De Alberdi y Sarmiento

De Alberdi y Sarmiento

Lucio V. Mansilla ensayaba una comparación

JUAN BAUTISTA ALBERDI. El general Lucio V. Mansilla lo visitó en París, por recomendación de Manuelita Rosas la gaceta / archivo JUAN BAUTISTA ALBERDI. El general Lucio V. Mansilla lo visitó en París, por recomendación de Manuelita Rosas la gaceta / archivo
Manuelita Rosas había recomendado a su primo Lucio V. Mansilla, en Londres: “cuando hables con el señor Alberdi, él, que conoció a tu tío, te contará muchas cosas”. En sus “Retratos y recuerdos”, Mansilla narra que, efectivamente, cuando llegó a París, fue a visitar al ilustre tucumano autor de las “Bases”.

Alberdi vivía “modestísimamente” en una casa de huéspedes donde ocupaba dos cuartos “con balcón a la calle, una calle triste como él”. El visitante sabía que era hombre “pequeño de talla” pero, dice “no me imaginaba que lo fuera tanto como en realidad lo era”.

Mansilla invitaba al lector a imaginarse “un hombre antípoda de Sarmiento; éste, músculos y fuerza, de manos burdas, ágil como los boxeadores, listo siempre a mostrar los puños por cualquier cosa”. Alberdi era “todo lo contrario: un cartílago nervioso, alimentado sobriamente”.

Agregaba que “no he visto nunca dos caracteres sobresalientes más antitéticos, dos naturalezas más discordantes”. Esto se veía no sólo en sus procedimientos sino en sus escrituras. “La letra de Sarmiento grande, redonda, clara, casi sin perfiles, una letra gorda, maciza como su estilo vigoroso, preñado; la de Alberdi, una letra puros perfiles, pequeña, ligada por rasgos continuos –como su pensamiento-, una letra finísima, como su frase incisiva”.

Estas diferencias exhibían también las firmas. Sarmiento “tenía una firma neta, como todo él; Alberdi, una firma a lo Carril (Salvador María del Carril), y si no tan enredada como jeroglífico, una cuasi cifra con cierta coquetería de pendolista”.

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