12 Abril 2015
INMÓVIL. Los médicos le dijeron a Jésica que necesitará varias sesiones de fisioterapia antes de volver a caminar. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
“Es un milagro que hoy esté viva”, dice Jésica Alderete. Lo dice desde la silla de ruedas que usa para moverse desde que salió del hospital, tras haber estado más de un mes internada.
Jésica tiene 26 años y se ganaba la vida como empleada doméstica, trabajo que no podrá volver a realizar después de que un delincuentes le asestara cinco puñaladas durante un asalto. El ataque ocurrió el 22 de febrero a la mañana, cuando la joven regresaba de una fiesta junto a su prima. Ambas estaban por entrar a la casa de la familia Alderete, ubicada en el barrio Álvarez Condarco, cuando fueron sorprendidas por dos delincuentes.
Como todavía no declaró ante el fiscal de Instrucción de la IV° Nominación, Diego López Ávila, Jésica no puede contar detalles del hecho. Pero su madre, Teresa Campos, recuerda que esa mañana escuchó alaridos y saltó de la cama. La mujer cuenta que miró por la ventana y vio a dos delincuentes, uno de los cuales agredía a su hija con un cuchillo. “Me agarró un ataque de nervios. Cuando abrí, ya se estaban yendo”, relata.
Los asaltantes pretendían apoderarse de la cartera que llevaba Jésica. Pero la joven la arrojó por encima de la reja de su casa para evitar que se la quitaran. Esa reacción enfureció a uno de los ladrones, que sacó un arma blanca y la atacó, perforándole un pulmón y el hígado. “Se me hace que ahora sí entregaría las cosas, no volvería a hacer la misma tontera, ni siquiera me defendería”, reflexiona la joven.
En coma
Esa mañana, una ambulancia llevó a Jésica al hospital Centro de Salud. Llegó inconsciente y con una grave pérdida de sangre debido a que le habían perforado la vena cava inferior. Los médicos la llevaron al quirófano de urgencia. “Señora, es un milagro que su hija esté viva”, le dijeron a Teresa cuando finalizó la cirugía.
Desde entonces, Jésica estuvo más de 20 días en coma farmacológico. Cuando recuperó el conocimiento, no podía hablar porque le habían practicado una traqueotomía para mantenerla conectada al respirador. “Cuando me desperté no podía mover nada, ni siquiera sabía que había estado tanto tiempo dormida”, recuerda la joven, con una voz ronca que -según dice su mamá- en nada se parece a la que tenía antes.
Los médicos le dijeron a Jésica que, como consecuencia de haber estado tantos días en coma, pasará un tiempo hasta que sus piernas recuperen fuerza y pueda caminar. Mientras tanto, debe utilizar la silla de ruedas. Además, debe seguir un tratamiento que incluye antibióticos, nebulizaciones y sesiones de fisioterapia.
Tres veces en un mes
Febrero fue un mes oscuro para la familia Alderete. Teresa cuenta que el 5 entraron ladrones a su casa y se llevaron las herramientas de su marido. El 18, un joven que vive en la zona intentó quitarle la cartera a Jésica en la parada del colectivo. Ella se resistió, lo golpeó y su familia salió a auxiliarla.
Según cuenta la joven, el delincuente le juraba venganza desde lejos, mientras escapaba. Jésica asegura que se trata de la misma persona que el domingo siguiente la apuñaló en la puerta de su casa.
El fiscal López Ávila ordenó la detención del sospechoso, quien fue atrapado el 26 de febrero por la Policía después de que estuviera cuatro días prófugo. Se trata de Roberto Alejandro Melián, de 23 años, quien tiene antecedentes penales.
Cuando se le pregunta a Jésica qué le diría a su agresor, responde que no sabe y no puede evitar que las lágrimas broten de sus ojos. “Me arruinó la vida”, resume. “Ya no puedo tener una vida normal, no puedo hacer mi trabajo. Me abrieron desde el pecho hasta acá (se señala la pelvis) para desinfectarme. No puedo hacer ningún tipo de esfuerzo, corro peligro de ser alérgica o de que me agarren espasmos. Estuve muy grave”, remarca.
