12 Abril 2015
Imitaciones, cuentos, chistes, canto y diversión asegurada es el combo que ofrecen esta noche, desde las 21 en el teatro Alberdi (Jujuy 99) los humoristas El Chango Juárez (de Córdoba), Comicanto (de Santa Fe) y el ventrílocuo Karim Araujo (de Buenos Aires). Cada uno con su estilo y su programa, y con la conducción general de Luis Sandoval, se reunirán en la décima “Cumbre de la risa”.
De los convocados, Araujo es el único que repite escenario. Y lo hace desde la conciencia de que su arte de hacer hablar a sus muñecos de forma casi imperceptible es una disciplina en vías de desaparición, le dice a LA GACETA.
“Es un género que está abandonado y prácticamente despreciado por los productores. Lo que hace Daniel Deleo (productor del show en la región) es excepcional. Que pongan a un ventrílocuo en un espectáculo como éste es muy difícil. Estamos discriminados: en toda la historia del espectáculo argentino, el único famoso fue Chasman, con Chirolita”, se lamenta.
Araujo confiesa que los muñecos “fueron mi posibilidad de entrar en el mundo artístico: siempre quise ser cantante y actor, pero no se me dieron las cosas, y a través de los muñecos puedo cantar y actuar”. “Tengo una especie de esquizofrenia artística, con la ventaja de que sólo dura lo que dura el show y no después. Si siguiese cuando bajo del escenario, termino en el loquero. En realidad, el mío es el primer caso de estrizofrenia, porque manejo dos muñecos al mismo tiempo: estamos en escena la norteamericana Elizabeth Jameson, el cordobés Juancito y yo”, afirma, entre risas.
De los convocados, Araujo es el único que repite escenario. Y lo hace desde la conciencia de que su arte de hacer hablar a sus muñecos de forma casi imperceptible es una disciplina en vías de desaparición, le dice a LA GACETA.
“Es un género que está abandonado y prácticamente despreciado por los productores. Lo que hace Daniel Deleo (productor del show en la región) es excepcional. Que pongan a un ventrílocuo en un espectáculo como éste es muy difícil. Estamos discriminados: en toda la historia del espectáculo argentino, el único famoso fue Chasman, con Chirolita”, se lamenta.
Araujo confiesa que los muñecos “fueron mi posibilidad de entrar en el mundo artístico: siempre quise ser cantante y actor, pero no se me dieron las cosas, y a través de los muñecos puedo cantar y actuar”. “Tengo una especie de esquizofrenia artística, con la ventaja de que sólo dura lo que dura el show y no después. Si siguiese cuando bajo del escenario, termino en el loquero. En realidad, el mío es el primer caso de estrizofrenia, porque manejo dos muñecos al mismo tiempo: estamos en escena la norteamericana Elizabeth Jameson, el cordobés Juancito y yo”, afirma, entre risas.
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