierto durante, al menos, las próximas 36 horas”, le advertía un empleado de Defensa Civil a Mercedes Brito, una anciana vecina del barrio Villa Nueva que subió hasta la ruta con su bastón y el agua hasta las rodillas. Junto con Los Cercos y Las Bases, ese fue el barrio que primero quedó bajo el agua cuando el río superó las márgenes.
A pesar del despliegue oficial (bomberos, policías, Policía Lacustre, enfermeros y trabajadores sociales, Vialidad...) algunos vecinos no pudieron ocultar su amargura: “lo único que han hecho es pasearse en los vehículos de un lado a otro, gastando combustible. Pero no hicieron defensas ni reencauzaron el canal, que es el primero que se desborda y nos inunda. Esto parecía un acto político, no un operativo de prevención”, disparó Arturo Enrique Alderete, instalado desde hacía 24 horas en una improvisada carpa a la orilla de la ruta 357.
Según las cifras brindadas por Dardo Herrera, delegado comunal, unas 200 familias serían las afectadas en La Madrid. De ellas, solamente cinco se encontraban evacuadas en la escuela. Al resto, le esperaba una larga noche descansando a duras penas en reposeras en la ruta.
Al borde del derrumbe
La casa de Brenda Córdoba (22) quedó bajo el agua y temen que de desplome
En el barrio El Alto, un grupo de vecinos hacía fila detrás de un tablón cargado de galletas de agua, salame, queso y mortadela en fetas. Para todos ellos, ese fue el desayuno y el almuerzo después de un domingo bajo el agua y un lunes de sacar barro de sus casas. “Perdimos todo, no tenemos ni cocina para preparar algo para los chicos. Acá nadie nos avisó que venía la crecida ni tampoco se acercaron a preguntar qué necesitábamos”, contó con los ojos llorosos Brenda Córdoba. Ella fue una de las vecinas que se apostó frente a la comitiva de Alperovich para exigirles una visita a su barrio, algo que finalmente no se concretó. Después de insistir, consiguieron que el Municipio les donara galletas y fiambres para disimular un poco el hambre. “Nos tienen olvidados”, reclamó la joven.
Un colchón para cuatro
En la escuela de manualidades las madres durmieron en el piso de las aulas
“Parece una burla. Nos dieron un solo colchón y nosotros somos cuatro. Los hice dormir a los chicos ahí y yo me tiré en una colcha en el piso. Además, cuando fuimos a pedir comida en la escuela Belisario López nos dijeron que ya lo iban a solucionar, pero nunca aparecieron. Matamos un par de pollos y estamos haciendo un guiso de arroz para comer algo”, reclamó Karina Jerez, de 30 años. Unas 30 personas tuvieron que evacuarse en la Escuela de Manualidades, donde las aulas se convirtieron en dormitorios. Según los afectados, la ayuda oficial no llegó hasta ahí y las pocas cosas que consiguieron -entre ellas agua- fueron colaboraciones de otros vecinos. “A las 12 de la noche (del lunes) nos abrieron la puerta de la escuela. Nosotros tuvimos que limpiar para poder dormir en el piso”, contó Karina.
Una visita de 20 minutos
El gobernador, en su cumpleaños número 60, presenció la furia de los vecinos
A juzgar por su cara de malestar, el gobernador José Alperovich no tenía demasiados motivos para celebrar. Ayer fue su cumpleaños número 60 y lo “festejó” con una fugaz visita a la escuela Belisario López, en Graneros, donde se encuentran 30 familias evacuadas. El mandatario llegó al lugar e intercambió besos y abrazos con los afectados y habló de “soluciones”, pero no especificó cuáles serían. La visita duró apenas 20 minutos, tras lo cual se subió a la combi oficial. Al pasar por la plaza principal, un grupo de vecinos, indignados por lo que habían padecido el domingo, se apostó frente al vehículo exigiéndole a Alperovich visitar el barrio El Alto, uno de los más afectados, algo que no ocurrió. El vehículo tomó la ruta 308 y volvió a la capital, suspendiendo una rueda de prensa que estaba prevista.
Parecía como si una lluvia torrencial hubiese azotado ese municipio del sudeste tucumano, pero lo cierto es que allí no había caído ni una gota. Como una suerte de castigo divino, la “peste” del agua llegó de arriba, con el inexplicable desborde del dique de Escaba. Sus calles todavía húmedas cargaban un dejo de melancolía, mientras los vecinos intentaban quitar el agua y el barro que, en algunos casos, llegó hasta el metro cincuenta.
Esta vez, los afectados no pudieron maldecir a la naturaleza y a sus efectos inesperados. Para ellos, la responsabilidad de esta inundación tiene nombres y apellidos: los encargados del dique y también el intendente local, Roque Graneros, porque no hizo lo suficiente para alertar acerca del avance del agua.
“Nadie nos ha dicho nada. La crecida nos tomó por sorpresa y cuando quisimos levantar algunas cosas ya era demasiado tarde. Eso fue el domingo y todavía (ayer a la mañana) no ha venido nadie para ver qué necesitábamos”, fustigó Romina Quiroga, de 20 años. Ella fue una de los 50 vecinos que se abalanzaron sobre la combi que llevaba al gobernador, José Alperovich, implorando en vano que visitara su barrio (ver aparte).