Jésica pide que la Justicia actúe. “Que no lo suelten, porque si no va a decir: ‘si hice lo que hice y no me pasó nada, lo puedo volver a hacer’. No quiero que le vuelva a hacer daño a nadie”, suplica. Después vuelve a su cama y el policía que custodia a la familia vuelve a cerrar la puerta con candado.
Jésica tiene 26 años y se ganaba la vida como empleada doméstica, trabajo que no podrá volver a realizar después de que un delincuentes le asestara cinco puñaladas durante un asalto. El ataque ocurrió el 22 de febrero a la mañana, cuando la joven regresaba de una fiesta junto a su prima. Ambas estaban por entrar a la casa de la familia Alderete, ubicada en el barrio Álvarez Condarco, cuando fueron sorprendidas por dos delincuentes.
Como todavía no declaró ante el fiscal de Instrucción de la IV° Nominación, Diego López Ávila, Jésica no puede contar detalles del hecho. Pero su madre, Teresa Campos, recuerda que esa mañana escuchó alaridos y saltó de la cama. La mujer cuenta que miró por la ventana y vio a dos delincuentes, uno de los cuales agredía a su hija con un cuchillo. “Me agarró un ataque de nervios. Cuando abrí, ya se estaban yendo”, relata.
Los asaltantes pretendían apoderarse de la cartera que llevaba Jésica. Pero la joven la arrojó por encima de la reja de su casa para evitar que se la quitaran. Esa reacción enfureció a uno de los ladrones, que sacó un arma blanca y la atacó, perforándole un pulmón y el hígado. “Se me hace que ahora sí entregaría las cosas, no volvería a hacer la misma tontera, ni siquiera me defendería”, reflexiona la joven.
En coma
Esa mañana, una ambulancia llevó a Jésica al hospital Centro de Salud. Llegó inconsciente y con una grave pérdida de sangre debido a que le habían perforado la vena cava inferior. Los médicos la llevaron al quirófano de urgencia. “Señora, es un milagro que su hija esté viva”, le dijeron a Teresa cuando finalizó la cirugía.
Desde entonces, Jésica estuvo más de 20 días en coma farmacológico. Cuando recuperó el conocimiento, no podía hablar porque le habían practicado una traqueotomía para mantenerla conectada al respirador. “Cuando me desperté no podía mover nada, ni siquiera sabía que había estado tanto tiempo dormida”, recuerda la joven, con una voz ronca que -según dice su mamá- en nada se parece a la que tenía antes.
Los médicos le dijeron a Jésica que, como consecuencia de haber estado tantos días en coma, pasará un tiempo hasta que sus piernas recuperen fuerza y pueda caminar. Mientras tanto, debe utilizar la silla de ruedas. Además, debe seguir un tratamiento que incluye antibióticos, nebulizaciones y sesiones de fisioterapia.
Tres veces en un mes
Febrero fue un mes oscuro para la familia Alderete. Teresa cuenta que el 5 entraron ladrones a su casa y se llevaron las herramientas de su marido. El 18, un joven que vive en la zona intentó quitarle la cartera a Jésica en la parada del colectivo. Ella se resistió, lo golpeó y su familia salió a auxiliarla.
Según cuenta la joven, el delincuente le juraba venganza desde lejos, mientras escapaba. Jésica asegura que se trata de la misma persona que el domingo siguiente la apuñaló en la puerta de su casa.
El fiscal López Ávila ordenó la detención del sospechoso, quien fue atrapado el 26 de febrero por la Policía después de que estuviera cuatro días prófugo. Se trata de Roberto Alejandro Melián, de 23 años, quien tiene antecedentes penales.
Cuando se le pregunta a Jésica qué le diría a su agresor, responde que no sabe y no puede evitar que las lágrimas broten de sus ojos. “Me arruinó la vida”, resume. “Ya no puedo tener una vida normal, no puedo hacer mi trabajo. Me abrieron desde el pecho hasta acá (se señala la pelvis) para desinfectarme. No puedo hacer ningún tipo de esfuerzo, corro peligro de ser alérgica o de que me agarren espasmos. Estuve muy grave”, remarca.
Jésica pide que la Justicia actúe. “Que no lo suelten, porque si no va a decir: ‘si hice lo que hice y no me pasó nada, lo puedo volver a hacer’. No quiero que le vuelva a hacer daño a nadie”, suplica. Después vuelve a su cama y el policía que custodia a la familia vuelve a cerrar la puerta con candado.