El consumo de drogas en conductores de vehículos

El consumo de drogas en conductores de vehículos

Es sinónimo de placer, también de destrucción. Desde hace tiempo se ha instalado en nuestra sociedad; los adolescentes y jóvenes son las víctimas principales de quienes la venden. El consumo de droga se ha convertido en un flagelo social en crecimiento, sorteando mecanismos de control y desnudando ausencias de acciones del Estado para combatirlo con eficacia.

En nuestra edición del domingo, divulgamos algunos resultados de un estudio efectuado en la sala de emergencias del Hospital Padilla. Este señala que dos pacientes de cada 10 que ingresan al servicio han consumido sustancias psicoactivas. Se indica que el 18,5% de las consultas de emergencias están vinculadas con las drogas; el 25% de los heridos en hechos de violencia consumieron estas sustancias; el 45% de las personas accidentadas habían consumido drogas y el 30% que ingresó por sobredosis emplearon tres o más sustancias.

La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) determinó en una investigación efectuada en todo el país que Tucumán está a la cabeza del ranking de provincias, donde más se relaciona el uso indebido de estupefacientes y la consulta de emergencia.

En Tucumán se duplicaron en tres años los casos de emergencias en los que aparece el consumo.

En la calles y rutas, no se controla si el conductor ha consumido sustancias psicoactivas, pese a que la Ley Nacional de Tránsito, a la cual está adherida la provincia, prohibe conducir bajo los efectos de las drogas ilegales.

El secretario provincial de Transporte sostiene que sería importante incluir en los controles alcoholemia los de estupefacientes, pero el principal inconveniente es que las tiras reactivas necesarias para efectuarlo son muy caras.

Según la ONU, a nivel mundial, la marihuana, la cocaína, el alcohol, el éxtasis, el tabaco, ácidos y las anfetaminas figuran entre las drogas más consumidas. Las sustancias ilícitas ocasionan cambios físicos y psicológicos.

Las estadísticas tienen la función de medir los datos cuantitativos de la población, de los recursos naturales e industriales, del tráfico o de cualquier otra manifestación de la sociedad. Constituyen una valiosa información para diseñar políticas que brinden soluciones a una problemática determinada.

Si en la guardia del nuestro principal hospital se percibe que un incremento en el consumo de estupefacientes, si la droga está presente en muchos de los delitos que a diario se cometen, significa que el flagelo avanza y por lo tanto, se requieren acciones concretas.

En abril de 2010 fue promulgada la ley N° 8267 sobre la Política Pública Integral para la Prevención y Asistencia a las Adicciones, cuyo objetivo era “la elaboración de una política integral y sistémica orientada a la prevención y asistencia de los afectados por el consumo de sustancias químicas psicoactivas adictivas y demás conductas adictivas, considerándose la investigación, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación, la reinserción social, el desarrollo de programas, la educación, la capacitación y la acción comunitaria”. Desde entonces permanece sin reglamentar, por lo tanto no está en vigencia.

Un enemigo tan poderoso no se puede combatir arrojándole piedritas, sino con una política de Estado integral y una firme decisión gubernamental y judicial.

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