En diálogo con LA GACETA, el intendente Graneros admitió que hasta ayer al mediodía no se pudo hacer un relevamiento de los afectados y que todas las acciones estaban centralizadas en los tres centros de evacuados: las escuelas Belisario López, de Manualidades y la secundaria. “Sabemos que son más o menos 250 personas afectadas, porque son las que están en los centros de evacuación. Pero deben ser muchas más las que están en sus casas y no quisieron evacuarse”, señaló el jefe municipal. Luego de conversar con este diario, recibió a representantes del Ministerio de Desarrollo Social, quienes acudieron a solicitarle que se lleve a cabo un relevamiento cuanto antes.
“Parecía un acto político”
A 15 kilómetros de Graneros, la pesadilla del verano se repetía, pero al menos los vecinos estaban advertidos. Durante todo el domingo, las autoridades de La Madrid informaron sobre el conflicto en Escaba y pidieron a los vecinos que pusieran sus pertenencias en un lugar alto. Para algunos se trató de una falsa alarma, pero ayer alrededor de las 8.30 el agua del Marapa comenzó a avanzar en algunas calles del pueblo y hacia la siesta la mayoría estaba anegada. Los habitantes que desoyeron la alarma tuvieron que apurar la evacuación e instalarse en la ruta.
“El panorama es incierto durante, al menos, las próximas 36 horas”, le advertía un empleado de Defensa Civil a Mercedes Brito, una anciana vecina del barrio Villa Nueva que subió hasta la ruta con su bastón y el agua hasta las rodillas. Junto con Los Cercos y Las Bases, ese fue el barrio que primero quedó bajo el agua cuando el río superó las márgenes.
A pesar del despliegue oficial (bomberos, policías, Policía Lacustre, enfermeros y trabajadores sociales, Vialidad...) algunos vecinos no pudieron ocultar su amargura: “lo único que han hecho es pasearse en los vehículos de un lado a otro, gastando combustible. Pero no hicieron defensas ni reencauzaron el canal, que es el primero que se desborda y nos inunda. Esto parecía un acto político, no un operativo de prevención”, disparó Arturo Enrique Alderete, instalado desde hacía 24 horas en una improvisada carpa a la orilla de la ruta 357.
Según las cifras brindadas por Dardo Herrera, delegado comunal, unas 200 familias serían las afectadas en La Madrid. De ellas, solamente cinco se encontraban evacuadas en la escuela. Al resto, le esperaba una larga noche descansando a duras penas en reposeras en la ruta.
Al borde del derrumbe
La casa de Brenda Córdoba (22) quedó bajo el agua y temen que de desplome
En el barrio El Alto, un grupo de vecinos hacía fila detrás de un tablón cargado de galletas de agua, salame, queso y mortadela en fetas. Para todos ellos, ese fue el desayuno y el almuerzo después de un domingo bajo el agua y un lunes de sacar barro de sus casas. “Perdimos todo, no tenemos ni cocina para preparar algo para los chicos. Acá nadie nos avisó que venía la crecida ni tampoco se acercaron a preguntar qué necesitábamos”, contó con los ojos llorosos Brenda Córdoba. Ella fue una de las vecinas que se apostó frente a la comitiva de Alperovich para exigirles una visita a su barrio, algo que finalmente no se concretó. Después de insistir, consiguieron que el Municipio les donara galletas y fiambres para disimular un poco el hambre. “Nos tienen olvidados”, reclamó la joven.
Un colchón para cuatro
En la escuela de manualidades las madres durmieron en el piso de las aulas
“Parece una burla. Nos dieron un solo colchón y nosotros somos cuatro. Los hice dormir a los chicos ahí y yo me tiré en una colcha en el piso. Además, cuando fuimos a pedir comida en la escuela Belisario López nos dijeron que ya lo iban a solucionar, pero nunca aparecieron. Matamos un par de pollos y estamos haciendo un guiso de arroz para comer algo”, reclamó Karina Jerez, de 30 años. Unas 30 personas tuvieron que evacuarse en la Escuela de Manualidades, donde las aulas se convirtieron en dormitorios. Según los afectados, la ayuda oficial no llegó hasta ahí y las pocas cosas que consiguieron -entre ellas agua- fueron colaboraciones de otros vecinos. “A las 12 de la noche (del lunes) nos abrieron la puerta de la escuela. Nosotros tuvimos que limpiar para poder dormir en el piso”, contó Karina.
Una visita de 20 minutos
El gobernador, en su cumpleaños número 60, presenció la furia de los vecinos
A juzgar por su cara de malestar, el gobernador José Alperovich no tenía demasiados motivos para celebrar. Ayer fue su cumpleaños número 60 y lo “festejó” con una fugaz visita a la escuela Belisario López, en Graneros, donde se encuentran 30 familias evacuadas. El mandatario llegó al lugar e intercambió besos y abrazos con los afectados y habló de “soluciones”, pero no especificó cuáles serían. La visita duró apenas 20 minutos, tras lo cual se subió a la combi oficial. Al pasar por la plaza principal, un grupo de vecinos, indignados por lo que habían padecido el domingo, se apostó frente al vehículo exigiéndole a Alperovich visitar el barrio El Alto, uno de los más afectados, algo que no ocurrió. El vehículo tomó la ruta 308 y volvió a la capital, suspendiendo una rueda de prensa que estaba prevista.