Por Federico Diego van Mameren
13 Abril 2015
Los salteños abrieron las elecciones del país. Dieron el ejemplo con su sistema de voto electrónico que ya es una costumbre a la que Tucumán le tiene miedo. Las PASO no fueron unas primarias abiertas sino una verdadera encuesta. Ahora Urtubey sólo tiene que ratificar su rumbo, mientras que sus rivales tendrán que revisar estrategias. Romero se quedó pataleando con la denuncia de fraude. El Partido Obrero y la Unión Cívica Radical confirman que Salta es peronista y que ellos salen borrosos en la foto. El PO perdió votos, pero ratificó que es la tercera fuerza salteña. La UCR sigue muy lejos de lo que fue. Pero los comicios no fueron sólo salteños. Los candidatos nacionales apostaron en estos comicios del norte. El kirchnerismo desempolvó las matracas y los bombos y las mandaron en dos aviones desde la Rosada. Cada uno de los presidenciables querían salir en la foto con Urtubey. La prudencia K de la campaña devino en efusivo abrazo. Hasta el camporista Eduardo “Wado” De Pedro, uno de los que podría subirse como vice a la fórmula de Daniel Scioli, abrió los brazos. El oficialismo salteño, envalentonado, se animaba a sugerir: “...Y, Urtubey ¿por qué no?” Al joven salteño, que alguna vez soñó con ser candidato, en octubre le dijeron que no a sus apetencias presidenciales y de vice. Pero ayer era todo algarabía. Y la euforia obliga a soñar.
Hasta la medianoche, Mauricio Macri pedía que dejen el avión en hangar. Apostó a Durand Cornejo candidato a intendente del romerismo, pero no tiró fichas a gobernador -los estrategas de Cano y del PRO tucumano deben estudiar muy bien esta experiencia-. Si perdía Romero y ganaba Durand Cornejo, como le decían las encuestas, habría conseguido la alquimia perfecta porque, por efecto carambola, hubiera golpeado a Sergio Massa, que apostó todo a Romero. Hoy Macri desayuna té de tilo, y el diputado de Tigre no se debe haber levantado de la cama.
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